Que el catálogo patrio de celebraciones populares es tan amplio como pintoresco no es ninguna novedad, pero pocas hay en él tan peculiares como la del Colacho, una fiesta que se celebra cada año en las calles de Castrillo de Murcia, provincia de Burgos. La cita es un cóctel de Cristianismo y paganismo, risas, historia, devoción religiosa y disfraces. Nada que no se pueda ver en otras celebraciones a lo largo y ancho del país. Si el Colacho destaca sobre todas ellas es por una costumbre extra que sí resulta difícil encontrar fuera de Castrillo: durante la fiesta un vecino disfrazado de diablo salta sobre bebés acostados en la calle.
El espectáculo resulta asombroso. De hecho ya hace unos cuantos años que despierta tanto interés dentro como fuera de España.
Salto al bebé. Suena extraño, pero eso es literalmente lo que hacen los vecinos de Castrillo de Murcia, una pequeña localidad de la provincia de Burgos, durante la fiesta del Colacho: una persona enmascarada que representa al demonio corre y da grandes zancadas sobre bebés de menos de 12 meses apostados sobre colchones tendidos en plena calle. La propia Diputación de Burgos lo explica con claridad y de forma bastante visual: "A lo largo del recorrido los lugareños levantan altares de flores para que, a su paso, el Colacho haga una parada y salte por encima de los niños que ese año hayan nacido en Castrillo de Murcia".
No es el único episodio de las fiestas, que se celebran en la pequeña localidad burgalesa el domingo siguiente al día de Corpus, pero sí es el más llamativo. Y el que más expectación genera. El Colacho representa al diablo, así que durante la jornada intenta interrumpir las celebraciones religiosas e incluso llega a burlarse del sacerdote durante la misa. Como muestra el programa de 2023, los festejos duran varios días y en su momento álgido el Colacho se lanzarse a las calles fustigando a quien se encuentra a su paso con una cola de caballo.
Una fiesta con historia. Curiosa sí, histórica también. La celebración del Colacho no es precisamente nueva. El ayuntamiento de Sasamón, en el que se integra Castrillo de Murcia, recuerda que la fiesta acumula una "tradición secular" que puede remontarse al XVII y que se ha mantenido de forma ininterrumpida hasta hoy. A la hora de explicar sus orígenes la Diputación se remonta a los autos sacramentales y danzas celebradas en el XVII, después de que la Cofradía del Santísimo se agregara a la Archicofradía impulsada por el papa Paulo III.
"Los cofrades introdujeron un personaje burlesco, que ya existía en sus tradiciones, y le dieron un significado: representaría al diablo. Nació así la fiesta del Colacho, una auténtica representación teatral", relata. Su figura es por lo tanto la de un "mimo burlesco" que representa al diablo y recorre las calles ataviado con una botarga de colores chillones, un zurriago y la cara cubierta con una mascara.
"La farsa o juego de escarnio representa el mal y la herejía, algo que logra vencer la fe del pueblo cristiano con el Sacramento de la Eucaristía", explica el Consistorio de Sasamón antes de describir el momento más emocionante de la fiesta: "En algunas casas se disponen unos 'altares' […]. Frente a ellos, y en el suelo, se colocan colchones sobre los cuales momentos antes de la llegada de la procesión se tumba a los niños nacidos en el año". Durante ese recorrido el Colacho se detiene y deja las imágenes más impactantes de toda la cita: grandes brincos sobre los bebés.
Creando interés más allá de España…. La celebración resulta tan peculiar que no ha tardado en despertar el interés de vecinos de otras localidades, provincias e incluso países. En 2014 El Correo de Burgos explicaba cómo la fiesta había logrado eco en medios de Estados Unidos, Reino Unido o Australia, con reporteros que se desplazan hasta la pequeña villa para captar las imágenes del Colacho saltando con sus zapatillas deportivas sobre bebés. En los últimos años la cita ha cautivado también a National Geographic, EuroNews u Outlook India, que hace poco la colaba en su lista de las siete "fiestas más extrañas" del planeta.
Con el tiempo el peculiar festejo ha logrado la categoría de Interés Turístico de Castilla y León e incluso ha superado un desafío aún más complicado: vencer al paso del tiempo y la despoblación. Aunque Castrillo de Murcia es una localidad con pocos vecinos, en 2014 el Colacho "sobrevoló" casi un centenar de bebés dispuestos sobre decenas de colchones instalados en las calles del pueblo.
... Y adaptándose a los tiempos. ¿El motivo? "Ya no es necesario como hace décadas que los vecinos sean del pueblo porque no hay", explicaban a El Correo de Burgos desde la organización, que aclara que ahora los pequeños son hijos o nietos de residentes de la localidad o incluso de municipios vecinos. Para participar llegan las ganas, un poco de devoción y pagar "la voluntad", una pequeña cantidad que según recogía en 2014 el diario rondaba los 10 euros.
El objetivo: mantener viva una tradición secular que representa la victoria del bien sobre el mal, de la fe sobre la herejía… y que en 2024 exige de los Colachos unas buenas zapatillas deportivas para evitar sustos.
Imágenes: Provincia de Burgos, Ayuntamiento de Sasamón y Wikipedia
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