Todo el que lo desee ya puede comprarse una idílica isla en Escocia. Siempre que se tengan 6 millones de euros, caro

  • La isla escocesa de Shuna se vende por 5,5 millones de libras, unos 6,4 millones de euros, por primera vez en casi 80 años

  • 445 hectáreas de naturaleza salvaje, ocho viviendas, un castillo en ruinas y una historia que se remonta a hace 9.000 años

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Javier Marquez

Editor - Tech

En 2012, Larry Ellison, fundador de Oracle, compró Lanai, una isla entera en Hawái. Se hizo con sus dos resorts, la mayoría de los comercios y casi todas las casas. Desde entonces, la ha ido transformando: restaurantes de lujo, viviendas reformadas y visitantes que llegan en jet privado. La factura fue de más de 280 millones de euros.

Pero no hace falta ser una de las personas más ricas del mundo para vivir en una isla. Al menos no siempre. En los últimos años, muchas personas han empezado a mirar estos territorios remotos como refugio. Algunas los convierten en proyectos personales. Otras apuesta por el negocio. Y entonces aparece Shuna.

Una isla en venta. Shuna no está en el Caribe, ni presume de aguas turquesas. Está en Escocia, rodeada de bruma y gaviotas, frente a la costa oeste. Se accede en apenas diez minutos de barco desde tierra firme. Tiene más poco más de 445 hectáreas de terreno, un pequeño bosque, varias playas, fauna salvaje y un castillo en ruinas. También una historia que se remonta casi 9.000 años. Y ahora está a la venta: 5,5 millones de libras, unos 6,4 millones de euros.

Como señala Bloomberg, pertenece a la misma familia desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Fue la vizcondesa Selby quien la compró, tras entrar un día en una inmobiliaria londinense y preguntar, sin más, si tenían islas disponibles. La tenían. Y “se la llevó”.

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Desde entonces, ha sido hogar y refugio familiar. Allí creció Jim Gully, actual portavoz del clan, que pasó parte de su infancia entre ovejas y acantilados. Con el tiempo, comenzaron a alquilar parte de las casas a veraneantes. Durante los meses cálidos, la isla se transforma en un destino vacacional discreto, lejos de cualquier circuito turístico.

Sin conexión a la red eléctrica, pero con las ruinas de un castillo. Shuna no tiene carreteras. Apenas hay cobertura móvil. No está conectada a la red eléctrica: toda la energía proviene de paneles solares, turbinas eólicas y generadores de apoyo. La desconexión es literal.

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El punto más alto de la isla no llega a los 100 metros, pero ofrece vistas abiertas al paisaje escocés. Allí se respira una calma espesa, de las que ya no abundan.

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Hay ocho viviendas. Siete se destinan al alquiler vacacional y, en conjunto, pueden alojar hasta 50 personas. Cada casa tiene su propia cocina. No hay tiendas ni servicios: todo lo que se necesita debe traerse desde fuera de la isla.

Uno de los elementos más singulares es su castillo en ruinas. Fue construido en el siglo XX por un empresario. Más estético que funcional, el edificio conserva sus torres y estructura, aunque lleva décadas deshabitado. Hoy sirve de escenario para fotos.

¿Quién será el próximo dueño? La familia Gully ha decidido cerrar su etapa. Ahora, Shuna busca nuevo rumbo. El perfil del futuro propietario es incierto: podría ser alguien que la transforme en su refugio privado, un promotor de turismo, un millonario o incluso un inversor.

The Island of Shuna (1, 2, 3, 4, 5)

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