Ni siquiera el Año del Dragón va a salvar a China de su peor crisis: un hundimiento demográfico sin precedentes

La desaceleración de la tasa de natalidad se produce aún cuando el Gobierno ha impulsado diversas medidas para alentar a más parejas a tener hijos

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China, que actualmente representa una sexta parte de la población mundial, fue superada por India hace unos meses en materia demográfica. Este 2024 es el año del dragón en la República Popular, un periodo que históricamente se ha traducido en un aumento de los nacimientos en China, ya que los padres intentan sincronizar los nacimientos de sus hijos con un signo zodiacal milagroso. Sin embargo, los expertos creen que ni por esas el país va a salir de la crisis demográfica en la que está inmerso, con unos datos de 2023 que indican una brutal caída de la población y una perspectiva económica muy gris.

Esta disminución de la población, impulsada por una caída de la tasa de natalidad y el envejecimiento de la población, representa el desafío más importante del país en un momento en el que Pekín se enfrenta a una crisis financiera e inmobiliaria.

Los datos. No son para nada halagüeños. El país asíatico registró en 2023 6,39 nacimientos por cada 1.000 habitantes, frente a los 6,77 del año anterior, según la Oficina Nacional de Estadísticas (BNE) de China. Es la tasa de natalidad más baja desde la gran hambruna en 1959. Concretamente, este pasado 2023 nacieron unos 9,02 millones de bebés, en comparación con los 9,56 millones de 2022. Si tenemos en cuenta un incremento paralelo de la tasa de mortalidad por una población envejecida, en total la población ha caído en 2,08 millones de personas este último año.

La tendencia. La tasa de fertilidad en China lleva cayendo drásticamente durante la última década. El número promedio de nacimientos por mujer era de 1,66 entre 1991 y 2017. Pero luego cayó a 1,28 en 2020, a 1,08 en 2022 y ahora está alrededor de 1, muy por debajo del nivel de 2,1 que generalmente se considera necesario para sostener a una población. Para que os hagáis una idea: Australia y Estados Unidos tienen tasas de fertilidad de 1,6. Esta tendencias (similar a la de Corea del Sur, con la peor tasa del mundo: 0,72) apuntan a lo que los demógrafos llaman la “trampa de la baja fertilidad”, en la que la fertilidad se vuelve difícil de elevar una vez que cae por debajo de 1,5.

Y no parece que el fenómeno vaya a revertirse ni en el corto ni en el largo plazo. Las proyecciones de la Academia de Ciencias Sociales de Shanghai, uno de los primeros en predecir la desaceleración de 2022, sugieren que la población de China se reduzca de sus 1.400 millones actuales a sólo 525 millones para 2100. También prevé que la población en edad de trabajar de China caerá a solo 210 millones para ese año.

¿Por qué? Para entender el fenómeno hay que tener en cuenta la situación actual de un país cuya economía está experimentando una recesión tras la pandemia. China quiere que las mujeres sean "buenas esposas y madres", pero aquí lo que realmente importa es que las mujeres chinas ya no quieren ser madres. La mayoría suele citar los altos costes de vida en China, sobre todo en las ciudades más grandes, así como el escaso apoyo a las mujeres en el empleo, como razones para no tener hijos.

Por otro lado, el desempleo juvenil y las bajas expectativas de ingresos hacen que se retrase aún más la idea de casarse o tener hijos, lo que reduce la cantidad de recién nacidos. También han contribuido los roles de género tradicionales y las expectativas familiares. Tal y comentamos en este otro artículo, se han sumado un cambio social y cultural no muy distinto al que se ha vivido en Occidente, con un cambio de prioridades y perspectivas vitales que ya no están basados en procrear o crear familias.

Revertir las políticas. La desaceleración de la tasa de natalidad se produce aún cuando el Gobierno ha impulsado diversas medidas para alentar a más parejas casadas a tener hijos tras décadas de políticas de natalidad restrictivas. Hay que recordar que el país introdujo en 1979 la ley del “hijo único” con el objetivo de frenar el crecimiento demográfico. Las familias que violaron entonces las normas fueron multadas y, en algunos casos, incluso perdieron sus trabajos. También condujo a abortos forzados y una proporción de género sesgada.

Ahora el Gobierno quiere revertir todo aquello. La política se eliminó en 2016 y a las parejas casadas se les ha alentado desde entonces a tener dos e incluso tres hijos. En los últimos años, el gobierno también ofreció exenciones fiscales y una mejor atención médica materna, entre otros incentivos, para frenar la caída de la natalidad en lo que Xi Jinping denominaba "una estrategia nacional proactiva" en respuesta al envejecimiento de la población del país.

Las consecuencias económicas. A corto plazo ya se notan los primeros coletazos de este descenso y de las malas previsiones. Basta decir que las acciones chinas cayeron ayer tras la publicación de los pésimos datos demográficos de 2023. El índice Hang Seng de Hong Kong cerró con una caída del 3,7%. El CSI300 cayó un 2,2%. A esto se le suma que China está registrando recientemente un éxodo de inversores y deflación. En diciembre, los precios de las viviendas registraron una caída récord y la inversión inmobiliaria se desplomó un 9,6%.

Población envejecida. Pero eso no es nada comparado con los desafíos a los que el país asiático tendrá que enfrentarse en el futuro. La población activa de China, los que están en edad de trabajar, ha caído en 10,75 millones. Mientras, la población de mayores de 60 años sigue aumentando. Este envejecimiento de la sociedad debilitará su economía a largo plazo, sobre todo ejerciendo una presión sobre el gasto público. La Academia de Ciencias de China ya ha pronosticado que el sistema de pensiones en su forma actual se quedará sin dinero para 2035.

Imagen: Unsplash (Nuno Alberto)

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