Cuando hablamos de la posibilidad de emigrar a Marte, contemplando la situación y lo que podría pasar en detalle, planteábamos la posibilidad de que nuestros microorganismos (los terrestres) hubiesen llegado ya a Marte pese a los procesos de esterilización de los vehículos. Pero más allá de los accidentales, los que sí llegaron a un entorno teóricamente equivalente son los del experimento MARSBOx, del cual ahora se han publicado los resultados.
El experimento MARSBOx (Microbes in Atmosphere for Radiation, Survival, and Biological Outcomes Experiment) se inició en 2019, siendo una colaboración de investigadores de la NASA y del German Aerospace Center. Usando un globo, se envió una muestra de hongos y bacterias a la estratosfera para ver la supervivencia potencial de los microorganismos en las condiciones más marcianas posibles.
Buscando rincones marcianos en la Tierra
La propuesta del experimento se basa, como explican en su trabajo los investigadores, en que en la estratosfera (concretamente a unos 38 kilómetros de altitud) los niveles de radiación son equivalentes a los que se encuentran en la superficie de Marte. Siendo enviar una sonda aquí bastante más sencillo y económico que enviar algo al Planeta Rojo (además, ahí ahora ya tenemos a Perseverance, decidieron estudiar qué les pasaba a un puñado de seres microscópicos en esas condiciones.
Sabemos que hay microorganismos que resisten condiciones completamente extremas, ya sea altas temperaturas (bacterias termófilas), altas concentraciones de sal (halófilos extremos) o incluso a la radiación (como Deinococcus radiodurans), designados en conjunto con el nombre de extremófilos. De hecho, en la Estación Espacial Internacional ya comprobaron que hay bacterias que pueden sobrevivir años en el.
Lo que esta vez han querido comprobar es la resistencia a radiaciones ultravioleta (unos 1.148 kJ/m²) de esporas del hongo Aspergillus niger y bacterias de las especies Salinisphaera shabanensis, Staphylococcus capitis subsp. capitis y Buttiauxella spp.. Como cabría pensar, las esporas están dentro de las formas de vida más resistentes (precisamente, son estructuras "diseñadas" para aguantar las peores condiciones y que la vida se desarrolle cuando éstas sean favorables) junto con las bacterias S. shabanensis, aguantando S. capitis subsp. capitis sólo en ciertas condiciones del experimento y con la inactivación total de Buttiauxella sp..
Lo que dedujeron es que las esporas podrían reactivarse al volver a la Tierra (o a un ambiente favorable). Por su parte, los microorganismos resistentes podrían aguantar temporalmente en la superficie de Marte, como el caso de S. capitis subsp. capitis, una bacteria asociada a la piel humana.
De ahí que concluyan que las esporas son candidatas potenciales a ser una de las formas de vida más contaminantes de cara a nuestra llegada a Marte, aunque aún habría que hacer más experimentos. Katharina Siems añadía que con estos experimentos se busca también deducir la supervivencia de las especies de microorganismos asociadas al ser humano en las misiones tripuladas que ya se plantean, debido a que son simbiosis que necesitamos en nuestra supervivencia (por ejemplo, en la digestión).
Este experimento complementa a otros anteriores, como el que ya vimos con las cianobacterias de Río Tinto, organismos también muy resistentes. Según Siems, la idea es que con todas investigaciones se dé también con microorganismos útiles pensando en el día que se pueda necesitar crear alimento u otros materiales para la supervivencia en Marte, como se está investigando en la ISS desde hace años.
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