En este nuestro planeta vivimos cerca de 8.000 millones de personas. Y todas, no importa dónde residas, cuál sea tu edad o a qué te dediques, vivimos jornadas de 24 horas. Llega una multiplicación sencilla para entender que eso se traduce en que cada día que tachamos en el calendario la humanidad dispone de algo más de 190.000 millones de horas. La gran pregunta, la incógnita que ha querido resolver un grupo de investigadores dirigidos por la Universidad McGill, es… ¿Cómo organizamos esa enorme suma de horas? ¿A qué dedicamos el tiempo?
Su respuesta es fascinante. Y deja algunas lecciones valiosas.
Cuestión de organizarse. Quizás suene a excentricidad académica, pero tener una idea precisa o al menos aproximada de cómo organiza sus días la humanidad es más útil de lo que puede parecer. Al fin y al cabo quizás cada una de las 8.000 millones de personas disfrutamos nuestras vidas de forma independiente, pero —recuerdan desde McGill— afrontamos en conjunto muchos desafíos globales.
Y para abordarlos resulta interesante saber cómo organizamos las horas, el impacto que tienen en el entorno, qué actividades nos mantienen más ocupados y cuánto tiempo dedicamos por ejemplo a labores que acaban alterando el medio ambiente y afectan al cambio climático, como la producción de combustibles.
Objetivo: un panorama general. "En la actualidad estamos luchando por aceptar los desafíos globales, y eso requiere nuevas perspectivas sobre la forma en cómo funciona el mundo", explica Eric Galbraith, profesor de Ciencias del Sistema Terrestre en la universidad canadiense y uno de los autores de la investigación, que se ha publicado en la revista PNAS: "Si queremos afrontar de manera sostenible el cambio climático y la pérdida de biodiversidad, adaptarnos a los veloces cambios tecnológicos y avanzar objetivos de desarrollo global, es crucial comprender el panorama general de cómo funciona el sistema humano global".
Fácil decirlo… No tanto hacerlo, desde luego. Lo que los investigadores buscaban era un enfoque global sobre el reparto del tiempo. Y eso, dadas las diferencias entre poblaciones, no resulta una tarea sencilla. Para afrontar el desafío el equipo analizó los datos laborales y de uso del tiempo recopilados entre 2000 y 2019 —acotaron el sondeo a ese año para evitar el "efecto COVID"— de más de 140 países, lo que representa, según sus cálculos el 87% de la población mundial.
"Queríamos saber cómo es la asignación de tiempo de la humanidad promediada entre todas las personas y en todos los países —coincide William Fajzel, otro de los investigadores de la Universidad McGill que ha participado en el estudio—. En otras palabras, si el mundo fuera una persona promedio, ¿cómo sería su día?"
Cuestión de datos, y palabras. Hacerse con todos los datos y las estimaciones fue solo parte del reto. Otro —y no menor— pasaba por dar con categorías precisas pero a lo vez lo suficientemente flexibles como para abarcar las actividades de toda la humanidad. Con ese objetivo recurrieron al léxico MOOGAL, ideado, señalan los investigadores, para "combinar datos económicos y no económicos" y que aplica diferencias en función del "resultado motivador" de cada actividad, no de si recibimos una remuneración a cambio de nuestro esfuerzo.
4.000 etiquetas. Un ejemplo: se considera "cuidado infantil físico" tanto la labor que se hace en una guardería como la de unos padres en casa; lo mismo ocurre con la “elaboración de alimentos”, que se mete en un único saco con independencia de si hablamos de un chef o de alguien preparándose el almuerzo.
McGill precisa que los técnicos usaron 24 categorías que se engloban en tres bloques: actividades destinadas a "alterar el mundo exterior"; las centradas en la mente y el cuerpo, un amplio cajón en el que entra desde la higiene a la educación, religión o deportes; y la organización de actividades en la sociedad, que abarca el transporte, comercio, finanzas, derecho o gobernanza. Para que la foto no resultase demasiado general, los investigadores manejaron unas 4.000 "acciones únicas".
Lo primero, el descanso. El estudio muestra que una de las mayores categorías, una de las actividades a la que más tiempo dedicamos los humanos, es el sueño y el reposo en cama. Los investigadores le asignan 9,1 horas diarias. Tal vez parezcan demasiadas y supere con creces el promedio global de 7,5 h que —recuerdan los propios investigadores— se ha anotado entre los adultos con ayuda de dispositivos portátiles, pero tiene una explicación. Su cálculo incluye también a la población de menor edad y el tiempo que se pasa descansando en cama, aunque no se duerma.
