La llegada del euro digital es inevitable: vayamos diciendo adiós al anonimato

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Parece que nos acercamos al principio del fin para el dinero físico. El Banco Central Europeo (BCE) lleva tiempo preparándonos para la creación del euro digital, una divisa que quiere imponerse al bitcoin y otras criptomonedas y que teóricamente iba a complementar al efectivo, no a reemplazarlo. ¿Será así?

Un proyecto que va a toda máquina. Un reciente discurso de Christine Lagarde, presidenta del BCE, cambia la perspectiva y lanza un mensaje inquietante sobre una de las tradicionales virtudes del efectivo.

La mandataria explicó cómo el BCE está colaborando con la Comisión Europea, el Parlamento Europeo y varios ministros de economía para desarrollar ese euro digital. Incluso Amazon está en el ajo. Se espera que la regulación llegue en 2023, y el euro digital podría emitirse y comenzar a ser una alternativa en 2025 o 2026. España, por cierto, tiene una propuesta propia en desarrollo.

Dinero (digital) de verdad. Las diferencias entre el euro digital y criptomonedas como el bitcoin son claras. "El euro digital será dinero de un banco central, respaldado por un banco central y diseñado para responder a las necesidades de los ciudadanos. Necesita estar libre de riesgos y respetar la privacidad y la protección de datos. Los bancos centrales tienen el mandato de mantener el valor del dinero, independientemente de su forma física o digital". Esto es: volatilidad mínima.

Transacciones por segundo. Además sería una forma de pago más, algo que las criptomonedas más importantes (bitcoin, ethereum) no ofrecen de momento. El BCE indica que el Eurosystem TARGET Instant Payment Settlement (TIPS) es capaz de procesar más de 40.000 transacciones por segundo.

Ese nivel también lo alcanzan algunas alternativas basadas en blockchain, que al parecer en el BCE no descartan utilizar. En la actualidad bitcoin alcanza las tres transacciones por segundo (el protocolo Lightning promete alcanzar el millón de transacciones por segundo gracias a la tecnología P2P) y Ethereum ronda las 12.

Privacidad por bandera. Entre los grandes atractivos de las criptomonedas está la de su carácter descentralizado y la capacidad de poder pasar bajo el "radar" de la fiscalidad, pero eso lógicamente no gusta a estados y bancos centrales.

La FAQ del BCE indica que "El eurosistema no tiene interés en recolectar datos de pagos de usuarios individuales, ni en monitorizar el comportamiento de pagos o la compartición de esos datos con agencias gubernamentales u otras instituciones públicas".

Pero identifícate primero. Será necesario que los usuarios "se identifiquen a sí mismos cuando accedan por primera vez a los servicios del euro digital, pero se podrán mantener varios grados de privacidad para sus pagos", aseguran en ese documento.

El BCE añade que se podrán añadir medidas como separar los datos de pago de la identidad, "permitiendo solo que las unidades de inteligencia financiera obtengan esa información dentro de un marco legal bien definida que permita identificar al pagador y receptor cuando se sospecha de actividad criminal".

Adiós al anonimato. Sin embargo lo más llamativo del discurso de Lagarde fue lo que dijo sobre el anonimato, que siempre ha sido una de las grandes ventajas de los pagos en efectivo para bien y para mal. Ese anonimato acaba con el euro digital con la excusa de evitar así fraudes y terrorismo, como explicaba esta mandataria:

"El anonimato total -como el que ofrece el dinero en efectivo- no parece una opción viable. Contravendría otros objetivos de política pública, como garantizar el cumplimiento de las normas contra el blanqueo de capitales y luchar contra la financiación del terrorismo. Y también haría prácticamente imposible limitar el uso del euro digital como forma de inversión -por ejemplo, mediante límites de tenencia o remuneración escalonada-, para lo cual es necesario conocer la identidad de los usuarios".

¿Pequeños pagos a salvo? Se barajan, eso sí, algunas excepciones que protegerían en cierta medida el anonimato de las transacciones. Según Lagarde, el BCE y la Comisión Europea están explorando "si el euro digital podría replicar algunas características del efectivo y proporcionar mayor privacidad para pagos de menos valor y menor riesgo, incluidos los pagos offline". Aún así todas estas medidas están aún por definir y hay una razonable resistencia a acabar con el dinero físico. Sabremos más con la propuesta final en 2023.

Imagen | Christian Wiediger

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