No, el futuro no será un futuro sin coches

No, el futuro no será un futuro sin coches
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Empezábamos la semana discutiendo sobre si en 2025 habría automóviles privados en las grandes ciudades y la vamos a acabar precisamente con el Día sin Coches. No es casualidad. Poco a poco, muchas ciudades están llegando a la misma conclusión: es el principio del fin de la Edad de Oro del coche.

O eso parece. Y las 7 millones de personas que mueren cada año por la contaminación del aire, son argumento más que suficiente para ello. Pero los cambios urbanísticos, demográficos y socioeconómicos que conlleva el fin de los automóviles son tan grandes y traumáticos que hace nos preguntemos si alguna vez habrá, de verdad, una ciudad sin coches.

Las ciudades que no quieren a los coches

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El año pasado, Oslo anunció que iba a prohibir en 2019 los vehículos privados en el centro de la ciudad. Y cada vez son más las ciudades que se plantean 'liberar' el centro de coches. París, que ya ha anunciado la prohibición de coches diésel en 2020, ya ha puesto en marcha días semanales sin coches que están dando muy buenos resultados tanto para reducir la polución como para habituar a los ciudadanos a la vida sin automóviles. Y otras ciudades europeas están en la misma línea.

Los proyectos para sacar a los coches de las ciudades luchan contra décadas de pensar la vida urbana alrededor de los automóviles privados

Pero pasar de los cortes esporádicos a la 'ciudad sin coches' no es fácil. La propuesta de Oslo incluye necesariamente la creación de más de 50 kilómetros de carril bici, la introducción de nuevos sistemas tarifarios y el desmantelamiento de zonas de aparcamiento. El objetivo es prescindir de los combustibles fósiles antes de 2050.

París ya ha comenzado a diseñar un ambicioso proyecto para transformar la rivera derecha del Sena y convertirlo en un espacio amigable para transeúntes y ciclistas. Hamburgo está construyendo toda una red de nuevas infraestructuras para poder recorrer toda la ciudad sin coche de forma fácil y cómoda. Madrid lanzó el primer servicio e bicicletas eléctricas de Europa y Barcelona estudia darle la vuelta a su estructura urbana. Bruselas, Dublín, Copenhague, Milán, Bogotá... la lista es interminable.

Pero en los últimos tiempos la cosa ha empezado a cambiar y, si hacemos caso a los expertos, quizá la anunciada muerte del coche ha sido algo precipitada.

El coche no es lo que era

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Al menos los privados. Durante casi cien años, y con las cadenas de montaje de Ford en la conciencia colectiva, el coche ha sido la punta de lanza del desarrollo industrial. Un símbolo de la modernidad, el estatus y la tecnología nacional. Esto, sumado a su capacidad contaminadora, ha convertido a los coches en el objetivo clave en la lucha contra el cambio climático.

Pero eso está comenzando a cambiar. Si bien parece que no es cierto que las nuevas generaciones huyan de los coches como parecía, las dinámicas sociales y la progresiva urbanización están haciendo que el coche sea cada vez menos un elemento con el que expresar nuestra identidad para pasar a ser sencillamente una herramienta.

¿Y si los coches se reconvirtieran en la clave para acabar con el transporte privado?

El mejor ejemplo de que la muerte del coche quizá es apresurada está en Helsinki. La capital de Finlandia ha optado por un plan distinto: la "movilidad bajo demanda". Su intención no es echar a los coches, sino integrar todos los sistemas de transporte (autobuses, taxis, ferris, coches de alquiler, bicis, etc...) en un único sistema que permita revolucionar la movilidad dentro de la ciudad y acabe por expulsar al coche privado de una vez y por todas.

Ese es el futuro del que hablábamos a principios de semana, un futuro donde el transporte público y el coche autónomo acaben haciendo de la movilidad un servicio más (y mejorando el medioambiente de paso). Un futuro que hoy parece más probable que nunca y que puede hacer que nos olvidemos del sueño de una ciudad sin automóviles.

Imágenes | Diego Torres Silvestre

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