Las flechas incendiarias son el arma favorita de las ficciones medievales. En realidad no servían para nada

Las flechas incendiarias son el arma favorita de las ficciones medievales. En realidad no servían para nada
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Lo has visto en 'Juego de Tronos', 'Braveheart', 'Gladiator', 'Robin Hood', 'Age of Empires', 'Total War' y un largo, larguísimo, etcétera de videojuegos, películas, series y libros; pero te han engañado. No, lo siento: probablemente las flechas incendiarias no eran el pan nuestro de cada día en las guerras antiguas. Podían ser útiles en ciertos casos, sí. Ahora, si pudieras viajar en el tiempo verías que en las batallas medievales no eran tan habituales como nos ha hecho creer Hollywood.

¿Por qué? Sencillo, porque todo indica que son muy poco eficientes.

El mito se han encargado de desmontarlo, entre otros, los historiadores Lindybeige (Nikolas Lloyd) y Spencer McDaniel, que han señalado todas las complicaciones que acarrearía el manejo de flechas inflamables en combate abierto como táctica habitual. La conclusión a la que llegan es más o menos la misma: no serían eficientes ni en alcance, ni en velocidad, ni en capacidad de perforación, las tres cualidades que hacían de las flechas una opción valiosa para atacar a los enemigos.

Son espectaculares, sí; pero no eficientes

Como explica Lindybeige, no es fácil mantener una flecha encendida en pleno vuelo. Cuando se disparan y avanzan abriéndose paso por el aire el fuego tiende a apagarse, igual que la mecha de una vela al soplar. Para evitarlo el arquero tendría varias opciones, como prender una gran llama, calentar previamente la flecha o recurrir a productos químicos. Ninguna es perfecta.

Para empezar el arquero corría el riesgo de quemarse las manos o prender fuego al arco al tirar de la flecha. Podría utilizar una vara o punta más largas, lo suficiente para reducir ese peligro; pero al hacerlo sumaría un peso añadido al proyectil y también aumentaría su fragilidad.

No solo eso. Si incorporas en la punta una tela empapada en brea ardiente, un tejido que podrías meter incluso en una pequeña "jaula", quizás aumentes las probabilidades de que el proyectil no se apague durante el vuelo. El problema es que también añadirás peso a la fecha, que perderá de paso capacidad para penetrar armaduras. Lo sé, todo parece más sencillo en Gladiator.

En resumen, como explica McDaniel, al final tendríamos flechas con menos capacidad de alcance, menos precisas y con una menor capacidad también para burlar las corazas del enemigo. Por si ese balance no fuese lo suficientemente desmoralizador de por sí, habría otro hándicap: la velocidad a la que dispararían los arqueros se vería probablemente mermada. Al fin y al cabo, no es lo mismo lanzar una flecha, sin más, que tener que prenderle fuego primero y dispararla.

Lindybeige explica que habría otra alternativa, recurrir a productos químicos que ayuden a mantener vivas las llamas durante el vuelo y aumenten su capacidad para prender fuego una vez alcanzan el objetivo. Las pruebas que se han realizado con esa táctica demuestran sin embargo que tampoco sería una panacea. La tasa de éxito en los experimentos que cita el youtuber rondaría el 2%.

¿Significa eso que, a pesar del bombo que les ha dado Hollywood o las novelas históricas, las flechas inflamables eran las más ineficientes de las armas antiguas? No exactamente.

Habría escenarios en los que sí podrían resultar interesantes, como las batallas navales, en las que podían usarse con la esperanza de prender una vela o un depósito de pólvora, o durante los asedios a ciudades para desatar incendios y obligar al enemigo a dividir sus fuerzas. Lo que ya parece más dudoso es que fuesen la táctica habitual y extendida que nos han hecho creer a golpe de superproducción, novelas y videojuegos bélicos ambientados en la Edad Media.

Ahora, que en el cine o en las páginas de las novelas quedan de lujo… Eso no lo discute nadie.

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