¿Te acuerdas del plan de Dinamarca para exterminar a todos sus visones? No ha llegado muy lejos

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Hace apenas cinco días, una extraña noticia acaparaba los titulares de todos los medios de comunicación. La nuestra decía así: "Dinamarca sacrificará a 17 millones de visones para evitar la propagación de la covid. Nos beneficia a todos". El gobierno nórdico había descubierto una mutación del virus que permitía la transmisión de animales, en este caso visones, a humanos. Alrededor de 400 contagios reconocidos motivaban una política drástica: todos los visones de Dinamarca debían morir.

Debían.

El giro. Dinamarca no sacrificará a sus visones. No a todos, al menos. El anuncio de Mette Frederiksen, primera ministra, y la orden discrecional emitida por la agencia veterinaria de Dinamarca, en la que conminaba a todos los criadores a matar a sus visones, enfermos o sanos, se toparon con la oposición de varios partidos. Muchos de ellos, como revela esta crónica de Berlingske, consideraban que el ejecutivo no disponía de marco legal para exigirlo (pese a que las ejecuciones ya habían empezado).

El problema. Opinión sostenida por algunos expertos en la materia, como el profesor universitario Frederik Waage, que denunció el viernes la "ilegalidad" de la orden del gobierno. Dos días después, Frederiksen se vio obligada a rectificar, a suspender la medida y a traspasar toda la responsabilidad a su ministro de Agricultura y Pesca, Mogens Jensen, chivo expiatorio de un fiasco político de resonancia internacional. Ahora su dimisión es quizá un desenlace inevitable.

El argumento. Según Waage, los sacrificios de visones sólo tienen cobertura si los animales están enfermos o si la granja se encuentra en un área afectada por brotes. La oposición hizo suyo el escepticismo. "Han surgido enormes dudas sobre si este exterminio tiene una base científica apropiada", declaró el líder de la oposición, el centrista Jakob Ellemann-Jensen, "y al mismo tiempo el gobierno está arrebatando el sustento de un amplio número de personas sin tener la capacidad legal para hacerlo".

La ciencia. Como tantas otras historias relacionadas con el coronavirus, la información sobre la materia era confusa. Según la agencia de salud danesa, una docena de daneses ha dado positivo por la cepa de la discordia, cepa de graves implicaciones al privarles de suficientes anticuerpos para combatir la enfermedad. Este mensaje fue matizado posteriormente por algunos científicos y políticos: ni se conocían nuevos casos por la cepa en el último mes ni la evidencia científica era tan robusta.

El sacrificio, en suma, verbalizado por Rasmus Jarlov, portavoz de uno de los partidos opositores y conservadores, era un precio a pagar demasiado alto: "Creemos que necesitamos más información antes de tomar una decisión tan drástica que implique aniquilar a camadas sanas". Ni la ley lo sostenía ni la ciencia era tan clara (algunos de los estudios sobre la peligrosidad de la nueva cepa aún no están revisados).

Nueva ley. El gobierno creía y cree que merece la pena arriesgarse. Al tiempo que se disculpaba por el fiasco de la semana pasada, Frederiksen presentaba una ley que sí le permitiría exterminar a los visones: el texto acabaría con la próspera industria local al año que viene, y de salir adelante permitiría acabar con los 17 millones de animales. Para ello necesita 90 votos favorables en el Parlamento (su partido cuenta con 48 escaños). Es decir, los visones aún pueden morir.

El programa ha seguido adelante en algunas circunstancias, de hecho, y alrededor de 2,5 millones han sido ya exterminados.

Controversia. El gobierno tomó la decisión creyendo que llegaba tarde a la ejecución de los visones. Es un dilema que hemos visto a menudo en todos los países. Las medidas más efectivas se deben tomar antes de que sean necesarias, o simplemente tienen un cote socioeconómico alto. Otros países sí han actuado: Países Bajos erradicó a un millón de visones finiquitando tempranamente su industria (previsto para 2024). La cepa es un problema transversal registrada también en Suecia.

No es un problema exclusivo del norte. España tuvo el suyo propio en julio, cuando Aragón decidió sacrificar a más de 90.000 visones. En Dinamarca, por el momento, la orden queda congelada.

Imagen: The Animal Day/Flickr

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