Hace 7.000 años cayó en Siberia un meteorito que escapa a nuestra comprensión. La única certeza es que no es natural

Esta es la historia de un pedazo de roca que aterrizó en nuestro planeta hace miles de años, pero cuyo origen podría ser la respuesta a todo

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Pongámonos por un momento en la siguiente situación. Piensa en el material más potente e irrompible que se te pase por la cabeza, pero uno que sea real. Bien, ni siquiera ese que tienes en mente se puede acercar a la pieza que encontramos en el planeta. En Siberia dieron con un mineral cuya estructura, literalmente, escapa a nuestra comprensión, no debería existir, es imposible.

Pero existe, y la única certeza que tenemos hasta el día de hoy es que ese pedazo de roca no surgió de forma natural.

Un meteorito único. No sabemos hasta dónde se remonta la historia original del material, pero sí sabemos cuándo dimos con él. En el año 2009, los científicos encontraron un pequeño meteorito enterrado en una capa de tierra en el este de Rusia, en la zona de Khatyrka, Siberia.

El origen. La pieza se formó cuando recién lo hacía el sistema solar, pero el asombro del meteorito no tenía tanto que ver con números, sino con una estructura atómica insólita. Años después, se formuló un más que posible relato del origen del “viaje” hasta la Tierra. Uno donde el meteorito fue parte de un asteroide más grande que se formó junto con el resto del sistema solar.

Dicho asteroide se estrelló con fuerza con otro asteroide hace unos 600 millones de años. El asteroide volvió a sufrir otro impacto muchos años después, entre 2 y 4 millones de años. Esta vez, la colisión arrojó un fragmento que luego formaría el Khatyrka. La Tierra finalmente apareció frente al extraño cuerpo hace 7.000 años y, después de unos instantes ardiendo en nuestra atmósfera superior, se estrelló contra la superficie.

Al71ni24fe5 Tem 2 Imagen de microscopía electrónica de alta resolución del cuasicristal natural Al71Ni24Fe5 encontrado en el meteorito Khatyrka

Análisis posteriores. Aquella pieza espacial era única, con una composición de elementos inusual. Con todo, había algo más que dejó estupefactos a los investigadores: tenía una estructura cristalina extraña, una que contenía icosaedrita, lo que se conoce como un cuasicristal quíntuple. Dicho de forma sencilla, teníamos entre manos un material prohibido, imposible. Su nombre desde entonces: meteorito Khatyrka.

Primero fueron los cristales naturales. En la actualidad, los cristalógrafos han descubierto que hay cuatro tipos de simetrías que pueden tener los cristales naturales: doble, triple, cuádruple y séxtuple. Todos se basan en tomar una forma y girarla 360°. Por ejemplo, si giras un triángulo equilátero 360°, se ve igual. Al igual que si lo giras 120°.

Por tanto, después de girarlo por completo, obtienes el mismo patrón tres veces: una triple simetría. Otro ejemplo. Un hexágono regular tiene seis lados y se ve igual después de girarlo 60°, 120° o 360°. Por ello tiene simetría séxtuple.

¿Y los quíntuples? Bueno, teóricamente podrías tener una simetría quíntuple para un objeto que realiza múltiples rotaciones de 72° (después de cinco de ellas, vuelves a 360°). ¿El problema? Que no lo vas a encontrar en la naturaleza. Y por eso Khatyrka es tan alucinante.

Khatyrkamete Descubrimiento del tercer cuasicristal en Khatyrka

Cuasicristales. Se podría decir, por tanto, que un cuasicristal es una fase de materia sólida con simetrías que antes se creían imposible (dado que ahora las conocemos). El concepto en sí mismo, junto con el término, fue introducido por primera vez en 1984 por Steinhardt y Dov Levine, ambos entonces en la Universidad de Pensilvania.

Cuando se descubrió que el meteorito contenía este material misterioso, antiguo y ¿diseñado?, dijeron que podía formarse de forma natural. "El hallazgo es una evidencia importante de que los cuasicristales pueden formarse en la naturaleza bajo condiciones astrofísicas, y proporciona evidencia de que esta fase de la materia puede permanecer estable durante miles de millones de años", explicó Steinhardt.

Origen extraterrestre. En algún momento teníamos que empezar a hablar de ello. De hecho, los científicos habían planteado previamente otra hipótesis paralela a la de Steinhardt: que lo más probable es que se encontraran pruebas de vida extraterrestre en formas como la de Khatyrka. No solo eso. Un estudio de hace unos años venía a demostrar que su origen natural era poco menos que una utopía.

En el trabajo examinaron pequeños cristales de olivino en el meteorito para observar las cantidades de helio y neón que contenía. El olivino es muy común en los meteoritos, pero las muestras de Khatyrka son tan pequeñas, de menos de una décima parte de un gramo, que tuvieron que ser extremadamente cuidadosos y utilizar granos individuales de olivino de sólo 40 micrones de ancho.

Si no es natural... Lo cierto es que hasta el día de hoy, nadie ha podido explicar cómo se pueden formar los cuasicristales mediante procesos naturales, y es poco probable que ocurra. Su “simetría prohibida” hace imposible que se formen de forma natural. Los únicos cuasicristales conocidos, además de los encontrados, fueron sintetizados recientemente por científicos en condiciones de laboratorio.

Khatyrkite Sample 2 Pequeñas muestras del meteorito

El único con aluminio metálico. En 2017, otro trabajo descubrió 35 nuevos minerales en el meteorito Khatyrka. ¿Lo más asombroso? El meteorito era el único jamás encontrado que contiene aluminio metálico. Un descubrimiento sorprendente si tenemos en cuenta que los metales ricos en aluminio en rocas espaciales es algo poco frecuente debido a que el aluminio habría reaccionado para formar óxido de aluminio.

Entonces, ¿de dónde demonios vino? Es la pregunta del millón. Si hacemos caso a las palabras del profesor de Harvard, Avi Loeb, estaríamos ante el guion más legendario de la historia de la ciencia ficción. El investigador sugiere que nuestro universo podría haber sido creado en el laboratorio de una civilización tecnológica avanzada. Dado que nuestro universo tiene una geometría plana con “energía neta cero”, esa civilización podría haber desarrollado una tecnología que creara un universo “bebé” de la nada mediante túneles cuánticos.

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Imagen | Pexels, Paul J. Steinhardt et al., Scientific Reports, Paul Steinhardt

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