A diferencia de las más aparatosas entregas de la linea principal de 'Star Wars', que tienen muchas preguntas que responder y muchos fans a los que contentar (a menudo sin éxito, pero eso es más culpa de los fans que de las propias películas), las entregas de la rama 'Una historia de Star Wars' se pueden permitir contar historias más ligeras, o ajenas a las tramas principales, o que no se preocupen demasiado de hacer malabares con decenas de compromisos adquiridos desde hace décadas. Eso en teoría, claro.
De momento, la idea está funcionando solo a medias: para las dos primeras películas de esa, sobre el papel, estupenda idea, se contó con gente capaz de poner en pie un blockbuster, pero con cierto sello autoral. El primero fue Gareth Edwards ('Godzilla') que firmó 'Rogue One', pero la película fue sometida a abundantes cambios de montaje y se rodaron nuevas escenas para darle cohesión. El resultado fue irregular y no terminó de convencer a casi nadie.
Más extremo ha sido el caso de 'Han Solo', que inicialmente era una propuesta muy estimulante: Phil Lord y Chris Miller se iban a hacer cargo de ella, y su carrera era perfecta para semejante encargo. 'La LEGO Película', 'Lluvia de albóndigas', los reboots de '21 Jump Street'... todas demostraban una gran pericia por parte de la pareja para tomar franquicias multimedia, algunas con décadas a sus espaldas, y revitalizarlas a base de humor e improvisación. Y eso exactamente es lo que intentaron hacer con 'Han Solo'... para disgusto de Disney.
Con la producción muy avanzada. Lord y Miller fueron invitados a abandonarla por la productora de la franquicia, Kathleen Kennedy, y el guionista de la película, Lawrence Kasdan (responsable también de los guiones de 'El Imperio contraataca', 'El retorno del jedi' y 'El despertar de la Fuerza'). Al parecer, estaban introduciendo excesivas cantidades de humor e improvisación, lo que lleva sin duda a la inevitable pregunta de qué se esperaba de ellos, para empezar. Fueron sustituidos por un director con fama de efectivo, cumplidor y nada conflictivo: Ron Howard.
Tras esa maniobra, el resultado es más o menos el esperado: 'Han Solo' es una película ligera, pero sin estridencias. Consciente de su condición de producto menor, de aperitivo para historias más ambiciosas, de impasse de Disney para tener algo de 'Star Wars' cada año en cartel. Eso no necesariamente tiene que ser un inconveniente: los seguidores de largo recorrido de la serie saben perfectamente que el universo creado por George Lucas tiene espacio para grandes batallas y para historias intrascendentes, para personajes épicos y para secundarios de cuchufleta.
De hecho, 'Han Solo' respira el aire a intrascendencia que tienen algunos comics de la saga (muchos de ellos coprotagonizados por el propio Solo: ¿alguien recuerda a Jaxxon?), como si estuviéramos ante un fan-fition o una serie de animación menor. Sin duda, ese es su gran valor: recuperar el saludable tono de aventura pulp del 'Episodio IV', más atento a replicar las hazañas de Buck Rogers o Flash Gordon que de crear La Aventura Galáctica Más Grande Jamás Contada. Por eso, por ejemplo, la inevitable subtrama tipo atraco no se ve tan forzada como en 'Los últimos Jedi', donde era más bien una huida argumental hacia adelante. En 'Han Solo', ese tipo de aventuras forma parte de su ADN.
Personajes con carisma, pero no tanto
Las dos grandes bazas para meterse al público en el bolsillo que maneja 'Han Solo' son el carisma de sus personajes y los guiños al pasado glorioso. Lo primero lo consigue a medias: el Lando Calrissian de Donald Glover, por ejemplo, es un personaje altamente secundario y del que se intuyen severos cortes en la sala de montaje. El Beckett de Woody Harrelson es ocasionalmente carismático, pero a veces parece que solo está ahí para sugerir futuros latiguillos en los diálogos del personaje de Solo.
Y Alden Ehrenreich no desmerece al personaje (que ya es bastante, teniendo en cuanta la mítica que le rodea), pero a veces su composición se limita a replicar tics de Harrison Ford. Posiblemente, la pretensión de contar la historia iniciática de Han Solo, la que le ha convertido en el cínico imbatible de la trilogía original, es la que más juega en su contra, ya que la necesidad de introducir un interés romántico, una aventura ligera y cómo entabla amistad con personajes posteriores clásicos, sencillamente no encajan con la personalidad del contrabandista. Aunque de esto, posiblemente, tengan que preocuparse más los integristas de la continuidad que los espectadores ocasionales de esta historia lateral.
Lo que sí hace 'Han Solo', y muy bien, es replicar cierta atmósfera de película ya no retro, sino directamente pasada de moda: la estructura de película de atracos, las relaciones entre los personajes -lejos de las ambigüedades y tenebrismo de entregas recientes de la franquicia-, los guiños accesibles incluso para espectadores que solo han consumido la trilogía original, el despreocupado y jovial aire aventurero... hasta los alienígenas, sin duda lo mejor de la película (no se decía esto desde 'El retorno del jedi'), tienen un aire muppet que es una delicia.
El resultado es una entrega de 'Star Wars' asumidamente intrascendente, y que funciona mejor cuando se centra en la acción y la aventura. Por ejemplo, una merecidamente mítica proeza del Halcón Milenario cuya origen se cuenta aquí es una frenética aventurilla con aires de horror cósmico francamente distinta a los ambientes a los que nos tiene acostumbrados la serie. Un refrescante descanso a la espera de peripecias más densas, por una vez no especialmente obsesionada con complacer al fan medio. Puede que 'Han Solo' no vaya a pasar con letras doradas al canon de la franquicia, pero como saludo a la zona más tosca y asentada en la serie B del arranque de la serie, funciona muy sobradamente.
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