España tuvo un loquísimo plan para superar a la Torre Eiffel: un globo terráqueo de 200 metros en el Retiro

España tuvo un loquísimo plan para superar a la Torre Eiffel: un globo terráqueo de 200 metros en el Retiro
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La ocasión era especial, así que su celebración debía estar a la altura. A inicios de la década de 1890 España se preparaba para festejar una efeméride con una carga simbólica más marcada de lo habitual: el cuatrocientos aniversario de la llegada de Cristóbal Colón a las Américas.

No se trataba solo de festejar el hito histórico de 1492 —que también—, sino de desempolvar el álbum imperial y recordar aquel pasado glorioso y no tan lejano de una España a la que, por aquel entonces, en 1892, le quedaban apenas un par de telediarios para perder sus últimos territorios de valor en ultramar y, con ellos, su ya muy mermado estatus de potencia internacional.

Se trataba de recordar.

Y, de paso, de darse un par de golpecitos de consuelo en la espalda haciendo buena aquella vieja máxima de que todo tiempo pasado fue mejor. Si además podíamos hacerlo demostrando que tenemos más ingenio y poderío que Francia... ¿Por qué no aprovechar la ocasión?

Un monumento para sacar pecho

De Palacio

Hoy quizás suene extraño, pero hacia 1892 en la cabeza de muchos madrileños zumbaban todas estas ideas. Se quería celebrar a lo grande el cuarto centenario del descubrimiento de las Américas y quería hacerse, además, con un un monumento que alcanzase resonancia a nivel mundial e hiciese sombra incluso a la torre de Gustave Eiffel de París, inaugurada apenas tres años antes.

La respuesta llegó de uno de los arquitectos más brillantes del siglo XIX y uno de los que mayor huella ha dejado también en la capital: Alberto de Palacio, de cuna francesa y raíces vascas, pero con una honda impronta ya en Madrid. De su mesa de trabajo habían salido ya los palacios de Cristal y Velázquez, ambos situados en El Retiro, la sede del Banco de España y la estación de Atocha.

Poco antes, en 1891, De Palacio había presentado sin demasiado éxito un proyecto faraónico en Chicago para construir un gran monumento con el que celebrar la Exposición Universal Colombina del 93. Su propuesta había ganado el Primer Premio y una medalla de oro en el concurso lanzado por las autoridades estadounidenses, pero los planos, sencillamente, no llegaron a ejecutarse.

Al ver que su propuesta no acababa de cuajar en Chicago, el arquitecto decidió retocarla y probar suerte al otro lado del Atlántico, en Madrid. ¿Qué sugería exactamente? Pues una mole que hubiese dejado pequeño al resto de sus construcciones y se hubiese colado por derecho propio entre lo más granado de la arquitectura monumental europea: un enorme globo terráqueo, metálico y de varios cientos de metros, que se instalaría en pleno Retiro. ¡Y con carabela incluida, por supuesto!

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Las cifras del proyecto marean incluso a día de hoy, trece décadas después. Lo que Alberto de Palacio quería plantar en medio de Madrid era un esfera metálica de 200 metros de diámetro que se alzaría sobre un pedestal de 100 metros de altura, lo que haría que el conjunto se equiparase con la Torre Eiffel. El proyecto español, eso sí, iba rematado por la reproducción de un barco que le permitiría arañar aún algunos metros más y superar así a la creación de París.

La idea es que el monumento sirviese como un tributo a Colón y sus expediciones: la esfera representaba el planeta, con los continentes, océanos y mares. A modo de línea de ecuador se dispondría una pasarela de 700 metros de longitud y 14 de ancho. Para que no se quedase en un simple adorno, la idea era que actuase como un mirador a Madrid. En la parte superior incorporaría una réplica de la carabela Santa María y dentro la enorme estructura acogería restaurantes, salas para reuniones y conferencias, un teatro, museos... Todo un universo a "pequeña" escala.

En la entrada, evidentemente, habría una estatua del protagonista: Cristóbal Colón.

La idea entusiasmó a las madrileños —dimensiones tenía para hacerlo, desde luego—; pero su destino acabó siendo el mismo que en Chicago. El gigantesco globo terráqueo de De Palacio chocó contra un enemigo implacable: los problemas presupuestarios. Que apenas unos años después, en 1898, España tuviese que digerir el mal trago de la pérdida de Cuba, Filipinas, Puerto Rico y Guam tras verse superada por sus antiguas colonias y EEUU seguramente tampoco ayudó.

Imágenes | Wikimedia y Felipe Gabaldón (Flickr)

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