Una "sequía de larga duración": el diagnóstico de AEMET sobre la situación enquistada del campo español

Una "sequía de larga duración": el diagnóstico de AEMET sobre la situación enquistada del campo español
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El balance de las precipitaciones en 2022 preocupa a los expertos, y desde la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) ya se habla de la posibilidad de una “sequía de larga duración” en España. Las precipitaciones de diciembre han mejorado la situación, pero es la tendencia a largo plazo la que genera alarma.

Un año seco. 2022 ha sido un año con escasas precipitaciones, el sexto más seco del que tenemos constancia en una serie que parte desde 1961. Es también el año más seco desde 2017 (a su vez el tercero más seco de la serie histórica, solo superado por 2005 y 2015). Con 536 litros por metro cuadrado, el año se ha situado un 16% por debajo de la media.

Distribución desigual. Mientras que en algunas áreas como el tercio norte peninsular el año fue particularmente seco, con precipitaciones que apenas alcanzaron el 75% de sus valores habituales en otras el año fue algo más húmedo de lo habitual.

Este fue el caso de algunas zonas costeras levantinas, donde la “gota fría” de primavera dejó importantes precipitaciones, o Canarias, hasta donde el huracán Hermine llevó algunos episodios de lluvias fuertes.

Sequía de larga duración. Así las cosas, la situación preocupa a los expertos. Desde AEMET se ha alertado sobre la posibilidad de incurrir en lo que denomina una “sequía de larga duración”. Durante buena parte de 2022 la sequía ha sido protagonista, el riesgo ahora es que lo excepcional se convierta en habitual.

“Incluso se puede hablar, también a finales de 2022, de una incipiente sequía de larga duración, pues los datos de lluvia acumulada en conjunto en los tres años previos (2022, 2021 y 2020) han sido lo suficientemente escasos como para comenzar a hablar de una incipiente sequía de larga duración” explicaba Rubén del Campo, portavoz de la Aemet en declaraciones recogidas por El Periódico.

Reservas menguantes. Esto ha afectado negativamente a las reservas hidrológicas del país, que ahora se encuentran en 25.977 hectómetros cúbicos, un 46,3% de su capacidad. Las lluvias de diciembre han “salvado” el año en este sentido. El año hidrológico, que comienza en octubre, tuvo un inicio preocupante con las reservas cayendo por debajo de los 17.600 hectómetros cúbicos.

En la última semana hemos visto un aumento del 2% del agua disponible, que nos deja algo por encima de las reservas con las que contábamos el año pasado por estas fechas, pero considerablemente por debajo del llenado medio de los últimos cinco años por estas fechas (28.692 hectómetros cúbicos).

“A pesar de la ligera mejoría experimentada en diciembre, todas las cuencas de acumulación españolas, que son similares a las cuencas hidrográficas, aunque no iguales, presentaban sequía meteorológica —es decir, una sequía que se deriva exclusivamente de la escasez de lluvias al terminar el año 2022—, excepto las del Júcar y el Segura” añadía Del Campo.

Incertidumbre. 2023 se inicia con algunas incógnitas en lo meteorológico. El Niño puede convertirse en protagonista, ya que las lluvias que implicaría podrían, en principio, permitir que nos recuperemos, al menos en parte, de la falta de agua. El coste será, eso sí, un año más cálido, lo que a su vez tendía un efecto negativo sobre las reservas de agua.

Imagen | Jesús Ojeda, CC BY-SA 2.0

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