Qué implica suspender patentes de vacunas a corto y largo plazo: ni final de los problemas ni opción a ser la medida única

Qué implica suspender patentes de vacunas a corto y largo plazo: ni final de los problemas ni opción a ser la medida única
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Si hace unos días hablábamos de las ventajas e inconvenientes de liberar las patentes de la vacuna de la COVID-19 frente a la posibilidad de la cesión de licencias, finalmente el anuncio de Estados Unidos de que apoyará la suspensión temporal de patentes nos encamina hacia un nuevo escenario que tendrá consecuencias a corto y largo plazo.

Recordemos que esta medida fue rechazada por Estados Unidos junto a Reino Unido, Suiza y la Unión Europea (España acaba de cambiar de opinión), así que, por el momento, es solo Estados Unidos quien se desmarca. Con todo, en el comunicado de la representante de Comercio, Katherine Tai, se advierte también de que las negociaciones que ahora se iniciarán “necesitarán tiempo”, habida cuenta de que el proceso de toma de decisión de la Organización Mundial del Comercio (OMC) es por consenso.

Consecuencias a corto plazo

El número de vacunas administradas hasta la fecha supera apenas los mil millones de dosis, cuando serían necesarios más de doce mil millones antes de fin de año. También vamos a necesitar vacunar con celeridad a países en vías de desarrollo porque la pandemia tiene un alcance global.

Este escenario ha propiciado que finalmente Estados Unidos opte por liberar temporalmente las patentes a fin de que todos los países puedan fabricar vacunas. Una decisión que podría obligar a todos los demás países a reposicionar sus decisiones, particularmente en el caso de la Unión Europea.

El primer efecto colateral de esta medida, sin embargo, ya está teniendo resonancias en la Bolsa. Hay varias empresas farmacéuticas que están desarrollando nuevas vacunas, y la inversión para tal efecto es enorme. Si asumen que tal vez no van a tener el retorno económico esperado, es posible que detengan ese desarrollo por considerarse poco lucrativo. No hemos de olvidar que es el incentivo económico, sobre todo, el que mueve a las empresas. Por ello, en cuanto se anunció esta propuesta, con la excepción de Pfizer, todas los fabricantes de vacunas se han desplomado en Bolsa: Moderna cayó un 10%, Novavax, cerca del 9%, y BioNTech el 6%.

Las patentes otorgan a sus titulares la exclusividad para fabricar un producto durante un plazo de tiempo determinado, habitualmente 20 años desde que se registra el fármaco en el sector de los medicamentos. Durante ese tiempo, la empresa tiene garantizado en mayor medida el retorno económico. Pero sin patentes, desaparece esa garantía y, por extensión, el incentivo de seguir invirtiendo. Hemos de recordar que si bien Moderna, Johnson & Johnson y Novavax se han beneficiado de las ayudas del Estado para desarrollar sus vacunas, Pfizer lo hizo sin dinero público estadounidense (aunque BioNTech sí que recibió fondos del Gobierno alemán).

Naturalmente, para evitar esto se puede prever una indemnización a las compañías farmacéuticas cuyas patentes sean liberadas, pero también es cierto que muchas de ellas deban renunciar a ella por cuestión de imagen. Un punto intermedio sería que los países más ricos continuaran respetando las patentes, a la vez que los menos desarrollados se beneficien de su suspensión. Sin embargo, todos estos detalles aún están por resolver y se concretarán cuando se materialice el consenso.

Consecuencias a más largo plazo

A más largo plazo, las farmacéuticas ya se están enfrentando a cuellos de botella en el suministro de materias primas y procesos de producción, y dada la demanda de vacunas, y las sucesivas remeses que deberán fabricarse para mantener una pauta de vacunación anual, no está claro que estos problemas vayan a solucionarse con la suspensión de patentes.

El problema principal de liberar patentes, además de los incentivos económicos, es que no hay demasiadas empresas ni países con capacidad y tecnología para empezar a producir vacunas. Puede que a largo plazo, entonces, incluso liberar patentes entorpezca el desarrollo de las vacunas y la administración de las mismas en todos los países. Sobre todo si solo se lleva a cabo esta medida desde un punto de vista cosmético sin estar asociado a todo un conjunto de medidas accesorias.

Otra vía para solucionar los problemas de liberar patentes, pues, es el ceder licencias, es decir, que la empresa farmacéutica dueña de la pantente firme un acuerdo con otra empresa interesada y, de este modo, también transfiera tecnología y conocimientos.

Ya se han firmado más de 260 acuerdos de este tipo, según los cálculos de la Universidad de Duke. Y en aras de que se distribuyan vacunas por todo el mundo de forma equitativa, la iniciativa COVAX, liderada por la Organización Mundial de la Salud y respaldada por gobiernos, industria farmacéutica y otras organizaciones sociales, podría ser un buen instrumento para lograrlo.

Con todo, el debate sigue abierto y otros son los que consideran que todos saldremos beneficiados si se liberan las pantentes. De hecho, no sería la primera vez que se hace por circunstancias excepcionales: Sudáfrica lo hizo en 1998 porque tenía a miles de personas muriendo cada año por SIDA por no poder acceder a antirretrovirales debido a su elevado precio.

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