El euro digital coge forma. Tras años de estudio, finalmente la Comisión Europea ha propuesto el primer marco legal de cómo será esta versión digital de nuestra moneda. Estamos ante un proyecto de gran calado que previsiblemente no se materializará hasta al menos 2026, pero ya empezamos a tener los primeros textos.
Tan importante como el efectivo, pero sin eclipsarlo. La propuesta de la Comisión, que deberá ser complementada con la visión del Banco Central Europeo este otoño de 2023, es que el euro digital sea tan válido como el euro en efectivo. Para conseguirlo no solo se ha propuesto un marco legal, sino dos.
Uno para el propio euro digital, que permitirá que sea de acceso gratuito para todo el mundo y se pueda pagar en cualquier establecimiento como ahora se hace con los pagos con tarjeta. Y por otro lado un marco para el euro en efectivo, donde se asegure que seguirá siendo aceptado en todas partes y siempre existirá la posibilidad de pagar con el dinero de toda la vida. Así como leyes para garantizar un mínimo de cajeros.
Con un límite para cada ciudadano. Aunque el euro digital no tendrá límite en cuanto a funciones, sí se define un límite por cápita. Una cantidad máxima de lo que podrá tener cada persona, para así evitar que no haya una fuga de dinero de los bancos.
Todavía no hay una cifra oficial de este máximo, aunque análisis previos del BCE apuntan a un límite de 3.000 euros digitales.
Sin necesidad de bancos. Los bancos están en medio de todo esto. Por un lado estarán obligados a dar acceso al euro digital, aunque por otro lado su papel se reduce ya que no son necesarios para su existencia. De hecho, el euro digital podrá ser accedido desde una oficina postal u otras entidades públicas que ofrezcan monederos digitales. La idea es que cualquier ciudadano pueda acceder a un monedero con euros digitales de forma gratuita. Como quien compra una tarjeta prepago.
El euro digital no generará intereses. Como contrapartida, la Comisión Europea propone un euro digital que no genere intereses. Esta será una gran diferencia con los euros de los bancos, que sí ofrecerán rentabilidad.
Al haber una cantidad máxima por cápita, la idea es que el euro digital quede para pagos diarios o pequeños y que cuando se quiera optar por el ahorro o adquisiciones grandes entonces sí se obtenga la ayuda de los bancos y se apoye esa transacción con el euro tradicional.
Pagos offline para garantizar la privacidad. La idea del euro digital es que se pueda pagar sin necesidad de un móvil, pero también sin necesidad de tener conexión a internet. "Este no es un proyecto de Gran Hermano", ha llegado a comentar la comisaria McGuiness.
Según defiende la Comisión, el euro digital permitirá realizar pagos transmitiendo menos datos personales que cuando pagamos con tarjeta. Como con el pago en efectivo, la idea es que nadie pueda realizar ningún seguimiento de qué se ha pagado. El cómo se implementará está por ver. Hay muchas soluciones técnicas posibles que durante estos meses se están probando en distintas pruebas piloto.
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