Más allá de la taquilla, 'Barbie' y 'Oppenheimer' certifican que el público quiere algo más que secuelas y franquicias

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Los desorbitantes números de 'Barbie' y 'Oppenheimer', el fenómeno que llevamos unas semanas llamando Barbenheimer, son importantes por dos motivos: por una parte, han revitalizado una taquilla que parecía estar en crisis perpetua. Por otra, son un rayo de luz en un panorama asolado por la repetición y la falta de ideas. Revisemos las consecuencias más interesantes del fenómeno.

Las cifras. El fin de semana de su estreno, las dos películas (separadas y en su conjunto) andan batiendo récords. 'Barbie' ha sumado 344 millones de dólares en la taquilla internacional, y 'Oppenheimer', 174 millones. La primera es el mejor estreno en lo que llevamos de año y la segunda, el segundo biopic más taquillero de la historia. Juntas han generado el cuarto mejor fin de semana de la historia de la taquilla estadounidense.

Tormenta perfecta. Este éxito llega en un momento especialmente peliagudo para la taquilla estadounidense, que lleva meses sin poder encajar un éxito en condiciones, y donde éxitos como 'Super Mario Bros. La película', por notorios que sean, no son la norma, sino la excepción. Películas que parecían éxitos más o menos garantizados (o al menos, hasta ahora películas de ese tipo lo eran), como 'The Flash', 'Indiana Jones y el Dial del Destino' o 'Elemental', han pinchado en taquilla, o como mínimo, han arrojado resultados muy por debajo de lo esperado.

Misión Imposible, la puntilla. Y como colofón, el fracaso de 'Misión Imposible: Sentencia Mortal - Parte 1', que arrancó con una semana no-desastrosa-pero-tampoco-espectacular y ha caído en picado en su segundo fin de semana. Lo característico de esta caída de un 64% (de 80 millones a 25) ha sido que no se puede culpar a otros estrenos que no sean 'Barbie' y 'Oppenheimer'. No solo han acaparado toda la atención informativa y en redes sociales, sino que particularmente el estreno de Christopher Nolan ha arramblado con las salas IMAX, que era un colchón donde residían buena parte de los ingresos de la película de Tom Cruise.

Fracasos que traen cola. Llevamos ya muchos meses hablando del cenagal creativo en el que están inmersas las majors, absolutamente obsesionadas con encadenar secuelas, reboots y nuevas entregas de franquicias sin parar. Pero aunque una película como 'Guardianes de la Galaxia Vol. 3' sea un éxito, lo cierto es que Marvel ya no es garantía de éxito total: hace no mucho 'Eternals' y más recientemente 'Quantumanía', sin ser desastres, sí han tenido resultados más justitos de lo habitual. E igual con DC y sus últimas películas: la secuela de 'Shazam!' y 'Black Adam'. Los superhéroes ya no son una gallina de oro.

Películas con un número detrás. La sensación es que puede haber un desgaste de las películas pertenecientes a franquicias populares. Más casos: 'Fast & Furious' ha decepcionado en taquilla, así como el último coletazo de Harry Potter. Y Star Wars está en punto muerto. No son sagas a las que dar por finiquitadas, ni mucho menos, pero sí delatan que, quizás, el público está ya preparado para historias absolutamente nuevas.

Una salvación que va más allá de lo económico. Lo que nos cuentan el éxito de 'Barbie' y 'Oppenheimer' es que no es necesario subestimar a los espectadores. Tanto una como otra son películas razonablemente comerciales, con repartos de estrellas y muy atractivas visualmente, pero una es una comedia inesperadamente combativa y llena de capas de mensajes corrosivos, y la otra un biopic de tres horas rebosante de diálogos densos y de estudio de personajes. No todo tiene que ser o arte y ensayo o ristras de secuelas. Hay vías intermedias, y se pueden explorar.

El creador, por encima de la empresa. Otro punto en común entre 'Barbie' y 'Oppenheimer' es que detrás tienen nombres propios. Con sus concesiones comerciales correspondientes, estamos ante dos películas que exhiben orgullosas su condición de creaciones con identidad: 'Barbie' es perfectamente coherente dentro de la filmografía de Greta Gerwig y 'Oppenheimer', dentro de la de Nolan. Es un alivio después de años con decenas de películas "de Disney", "de Warner" o "de Netflix". Así que no solo hay jolgorio económico: Barbenheimer nos ha devuelto al mejor cine de autor mainstream.

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