Todo el alcohol de Suecia lo vende el estado. Como muestran las colas, mala idea en tiempos de pandemia

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En 1955 Suecia lanzó el Systembolaget o monopolio estatal de tiendas de licores al pormenor. Es un sistema parecido al que tenemos aquí de licencias de farmacias o estancos, y según el censo de 2017 sólo cuentan con 441 tiendas en todo su territorio para vender alcohol de graduación superior al 3.5% (sí, hasta el vino queda restringido) a 10 millones de habitantes. Su horario, por cierto, es tan restringido que si quisieras comprar alcohol de alta gradación para el fin de semana tendrías que madrugar, ya que los sábados y domingos por la tarde no se vende. Por eventos del pasado en su historia, se trata de un país con especial pavor al alcoholismo.

Colas en pandemia: muestra Reuters las consecuencias del Systembolaget en la mañana del sábado pasado en Estocolmo en una de las pocas tiendas de la capital. Los reporteros cifran la cola en “alrededor de 150 personas”. "La gran cola del sábado por la tarde es un poco una tradición". Las restricciones gubernamentales y la propia responsabilidad individual por la pandemia están provocando en Suecia lo mismo que en el resto de rincones del planeta: la gente pasa más tiempo en casa, también las noches del finde, y eso anima a un mayor consumo de alcohol doméstico. Es de suponer que en Noruega y Finlandia ocurra algo parecido porque tienen sus propios monopolios del alcohol, aunque el nivel de restricción es muy, muy inferior al caso sueco.

Pese a la incomodidad del actual sistema, los más mayores se consideran afortunados: hasta la década de 1990 para adquirir alcohol “duro” primero tenías que solicitarlo en un escrito por papel y después el empleado te lo daba ya envuelto porque se creía que si los demás te veían comprando alcohol te sentirías avergonzado.

Rompiendo el control estatal: en 2003 se permitió que los viajeros que retornaban al país pudiesen importar una cantidad limitada de alcohol, en 2007 la UE eliminó las restricciones a la importación privada condujo a grandes importaciones de particulares, lo que ha llevado a un menudeo y contrabando hasta cierto punto tolerado. Después llegó la compra por Internet.  Todo ello provocó que, según algunas fuentes, la venta de alcohol por medio de su sistema regulado cayese a menos del 30% de la cuota real. En 2019 se aprobó la venta de alcohol a domicilio por parte de las tiendas con licencia.

La última parada, las apps. En concreto Vivino, una empresa danesa. Antes que ella entró la página Winefinder.se, por la que un tribunal dictaminó que había infringido el control estatal de la venta de alcohol pero que, dado que la sentencia aún no es firme porque está recurrida, sigue operando. Hablamos en ambos casos de una cuota de ventas totales no superior al 3% y es que la mayoría de nórdicos consideran que su Systembolaget es una institución muy respetable que les está protegiendo de los efectos adversos sanitarios y sociales del consumo desmedido de alcohol. La mayoría de encuestados valoran más este sistema que a su policía o a su sistema de educación.

Mejor las colas que la embriaguez: por todo esto, y aunque los sureños veamos las estampas con estupor por considerar estas colas un mal innecesario, su opinión pública puede verlo como una respuesta eficaz. Cuando en noviembre del año pasado Suecia decidió abandonar su política de "responsabilidad individual" y bajo intervencionismo pandémico, casi la primera medida decretada fue eliminar la posibilidad de tomar alcohol en los bares por la noche porque, según su interpretación, la borrachera conduciría a mayores comportamientos irresponsables que animasen a la gente a socializar.

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