Las (atareadas) horas de vigilia. El dibujo que dejan las otras 15 o 16 horas que no estamos en cama o descansando resulta más interesante. En él destacan tres grandes grupos: la categoría de "organización" de actividades en sociedad, que acapara 2,1 horas diarias; la dedicada a modificar el mundo "exterior", a la que se destinan 3,4 h; y la centrada en el humano, la mayor de todas con un saldo de 9,4 h por jornada. Para que la división resulte más clara disponemos de un gráfico.
Esa última categoría, la de 9,4 horas, incluye un considerable abanico de dedicaciones que van desde el cuidado de la apariencia a la limpieza o la salud. Entre ellas la subcategoría a la que más tiempo dedicamos (4,6 h) es la "actividad pasiva, interactiva y social", que incluye la lectura, mirar pantallas, jugar, socializar o caminar. La segunda categoría a la que más tiempo consagramos la conforman todas aquella actividades motivadas por resultados externos, que buscan alterar el mundo en el que habitamos. El abanico es de nuevo amplio y abarca por ejemplo la extracción de materiales y energía, la producción de alimentos o la construcción.
Bajando al detalle. Una de las ventajas del estudio es que permite ir más allá de esas grandes categorías, en ocasiones demasiado genéricas, y bajar el detalle. Así podemos averiguar por ejemplo que las seis horas diarias que no estamos en cama, descansando o dedicados a actividades centradas en el humano solemos repartirlas de forma bastante equitativa entre ciertas labores: cultivo y recolección de comida, la cocina, desplazamiento o "tareas asignativas", como el comercio o las finanzas.
"La gestión de los residuos solo ocupa un minuto de la jornada mundial, en claro contraste con los 45 dedicados a ordenar y mantener nuestras viviendas —detallan desde la Universidad McGill—. Toda la construcción de infraestructuras y edificios se realiza en unos 15 minutos". No es el único dato sorprendente. Su estudio releva que el tiempo dedicado a las comidas, viajes diarios, higiene y aseo personal "no cambia de forma sistemática con la riqueza material de una población", como sí ocurre con el cultivo y recolección de alimentos. En los países de renta baja acapara más de 60 minutos; en los de renta alta no llega siquiera a cinco.
Un par de horas para la economía. El estudio incluye tanto actividades económicas como no económicas, con lo que parte del tiempo asignados a las diferentes categorías se corresponde con gente que está desempeñando su función como chef, médica, enfermero, agricultor… Eso no ha impedido que el equipo de la Universidad McGill estimase cuánto tiempo dedicamos a la economía global. Y su conclusión es sorprendente: aproximadamente 2,6 horas diarias. Quizás el dato chirríe más aún que el del sueño, pero también tiene su porqué.
La clave vuelve a estar en el promedio, la estadística y el enfoque global que requiere un estudio de semejante calibre, que abarca a todo tipo de sujetos, al margen de su situación o edad. "Si bien el total de 2,6 h puede parecer pequeño, para los dos tercios de la población mundial en edad de trabajar —entre 15 y 64 años— que constituye la fuerza laboral eso equivale a una semana laboral de aproximadamente 40 horas”, aclara la universidad canadiense.
Un 11% del día para trabajar. "Las actividades económicas se definen aquí como aquellas dentro del ámbito de lo que la OIT considera 'empleo', incluido el trabajo remunerado o lucrativo, así como la producción de bienes no de mercado dentro de los hogares. Estas actividades económicas representan ≈2,6 h (158 min), aproximadamente el 11% del día humano global, o una sexta parte de las horas de vigilia durante la vida media —abunda el informe—. Aunque pueda parecer poco, equivale a una semana laboral de 41 horas entre la población activa mundial, que es alrededor del 66% de la población en edad de trabajar, entre 15 y 64 años".
De la teoría… A las conclusiones con aplicaciones prácticas. Como reivindica Galbraith, la investigación ofrece una valiosa herramienta para entender mejor a la humanidad y encarar desafíos globales. Una de las conclusiones más interesantes la exponía hace poco Scientific American, que señala que cada humano promedio invierte cinco minutos diarios a actividades que alteran de forma directa el medio ambiente y el cambio climático, como la extracción de energía o el tratamiento de residuos. No es demasiado tiempo. Y eso deja una lectura en clave optimista.
"Tenemos que abandonar la energía fósil y lograr más energías renovables", reflexiona Galbraith, "si resultara que los cambios que queremos hacer requirieran enormes asignaciones de tiempo a actividades que ahora no hacemos, sería imposible. Pero podemos abordarlo con solo un par de minutos al día".
Imágenes: William Fajzel et al. PNAS
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