La NASA temía la explosión del Saturno V. Así que construyó la habitación más segura del mundo: Rubber Room

  • La sala contaba con un suministro de oxígeno para 24 horas

  • Hoy se encuentra bajo la torre de lanzamiento de SpaceX

Rubber Room: el búnker de la NASA para sobrevivir a la explosión del cohete Saturno V
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En las profundidades del Centro Espacial Kennedy, en Cabo Cañaveral, se encuentra una de las habitaciones más seguras del mundo: Rubber Room, una reliquia de las misiones Apolo de finales de los años 60 y principios de los 70. Aunque nunca tuvo que usarse, esta cámara forrada de goma encarna las extremas precauciones que tomó la NASA durante la carrera espacial.

El Saturno V fue el cohete más alto y poderoso del mundo. Lo sigue siendo, si solo comparamos los cohetes que han lanzado astronautas (al menos hasta que el SLS de la NASA despegue con la misión Artemisa II, prevista para 2025, o la Starship de SpaceX complete el vuelo alrededor de la Luna que un millonario japonés contrató en 2018).

Con 111 metros de altura y más de 2 millones de litros de combustible en su interior, el Saturno V era básicamente una pequeña bomba atómica. Una explosión del cohete habría liberado una energía equivalente a medio kilotón. No en vano, era la energía necesaria para poner 100 toneladas en órbita o enviar a los astronautas de Apolo a la Luna.

Exponerse a una liberación repentina de toda esa energía era una muerte segura, pero imagina que tienes unos segundos para reaccionar. El manual de vuelo del Saturno V revela las vías de escape que ideó la NASA para esos casos, incluida Rubber Room, la habitación de goma.

Cuando el cohete más poderoso del mundo está a punto de estallar

Diagrama de los sistemas de escape de emergencia del Saturno V Sistemas de escape en la plataforma del Saturno V. Rubber Room (arriba) y tirolina (abajo)

El Saturno V tenía, por supuesto, un sistema de escape para eyectar rápidamente la cápsula con los astronautas a bordo en caso de explosión. Esa torre en lo alto del cohete no es una antena ni un elemento aerodinámico, sino otro cohete en miniatura listo para alejar la nave de una posible explosión y elevarla hasta una altura en la que pueda abrir su paracaídas.

Sin embargo, la torre de escape no funcionaría hasta el momento del vuelo o, al menos, hasta que la pasarela de acceso a la cápsula fuera retirada de la escotilla. ¿Cómo escaparía la tripulación si la emergencia ocurriese antes? Bien. Tendrían dos opciones: una rápida y una muy rápida, para cuando la situación fuera verdaderamente apremiante.

La opción rápida era una tirolina que se extendía desde la torre de lanzamiento umbilical hasta un punto seguro alejado de la plataforma. Este sistema contaba con arneses suspendidos en un cable de alta resistencia para deslizar a la tripulación. Ha seguido usándose durante décadas hasta la retirada del transbordador espacial en 2011.

Foto de Rubber Room el búnker subterráneo de la NASA en Cabo Cañaveral El aspecto actual de Rubber Room, el tobogán y la puerta de acceso al búnker

La opción muy rápida era un búnker esférico de hormigón armado y acero capaz de resistir la brutal explosión de un Saturno V. Se construyeron dos: uno bajo la plataforma 39A y otro bajo la plataforma 39B, usadas hoy en día para lanzar los cohetes Falcon de SpaceX y SLS de la NASA.

Para acceder a estos refugios, la tripulación debía tirarse por unos toboganes que daban a una habitación revestida de goma para amortiguar la caída: Rubber Room. La habitación de goma tenía a su vez una enorme puerta blindada por la que se accedía al búnker: Blast Room.

Equipada con asientos a los que podías sujetarte firmemente durante una detonación, esta sala tenía capacidad para 20 personas, estaba sostenida por amortiguadores y contaba con un suelo flotante de hormigón para proteger a sus ocupantes.

Sus paredes habían sido diseñadas para soportar una presión de 3.400 kPa. A modo de comparación, 270 kPa ya se consideran fatales para el cuerpo humano. Cada uno de estos búnkeres aguantaba fuerzas de aceleración de hasta 75G y ofrecía un suministro de oxígeno para 24 horas, en caso de quedar sepultado.

Afortunadamente, nunca tuvieron que utilizarse. Pero, tal vez por eso, fueron clausurados a finales de los 70 y cayeron en el olvido tras el programa Apolo. SpaceX, que se hizo cargo de la plataforma 39A en 2014, se comprometió a preservar la Rubber Room y el búnker como testimonio histórico de la carrera espacial.

Imágenes | NASA

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