La digitalización parece un recorrido de una única dirección. Las herramientas digitales están cada vez más presentes en nuestras vidas, desde los ordenadores de mesa a los wearables como los relojes inteligentes. Sin embargo el sistema de enseñanza sueco ha entrado en un proceso para desandar el camino: sacar las pantallas de las aulas.
Dando marcha atrás. Todo empezó a finales del curso pasado, en mayo, cuando la ministra de educación sueca Lotta Edholm anunció el cambio en la estrategia de la Agencia Nacional para la Educación, que hasta entonces había primado las tecnologías digitales en la educación.
Este cambio de rumbo afectaría en principio al plan que convertía la presencia de pantallas en obligatoria educación prescolar. Según informaba el diario birtánico The Guardian, el plan ahora también contempla la eliminación total de la educación digital para los menores de seis años.
Ahora, pasado el parón veraniego, las escuelas comienzan a implementar los cambios para desdigitalizar las aulas suecas.
150 millones en tres años. La maniobra de marcha atrás no va a ser barata. Según explicaba hace unos meses el diario francés Le Monde, el Gobierno sueco había asignado 1.685 millones de coronas suecas, unos 150 millones de euros para implementar este cambio y devolver los libros de texto a las aulas.
Los primeros 685 millones de coronas (unos 60 millones de euros) se invertirían durante este año y el resto se repartiría en dos dotaciones presupuestarias anuales de 500 millones de coronas (45 millones de euros) en 2024 y 2025.
Menor comprensión lectora. Uno de los argumentos esgrimidos por los detractores se ha basado en la caída en la puntuación obtenida por los alumnos suecos en el Estudio Internacional de Progreso en Comprensión Lectora (PIRLS) en los últimos años. El motivo puede estar relacionado con la peor comprensión lectora que logramos cuando leemos en digital, una dificultad observada por metaanálisis realizado en 2018.
Las críticas contra un sistema que para muchos se implementó con demasiada celeridad, bajo la creencia de que digitalizar “por digitalizar” generaría beneficios, son abundantes y variadas. Si bien el cambio de rumbo ha sido implementada por un gobierno conservador, las críticas también venían desde quienes consideraban que la digitalización de las aulas se basaba en un discurso “neoliberal”.
Recientemente, también la UNESCO (sin hacer una mención explícita a Suecia) llamaba a “un uso apropiado de la tecnología”. Lo hacía al anunciar su informe sobre el estado de la educación de 2023, un informe donde la tecnología en la educación estaba en el centro de interés.
Oposición a la medida. Sin embargo la necesaria cautela no implica que la digitalización en las aulas sea negativa. Así las cosas la medida tampoco ha estado exenta de crítica. Neil Selwyn, profesor de educación en la Universidad Monash de Melburne, señalaba que la intención de esta medida era tan solo una “señalización de un compromiso con los valores tradicionales” tal y como recogía el medio australiano ABC News.
“El Gobierno sueco tiene un argumento válido al decir que no hay evidencia de que la tecnología mejore el aprendizaje, pero creo que es porque no hay pruebas evidentes de qué es lo que funciona,” añadía Selwyn.
Ponderar los pros y las contras. El debate debe ir más allá de ponderar los pros y las contras de la introducción de nuevas tecnologías en la enseñanza: se trata de maximizar los beneficios reduciendo lo más posible los costes. Esto implica la necesidad de tener claro qué funciones debe cumplir la tecnología y ser conocedores de sus limitaciones.
Alejandro Gómez Miguel, Técnico de investigación del Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud, escribía algunas de las pautas a seguir para implementar las tecnologías de manera adecuada en las aulas.
En su artículo hablaba de la necesidad de planificar y coordinar la entrada de las nuevas tecnologías, y pone en relieve la figura del responsable TIC, una figura “imprescindible”, según el experto.
De las pantallas a la IA. Aunque esto implique avances lentos, éstos deben darse. La entrada de las herramientas que conocemos como inteligencias artificiales, o IA, han supuesto un nuevo sobresalto en la educación.
Muchos alumnos han introducido recursos como ChatGPT en su día a día académico, y no parece que la eliminación de las pantallas en las aulas vaya a resultar en un impedimento para que sigan haciéndolo. Este es tan solo un ejemplo de cómo las tecnologías continúan estando cada vez más presentes en la educación, sea de una forma o de otra.
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