La cuenta atrás para el "Día Cero" sigue adelante: la crisis de Ciudad del Cabo nos recuerda la peor cara del cambio climático

La cuenta atrás para el "Día Cero" sigue adelante: la crisis de Ciudad del Cabo nos recuerda la peor cara del cambio climático
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Ciudad del Cabo se ha convertido en el laboratorio mundial del cambio climático. Como os contábamos hace unos días, la ciudad sudafricana podría convertirse en la primera gran ciudad del mundo en quedarse sin agua. No se trata de una posibilidad teórica, ni una simulación por ordenador: es una cuenta atrás que acabará el 12 de abril.

O antes, porque el gobierno de la ciudad ya ha dejado claro que cuando las reservas de agua lleguen al 13,5% de su capacidad, los grifos dejarán de echar agua. Ese será el "Día Cero". Así se están preparando los cuatro millones de ciudadanos del Cabo para la primera gran crisis urbana del cambio climático.

Los dientes al lobo

Lo cierto es que la sequía que afecta esta zona de Sudáfrica tiene más de tres años. No es una sorpresa y precisamente por eso, la situación en Ciudad del Cabo es una lamentable oportunidad de ver si las ciudades contemporáneas tienen herramientas suficientes para implementar políticas que logren controlar las consecuencias del Cambio climático.

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No son solo las dificultades que tienen para implementar políticas preventivas que realmente consigan gestionar mejor los recursos. Sino que la ciudad entera se está convirtiendo en un laboratorio social de cómo cambian las prácticas y conductas en plena crisis medioambiental.

Y no está siendo fácil: Hasta ahora el gobierno de Ciudad del Cabo había impuesto un límite de 87 litros por persona y día. Sin embargo, sus estimaciones dicen que solo el 41% de la población respeta este límite y eso ya ha adelantado el "Día Cero" casi quince días. Por ello, a partir del 1 de febrero el límite se reducirá a 50 litros.

No es fácil vivir con 50 litros al día si no estás acostumbrado. Según datos de la BBC, de promedio en Sudáfrica se gastan aproximadamente unos 15 litros de agua por minuto en la ducha y otros 15 litros por cada descarga de inodoro. Algunos políticos locales como la jefa del gobierno de la Provincia Occidental del Cabo, Hellen Zilde, ya han comentado que solo se ducha una vez cada tres días en un esfuerzo por concienciar una población que hasta ahora vivía de espaldas al problema de la sequía.

Bulos, mentiras y usureros

En los últimos días, entre la población está extendiendo el bulo de que el agua que hay está contaminada. A través de WhatsApp y otras redes sociales, la idea de que el agua es peligrosa está afectando y causando muchos malestares entre la población. Las autoridades insisten en que el agua es segura y, sin embargo, esto no hay impedido que el recurso más valioso de la ciudad sea precisamente el agua dulce.

Esto ha hecho que la Asociación Nacional de Agua Embotellada de Sudáfrica haya puesto en marcha una política de autorregulación para impedir que los precios del agua embotellada se disparen en la ciudad. Sin mucho éxito.

En una escena inconcebible hace sólo un mes, cientos de personas hacen fila cada día ante una de las cervecerías locales que, aprovechando un yacimiento de agua que existe en sus instalaciones, ha instalado una fuente abierta al público. La situación se ha vuelto tan crítica, que la cervecera tuvo que poner un tope de 25 litros por persona al darse cuenta de que varios sujetos estaban recopilando miles de litros de agua para revenderla en el futuro.

Una ciudad que no está preparada

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Ahora mismo, como decíamos, la ciudad está bajo alerta máxima. El gobierno de la ciudad se ha visto obligado hacer una revisión muy profunda de toda la red de distribución con el fin de reducir las pérdidas de agua. Y no, no se trata solo de identificar averías o detectar infraestructura antigua, las autoridades están invirtiendo mucho dinero en plantas de desalinización y buscando fuentes de agua subterránea.

Ya se han instalado hasta 1600 medidores de consumo de agua en tiempo real, se están instalando condensadores los edificios gubernamentales para aprovechar toda el agua disponible y se está recortando el suministro de forma generalizada. La intención es que, aunque la temporada de lluvias se retrase, las infraestructuras críticas para el funcionamiento de la ciudad tengan agua a su disposición.

Nada de esto llegará antes del "Día Cero": ni la ciudad está preparada, ni la población lo está. Y solo un milagro hará que Ciudad del Cabo no se quede sin agua. Ante esto, solo cabe preguntarse, ¿qué estamos haciendo nosotros? ¿estamos preparados - institucional y comunitariamente - para la próxima gran sequía? ¿Es la crisis de Ciudad del Cabo una antesala de lo que vendrá o seremos capaces de tomar nota?

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