Hungría se ha convertido en un país tan homófobo que censura Billy Elliot por "propaganda gay"

Hungría se ha convertido en un país tan homófobo que censura Billy Elliot por "propaganda gay"
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El superexitoso musical de Billy Elliot ha tenido que cancelar más de una decena de sus funciones en el país magiar. ¿El motivo? Hace gays a los niños. La columnista húngara Zsófia N. Horváth ha acusado sin descanso durante semanas a la obra inglesa de "propagar" la homosexualidad de una forma que "afecta el subconsciente de los menores, justo en una edad cuando todavía se puede influir sobre su inclinación", entre otras lindezas. Por increíble que parezca, la Ópera Nacional de Hungría ha cedido motu proprio a la campaña de desprestigio y ha anunciado la bajada de persiana, al menos por unos cuantos días. Es muy sintomático que el musical llevase en cartelera casi dos años, acumulando más de 100.000 espectadores en el país, y que sea censurado ahora.

¿Qué está pasando en Hungría? Una galopada limitación de derechos civiles conquistados por los europeos desde que el partido Fidesz alcanzase la supermayoría en el parlamento nacional en abril. La política migratoria comunitaria está tocada de muerte, pero este partido de ultraderecha no se ha quedado ahí, también está permitiendo que se difunda un discurso antiLGBT. Se consideran la actual reserva espiritual cristiana de occidente. Ah, ahora el Tribunal Supremo no puede supervisar a la Administración pública.

Todo refrendado por las urnas patrias. Lo cual tiene su lógica: estamos en el tercer mandato consecutivo de Viktor Orbán y la economía del país, al menos superficialmente, no para de mejorar.

No hay poder sin cuarto poder: la operación ha tenido éxito gracia al envite del medio Magyar Idők, que ha dado espacio a una opinadora ultraconservadora que mantuvo conversaciones con el redactor jefe del medio 888.hu para documentarse contra la función. Según distintos medios occidentales y hegemónicos, Magyar Idők forma parte del amplio anillo ideológico de Orbán y los suyos, que están expulsando a la prensa libre. Es como si de repente OkDiario y Mediterráneo Digital, apoyados por el Gobierno, se hubiesen convertido en los principales medios de confianza mientras pueblo y políticos acorralan a El Mundo o a El País.

Una derrota moral: para comprender la posición del péndulo de derechos LGBT en el mapa moral de Hungría es mejor analizar la respuesta del presidente de la ópera a sus críticos. Szilveszter Ókovács alegó que en la representación operística de la obra se había eliminado al único personaje gay de la película (el amigo de Billy). También dijo que, si prohibían Billy Elliot, sería aún más grave interpretar obras de Pyotr Tchaikovsky (que era homosexual) o de Mozart, como Las bodas de Fígaro, representación clásica en la que tiene lugar un cambio de sexo. Son exculpaciones que asumen el marco discursivo de los intolerantes. Está aceptando, sin decirlo, que proyectar obras en las que aparezcan homosexuales puede tener algo de malo. Que la aparición de un personaje gay sobre un escenario puede ser algo que genere debate.

F contra Hungría: aquí convergen los dos grupos perseguidos por el gobierno del Fidesz: inmigrantes y homosexuales. Como comentamos hace un par de semanas, fue importante este caso judicial por el que un ciudadano nigeriano solicitante de asilo político por su condición sexual fue obligado a pasar tests de comportamientos homosexuales, algo sin ningún tipo de fundamento científico y razón que le valió un rapapolvo al país por parte de la UE. En realidad, la Unión no hace más que darle toques a Hungría por sus reducciones de las libertades sociales.

Grupo de Visegrado: son cuatro, Polonia, Eslovaquia, República Checa y la propia Hungría. Alianza antiguas repúblicas comunistas que se jactan de rechazar los edictos de Bruselas sobre inmigración y que apelan a un retorno de los valores tradicionales. No son del todo euroescépticos, pero están ahí. Les han definido como “los chicos malos” de Europa y le dan muchos quebraderos de cabeza a Merkel, Macron y los suyos. La escisión empieza a tener demasiados frentes. Dinamarca, Suecia, Holanda, Italia… Europa tiembla.

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