Un pequeño pueblo de Guadalajara ha duplicado su población en los últimos años. Su secreto: declararse independiente

25 años después de su desanexión, el municipio independiente atrae a miles de residentes

Marchamalo guadalajara
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A lo largo de la historia de España, decenas de barrios se han independizado de grandes ciudades para constituirse como municipios independientes. Es algo que permite la ley, cumpliendo una serie de requisitos, claro. La Ley de Bases de Régimen Local establece que la creación de nuevos municipios sólo podrá realizarse sobre la base de núcleos de población territorialmente diferenciados y siempre que los municipios resultantes cuenten con recursos suficientes para el cumplimiento de las competencias municipales y no suponga disminución de la calidad de los servicios que venían siendo prestados.

Un ejemplo lo encontramos en Marchamalo, en Castilla La Mancha, que llevó a cabo su desanexión de la ciudad de Guadalajara en 1999, después de cinco años de negociaciones y gestiones administrativas para conseguirlo. Ahora, 25 años después, el municipio ha duplicado su población y ya tiene 8.568 personas censadas, 4.318 más que entonces. No sólo es un municipio atractivo para los residentes, sino que es laboralmente y económicamente muy sano.

El cómo empezó su aventura independiente lo encontramos en un denominador común de la mayoría de casos españoles: con un referéndum. Este fue celebrado en noviembre de 1996 y el resultado fue aplastante: 82,5% de votos a favor de la desanexión. Hay que tener en cuenta que la independencia no ha sido siempre fácil de conseguir para los municipios que la han pedido en el pasado y en algunos casos las condiciones impuestas por la ley han supuesto un rotundo “no” por parte de las administraciones. El caso de Marchamalo necesitó de varios años y un interminable papeleo para formalizarse.

La cosa se puso especialmente dura tras las condiciones impuestas con la reforma de 2013, que establece que para poder independizarse una localidad debe tener al menos 5.000 habitantes y los municipios resultantes deben ser financieramente sostenibles. Además, la decisión debe contar con el visto bueno de la Comunidad Autónoma a la que pertenezca el municipio y ser informada al Gobierno.

Entonces, a finales de los 90, Marchamalo sólo sumaba una población de 4.250 vecinos y vecinas, siendo la quinta localidad de la provincia por número de habitantes, pero pudo despedirse bajo la normativa imperante de la tutela de Guadalajara, a quien perteneció como barrio anexionado durante 26 años, e iniciar su camino en solitario. Uno que les ha llevado, según el actual alcalde, Rafael Esteban, a ser "un municipio autosuficiente y uno de los que puede presumir de mayor calidad de vida en Guadalajara y en toda la región".

Y no le falta razón. Según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), Marchamalo cuenta actualmente con una población de 8.568 personas censadas, 4.318 más que hace 25 años. Y es la sexta localidad más poblada de Guadalajara, tras la capital, Azuqueca de Henares, Alovera, El Casar y Cabanillas del Campo, del que hemos hablado recientemente en Magnet a raíz de otro fenómeno igual de interesante.

Si comparamos esta cifra con los datos que ofrece el padrón municipal este 2024, vemos que ha habido un incremento de 295 habitantes en el último año, un crecimiento del 3,5%, que se mantiene constante desde 2008, el año de la crisis.

¿De dónde llega toda esta gente? ¿Cuál es la explicación? Uno de los motivos lo encontramos en la vecina Madrid. Los madrileños llevan mudándose en tropel a Castilla-La Mancha durante los últimos años, lo que ha llevado a un incremento de la población en algunas localidades, a pesar de la despoblación rural. Mientras Castilla-La Mancha pierde habitantes en el conjunto de su territorio, los gana de forma continuada en ciertas localidades. 

De Madrid a Guadalajara, una tendencia

Es el caso de Marchamalo. Pero también de Yebes, otro pueblo de Guadalajara que ha pasado de tener 2.177 habitantes en 2012 a 4.936 en 2022, duplicando su población en 10 años. Muchos madrileños residen hoy en este pueblo. Allí está la estación del AVE, una parada intermedia que conecta Madrid, Zaragoza y Barcelona. Y está a unos 17 kilómetros de la ciudad de Guadalajara. Lo mismo le sucede a Torre del Burgo, que también ha duplicado el número de residentes.

¿Por qué? El alto precio de la vivienda en Madrid ha puesto de moda Guadalajara y ha impulsado el fenómeno. Comprar o alquilar un piso en Madrid está muy caro y muchas personas se han movido hacia el noroeste en busca de pisos baratos y servicios de calidad. Les compensa económicamente.  Según el último Informe de “Datos Básicos de Movilidad. Contratación y movilidad geográfica de los trabajadores de España”, un total de 85.181 madrileños trabajaban en Castilla-La Mancha en 2021, mientras que 142.843 castellanomanchegos van y vienen a trabajar a Madrid. Pero con el auge del teletrabajo, el fenómeno se ha acelerado aún más, sobre todo cuando los nuevos residentes en Guadalajara ni siquiera tienen que desplazarse en coche hasta la capital.

De hecho, el crecimiento poblacional ha extendido el llamado ‘Corredor del Henares’ hasta municipios mucho más alejados de la frontera con Madrid como Yunquera de Henares o Torija, la salida hacia Zaragoza y Barcelona, a unos 20 kilómetros de Guadalajara capital.

En Magnet hemos hablado de otro caso igual de sorprendente. El del pueblo que destaca por tener la de mayor tasa de actividad laboral de toda España y que también está en Guadalajara: Cabanillas del Campo. Allí hay más empleos que habitantes y ello se debe a su ubicación estratégica y al sector de la logística.

Aunque en este pueblo viven 11.263 personas, hay nada menos que seis polígonos con más de 4,5 millones de metros cuadrados. La mayoría de estos empleos los generan grandes empresas que aprovechan la logística de este enclave gracias a su cercanía a Madrid. En concreto, la renta media bruta por habitante es de 33.274 euros y el paro es de apenas un 9,19 %. Otra vez, que las áreas circundantes a la capital estén tan tensionadas y desbordadas ha beneficiado enormemente al municipio.

Y claro, cada vez más personas también quieren irse a vivir allí.

Imagen: Juan del Castillo Bellot (Flickr)

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