Adiós a los contratos temporales, hola a los indefinidos de un mes: el efecto de la reforma laboral

Empleado cafetería
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A principios de año, el Gobierno daba un mazazo a la temporalidad con la nueva reforma laboral. Sí, aquella aprobada con el voto equivocado de aquel diputado del PP que desencadenó una polémica inexplicable. El objetivo no era otro que reducir, al menos en las estadísticas, la temporalidad y reforzar la estabilidad laboral. Principalmente porque si algo sabemos de alternar contratos temporales con periodos de desempleo es que los ingresos se reducen una barbaridad. Y se crea precariedad.

Nada de eso se consiguió.

La máscara. Ya el año pasado varios expertos auguraban que lo que realmente haría el nuevo mecanismo de la reforma sería impulsar los contratos fijos discontinuos, gracias al cual se enmascaraba que un millón de asalariados no fueran registrados como temporales, sino como indefinidos, pese a que sus condiciones iban a ser prácticamente idénticas. Y bueno, es justo lo que ha pasado.

Siguen siendo "temporales". Porque hay truco. O mejor dicho, no se puede crear empleo de la nada, y más con la situación económica actual. En la teoría, los fijos discontinuos son considerados indefinidos porque no tienen una fecha de término definida. Pero en la práctica, realizan una actividad estacional durante algunos meses al año y están sin trabajo durante la mayor parte del ejercicio.

Es decir, que aquellas empresas que necesitan trabajadores de forma temporal lo que hacen es contratarles bajo contratos indefinidos, a pesar de que en realidad ya tienen pactado cuánto va a durar el empleo, y despedirles o suspender el contrato al finalizar ese tiempo.

Los datos. Tal y como ilustran las estadísticas de Randstad Research con datos del Ministerio de Trabajo, en los primeros ocho meses del año (y tras la reforma) el número de trabajadores que han firmado más de un contrato indefinido en un mismo mes ha sido de 175.183 personas, 11 veces más que en el mismo periodo de 2021, que era de 14.980 personas.

La tendencia. Si bien la reforma laboral ha impedido la contratación temporal (su objetivo principal), ha motivado otro fenómeno que es en realidad igual de precario: que aumente drásticamente el número de contratos indefinidos que se firman cada mes. Y sobre todo, que aumente la cantidad de personas que encadenan más de un contrato en el mes porque su duración es inferior a los 30 días.

Lo bueno. Sin embargo, es cierto que los empleados sí gozan ahora de varias protecciones y derechos que el temporal no les garantizaba, como una indemnización superior cuando se rescinde un contrato. Además de que pueden trabajar en otros lugares o, si no encuentran trabajo durante ese  tiempo de inactividad, cobrar el desempleo (si lo han generado).

Varios contratos indefinidos a la vez. Esto nos lleva a otros casos desalentadores. Hay asalariados que incluso tienen varios contratos indefinidos en vigor a la vez. (Por ejemplo, quienes tienen trabajos diferentes por la mañana y por la tarde). Tal y como se menciona en este artículo de El Mundo, si antes se firmaban una media de unos 150.000 contratos indefinidos por mes y el número de empleados que firmaba más de un contrato en ese periodo era de entre 1.500 y 2.000 (un 1%), ahora de los 600.000 contratos indefinidos que se pueden firmar mensualmente, hay alrededor de 40.000 personas con más de uno al mes (un 6%).

Y sube la parcialidad. Otra conclusión que podemos extraer de los primeros datos tras la reforma es que se ha incrementado la segunda causa de pobreza en el empleo: la parcialidad. En el primer trimestre, casi la mitad de los nuevos trabajadores indefinidos tenían un contrato a tiempo parcial, una cifra que multiplica por ocho el número que se registraba en el mismo periodo de los años previos a la pandemia.

Y, en la acera de enfrente, el empleo temporal que era destruido sí era a tiempo completo (casi 200.000 menos). Lo que nos lleva otra vez a que la precariedad laboral se está trasladando de una modalidad a otra. En este caso del empleo temporal al parcial. ¿Por qué? Es un mecanismo algo tramposo para que las empresas puedan hacer contratos precarios. Como no pueden contratar unos días al mes, contratan unas horas al día y así rebajan de forma significativa el salario respecto al SMI.

Imagen: Unsplash

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