Rusia al fin ha culminado su submarino definitivo: el Belgorod, el más grande del mundo y con capacidad nuclear

Rusia al fin ha culminado su submarino definitivo: el Belgorod, el más grande del mundo y con capacidad nuclear
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Imagínate que coges el edificio del Gran Hotel Bali de Benidorm o Torre Sevilla, lo tumbas y lo sumerges en el océano. Añádele ahora en la parte trasera un par de reactores nucleares capaces de impulsarlo a casi 60 km/h, un submarino del tamaño de varios tráileres alojado en sus entrañas y la capacidad de lanzar media docena de drones de 20 metros cargados con ojivas nucleares y un alcance y potencial tales que les ha valido el apodo de “torpedos del juicio final”.

Bien, lo que te ha salido, más o menos, es Belgorod, el submarino que acaba de recibir Rusia.

Si su capacidad de navegación y daño no fuesen ya lo suficientemente impresionantes de por sí, quédate con este dato: hacia décadas que no se construía nada parecido. Con sus 184 metros de eslora la agencia TASS asegura de hecho que desbanca al vetusto Dmitry Donskoy, un sumergible Akula (Typhoom) de 175 m, lo que lo convertiría en el mayor que surca los océanos.

Con su tamaño superaría tanto al Typhoom como a la Clase Ohio de EEUU.

Su ficha técnica resulta tan impresionante, tan fuera de lo común, que vale la pena hacer un repaso rápido. El Belgorod mide 184 metros de eslora y 18,2 de manga, está diseñado para una tripulación de unas 130 personas, incorpora dos reactores nucleares con una capacidad de 190 MW y en inmersión puede alcanzar un desplazamiento de aproximadamente 30.000 toneladas.

Un titán para la investigación... y la guerra

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Submarino de la clase Oscar II.

Igual que un gigantesco envoltorio de regalo, quizás lo más sorprendente es lo que lleva dentro.

El Belgorod porta un minisumergible Bester DSRV pensado para exploraciones profundas y otro de 60 metros de eslora, Losharik. En cierto modo, actúa como su nave nodriza. Con todo, ni siquiera eso es lo más impresionante. Más allá de su tamaño XXL y potencia, lo que le ha valido el hiperbólico apodo de “submarino definitivo” son los seis torpedos Poseidón que puede llevar abordo.

Los Status-6, o Poseidón —otro nombre digno del mejor estudio de marketing bélico—, son drones submarinos dotados de propulsión nuclear que llegado el caso pueden convertirse en torpedos. Se calcula que rondan los 20 metros de largo y son capaces de desplazarse a gran velocidad: algunas fuentes hablan de 100 km/h, otras elevan la marca a 185 km/h, y recorrer miles de kilómetros.

USNI News apunta que pueden estar armados además con una ojiva de hasta 100 megatones, lo que ha llevado a algunos a especular con su tremenda capacidad para causar estragos cuando alcanza a sus objetivos. Se apunta por ejemplo a que podría incluso provocar enormes olas.

Lo más curioso es que, al recibirlo, Rusia no ha presentado a Belgorod como un arma o una nueva baza para la guerra. No al menos de forma directa y clara. En el comunicado de TASS en el que se informa de su entrega se plantea como un “submarino diseñado para abordar diversas tareas de investigación e implementar operaciones de estudio y rescate”. “A bordo puede llevar vehículos de rescate en aguas profundas y sumergibles autónomos no tripulados”, recalca la agencia.

“Belgorod abre nuevas oportunidades para Rusia en la realización de varias investigaciones y ayuda a llevar a cabo diversas expediciones científicas y operaciones de rescate en áreas remotas del océano”, abunda el comandante en jefe de la Armada rusa, Nikolay Yevmenov. Ni mención a su armamento. Ni a su uso militar. Los Poseidón se presentan de hecho como drones.

Al recibir el submarino del astillero Sevmash —parte de United Shipbuilding Corporation— la compañía de construcción naval más grande de Rusia, el país cierra también un largo capítulo. Los orígenes de Belgorod se remontan a la década de los 90, a la emblemática clase Óscar II, pero su construcción se fue complicando por los no pocos avatares de las últimas tres décadas.

Tras años de trabajos salió a flote en abril de 2019 con la idea de acabar en manos de la Armada en 2020. Aquel cronograma no contaba sin embargo con todos los requisitos del proceso ni, desde luego, con las complicaciones de la pandemia del COVID-19.

Ahora Sevmash ya se lo ha entregado a la Armada rusa.

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