Contra todo pronóstico, la natalidad ha subido en esta recesión. Y el teletrabajo tiene parte de culpa

Contra todo pronóstico, la natalidad ha subido en esta recesión. Y el teletrabajo tiene parte de culpa
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Con el paso de los meses y a medida que lo peor de la pandemia parece —al fin— quedar atrás resulta cada vez más útil mirar por el retrovisor para analizar las múltiples derivadas de la crisis sanitaria. Lecturas hay para dar y tomar. En el sector tecnológico, el turismo, la sanidad, a nivel político y poblacional o incluso laboral, por citar un puñado de ejemplos. Un equipo de expertos de EEUU acaba de publicar un estudio que aglutina varias de esas perspectivas hasta llegar a una conclusión tan llamativa como, quizás, útil para una Europa en pleno invierno demográfico.

¿Cuál? El inesperado efecto del teletrabajo en la natalidad.

Revisar los datos. Eso, básicamente, es lo que han hecho los autores del estudio divulgado por la NBER (National Bureau of Economic Research): volver sobre las estadísticas de población de EEUU para mirarlas con lupa y calcular qué huella ha dejado en ellas el COVID. El foco lo centraron en los microdatos de natalidad del conjunto del país entre 2015 y 2021 y la serie de nacimientos registrados solo en California entre 2015 y el pasado agosto. Sus conclusiones son, cuanto menos, curiosas.

La primera es que si bien las tasas de fertilidad cayeron en 2020, buena parte del dato podría responder a una causa concreta y perfectamente identificable. ¿Cuál? El “pinchazo” de nacimientos entre mujeres nacidas en el extranjero, un fenómeno que vinculan con las restricciones a la movilidad y cierres de fronteras durante lo peor de la crisis. La segunda es un pequeño “baby boom” entre las estadounidenses en 2021, en plena pandemia. Es ese dato el que deja la lectura más curiosa.

El hallazgo más sorprendente. Así, de “sorprendente”, tildan los investigadores las conclusiones que deja su estudio. Al peinar las estadísticas comprobaron cómo en 2021 la tasa de fertilidad total entre las mujeres nacidas en EEUU aumentó cerca de un 6,2% en relación con su tendencia anterior. Gracias a ese repunte y a pesar del “modesto descenso” de fecundidad en 2020, la pandemia habría dejado un saldo neto positivo: un aumento de nacimientos entre estadounidenses de 46.000 bebés.

“Este ‘baby bump’ de 2021 es el primer cambio importante en las tasas de fertilidad de Estadnos Unidos desde la Gran Recesión de 2007 y fue lo suficientemente grande como para para revertir dos años de descenso de las tasas de fertilidad”, concluye el informe divulgado por el NBER.

¿Y cuál es la causa? Para responder a esa pregunta hay que plantearse otra: ¿Qué mujeres protagonizaron el cambio? Durante su análisis los investigadores descubrieron que el giro había sido especialmente acusado entre madres primerizas y mujeres con menos de 25 años, también entre la franja de 30 y 34 años y el segmento de mujeres de entre 25 y 44 con un título universitario.

Con esos datos sobre la mesa, los expertos desgranaron varias conclusiones. La primera y que explicaría la primera tendencia —la que atañe a la población más joven— es que la crisis sanitaria llevó a algunas mujeres menores de 25 años a adelantar sus planes de formar una familia.

La importancia del teletrabajo. No es el único factor que desgrana el estudio, pero sí es uno en los que más énfasis pone y el que mayor interés ha suscitado. Gran parte del alza de natalidad, detalla el informe, podría explicarse por los cambios laborales a los que obligó la pandemia, incluido el impulso del teletrabajo y el marco de flexibilidad que ofrecía para los padres y madres.

“El aumento de la fertilidad se concentró en grupos como las mujeres que disponen de estudios universitarios, que vieron reducido drásticamente el coste de oportunidad de tener un hijo cuando pudieron trabajar desde casa y los horarios se hicieron más flexibles. La reducción de los costes de oportunidad puede haber sido mayor para las mujeres sin hijos, que no tuvieron que hacer frente a la pérdida simultánea de guarderías y de oportunidades de escolarización de los hijos mayores”.

Otros factores relevantes. El teletrabajo no es el único factor que han tenido en cuenta los investigadores. A lo largo de su análisis recuerdan los programas de apoyo activados por el Gobierno y la Reserva Federal para apoyar la economía, lo que dejó su reflejo en las finanzas domésticas. El estudio señala que, pese al aumento del desempleo, muchas mujeres se encontraron con que su disponibilidad de ingresos apenas se vio afectada o incluso creció. Hubo familias que disfrutaron de un aumento en el valor de sus activos a medida que lo hacía el precio de las viviendas.

Con todo, recalca el informe, el alza de fertilidad “se concentró en grupos como las mujeres con estudios universitarios”, lo que conecta de nuevo con la posibilidad del trabajo en remoto. “Se produjo un aumento sin precedentes del trabajo a distancia, sobre todo para los trabajadores más formados”, zanja. Habría aún otro factor que reseña el estudio publicado por el NBER: el acceso a los servicios de salud reproductiva y aborto se, lo que pudo complicar los tratamientos de fertilidad entre las mujeres de edades más avanzadas y aumentar los embarazos no deseados.

Nuevas y viejsa lecciones. Las conclusiones son interesantes porque parecen trastocar viejas certezas e insinían otras. Quizás lo más llamativo es que parece dinamitar, al menos en parte, la máxima de que durante las crisis la tasa de natalidad no aumenta. “Es realmente notable porque es la primera recesión en la que vemos que la fertilidad aumenta en lugar de disminuir”, señala Hannes Schwandt, economista de la Universidad de Northwestern y coautor del informe, a la CNN.

La del COVID-19, eso sí, no fue una crisis cualquiera: los cierres forzados por el COVID incrementaron las tasas de paro —el primer mes de pandemia dejó una sangría de empleo histórica—, pero les siguieron meses con ganancias. Otra de las conclusiones el posible efecto positivo que puede tener el teletrabajo y la flexibilidad laboral para combatir el invierno demográfico.

Imagen de portada: Alexander Dummer (Unsplash)

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