Hablar de Australia y de su fauna y flora implica, a menudo, rotar sobre un sinfín de noticias surrealistas: desde la invasión de cocodrilos urbanos hasta las peleas de boxeo entre seres humanos y canguros, pasando por el genocidio de miles de koalas o los raids militares contra emus. Casi siempre, todo lo relacionado con "animales australianos" (o plantas) asusta.
Pero de tanto en cuanto se obra el milagro.
¿Qué pasa? Que el gobierno ha anunciado su intención de plantar más de 1.000 millones de árboles a lo largo y ancho del yermo continente. El objetivo es doble: por un lado, multiplicar sus esfuerzos en la lucha contra el cambio climático; por otro, entregar un lienzo en blanco a su muy rica, muy rentable y muy poderosa industria maderera.
Sobre el clima. La noticia es positiva para el planeta, al menos en parte. Se sabe que el aumento de regiones boscosas puede contribuir a neutralizar las emisiones de CO2 generadas artificialmente por el ser humano. Un reciente estudio cifra en 1,2 trillones los árboles necesarios para compensar lo que la humanidad vierte sobre la atmósfera año a año. Es una cifra de descomunal escala.
Sobre la industria. Australia es el séptimo país del planeta en superficie forestal absoluta (el 17% de la isla-continente son bosques). La explotación de especies como el eucalipto, de gran valor comercial, representa un buen pellizco de la economía australiana (la industria maderera mueve más de 16.000 millones de dólares al año y emplea a 70.000 trabajadores). Más bosques implica más negocio.
Otras vías. Australia, como tantos otros países desarrollados, no está cumpliendo con los objetivos fijados en el Acuerdo de País. El carbón tiene la culpa. Dos tercios de la energía del país se sigue generando en centrales térmicas, muy contaminantes, y la extración y exportación del mineral aún aporta notables beneficios a la economía local. Australia aspira a reducir al 25% sus emisiones para 2030.
Ahora mismo, Australia emite 500 millones de toneladas de CO2 anuales. Su plan, en teoría, es reducir 18 millones de toneladas al año.
Más bosques. ¿Son los árboles la solución? Pueden ayudarnos. Son diversos los países que han iniciado planes de reforestación similares para batallar la desertificación o el cambio climático (la India, China o el Sahel). El mundo se está reverdeciendo, aunque las causas del fenómeno son aún motivo de disputa: las emisiones de CO2 podrían haber jugado un rol positivo (o no).
Sin embargo, los proyectos de reforestación son insufucientes por sí mismos si no se acompañan de políticas concretas. En el caso de Australia, el parche sirve de poco sin una transición renovable.