Que DARPA, la agencia de proyectos de investigación avanzada de defensa de EEUU, lleva años tratando de desarrollar un motor de propulsión nuclear térmico lo sabemos desde hace años. Pero DARPA desarrolla muchas cosas y la mayoría de ellas no van a ningún sitio.
La noticia ahora es que la NASA va a unirse al proyecto y, claro, la cosa cambia. DRACO, el proyecto en cuestión, nació con la idea de que el nuevo espacio cislunar necesitaba este tipo de tecnologías. Pero el hecho de que la NASA, en plena carrera por controlar ese espacio, se sume a ello nos lleva un poco más allá: deja negro sobre blanco que el siguiente paso es Marte y que van con todo a por ello.
Hablar de propulsión nuclear térmica no es nada nuevo. Como casi todo lo que tiene que ver con lo nuclear, ya en los años 60 y 70 tanto Estados Unidos como la Unión Soviética desarrollaron prototipos de este tipo de motores nucleares térmicos. Ninguno de ellos se llegó probar, pero sí nos ayudó a asentar lo más básico de esa tecnología.
Pros y contras. Daniel Marín explicaba hace unos años que la idea de usar un reactor nuclear de fisión para calentar el propelente (hidrógeno, normalmente) tiene una gran ventaja: "su gran eficiencia, [esta tecnología sería] capaz de obtener impulsos específicos (Isp) por encima de los 800 segundos (como comparación, la propulsión química convencional suele proporcionar Isp de entre 300 y 450 segundos)".
El inconveniente más obvio, en cambio, "es la expulsión de materiales radiactivos por la tobera". Aunque es cierto que esto no sería un gran problema si el motor se enciende en el espacio, la radiación siempre acaba generando interferencias en la electrónica (o en la carga de la nave).
Para la electrónica, para la nave y para la Tierra, claro. Dos de los 34 reactores nucleares que mandó la URSS al espacio (para alimentar los satélites que fue mandado durante décadas) acabaron reentrando en la atmósfera terrestre, con todos los problemas que eso conlleva.
Y ese, con todo, no es el mayor problema. Sin embargo, hay formas de solucionar todo eso. Durante décadas, el inconveniente principal de este tipo de propulsión es que "su eficiencia, aunque alta, no es espectacular, sobre todo comparada con otros sistemas de propulsión". Es decir, que "las dificultades en introducir un motor de este tipo no compensan sus ventajas".
DRACO. Sin embargo, en 2020, la agencia de investigación militar (DARPA) puso en marcha el programa DRACO (Demonstration Rocket for Agile Cislunar Operations) con la idea de volver sobre esta tecnología y desarrollar un motor nuclear térmico usable en el espacio exterior. Y, de hecho, en 2021, General Atomics empezó a desarrollar un reactor nuclear compacto que pudiera usarse en un motor de este tipo.
Objetivo a Marte. “La NASA trabajará con nuestro socio a largo plazo DARPA para desarrollar y demostrar tecnología avanzada de propulsión térmica nuclear a partir de 2027”, explicaba el director de la NASA, Bill Nelson. “Con la ayuda de esta nueva tecnología, los astronautas podrían viajar hacia y desde el espacio profundo más rápido que nunca". Es decir, a Marte. Más pronto que tarde.
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