"La privacidad es un derecho fundamental". Así comienza la declaración de principios de Apple en su página dedicada a este tema. Para muchos la compañía liderada por Tim Cook es desde luego la gran defensora de la privacidad de los usuarios.
La empresa saca pecho constantemente en este tema, pero lo cierto es que sus medidas para proteger la privacidad de los usuarios son la excusa perfecta para utilizar esos datos en su beneficio. Y si no, atentos a lo que ocurre con la App Store
Haciendo caja mientras "protegen" los datos de sus usuarios
El discurso de Apple lleva tiempo siendo claro en este sentido. Se han autoproclamado defensores a ultranza de la privacidad. Aunque hay iniciativas e ideas que desde luego favorecen a los usuarios, otras tienen un lado oculto no tan positivo.
El analista Benedict Evans reflejaba ayer esa situación con una sencilla encuesta. Preguntaba a los lectores qué opinaban de The New York Times y su práctica de registrar el comportamiento de sus lectores para mostrarles mejores anuncios. ¿Es eso 'seguimiento' ('tracking') de esos lectores? Cuatro de cada cinco usuarios que respondieron a la encuesta pensaban que sí.
Lo curioso venía después, cuando Evans explicaba que la pregunta iba con truco: esto es justo lo que hace Apple, "y Apple está montando una campaña de marketing entera con la premisa de que eso no es 'seguimiento'". Él se preguntaba por tanto qué considera la gente que es seguimiento y qué no.
A partir de ahí, el debate. Muchos de los que contestaron a la encuesta entendían que sí lo era pero que todas las empresas lo hacían con el objetivo de mejorar sus productos y servicios. Eso es probablemente la verdad, pero no toda la verdad, como comentaremos más adelante.
De hecho, hay un ejemplo claro de cómo ese discurso de Apple tiene un lado mucho más polémico. El propio Benedict Evans compartía también una gráfica en la que se mostraba la evolución de los juegos en la App Store. En esa gráfica se veía como los juegos que uno compra ("Paid-to-download") representaban el 80% de los ingresos de la tienda a finales de 2008.
El cuento ha cambiado, y ahora representan menos del 10%. Lo que triunfa son las aplicaciones y juegos con compras dentro de la aplicación, los llamados juegos IAP (In-App-Purchase) que han validado un modelo "Freemium" en el cual no pagas por jugar al principio, pero acabas pagando si quieres disfrutar de ciertas opciones especiales del juego.
Eso no parece nada especialmente polémico: es ciertamente una forma de lograr que más jugadores prueben y disfruten de tu juego y luego, si quieren, gasten dinero en él.
¿Cuál es el problema? Como decía un usuario de Twitter, que Apple no quiere juegos con publicidad dirigida en su App Store. Eso según Apple va contra la privacidad de los usuarios. ¿Qué pueden hacer los desarrolladores? Ganar dinero con las aplicaciones y juegos IAP... mientras Apple se lleva un 30% de esos ingresos (que no se llevababa con la publicidad de apps gratuitas). Como decía Jobs en aquellas míticas keynotes, "boom".
La privacidad como arma arrojadiza
Es frecuente que en cada presentación o lanzamiento de productos y servicios de Apple los responsables de la empresa aprovechen para hablar de cómo protegen la privacidad de los usuarios.
No solo se preocupan por el tema nos indican una y otra vez, sino que además lo integran como parte fundamental de sus productos para luego, insistimos, presumir de ello. Lo hicieron por ejemplo en la campaña cuyo mensaje final era 'Privacy. That's iPhone" ("Privacidad. Eso es el iPhone").
Es cierto que el modelo de negocio de Apple no se basa en la publicidad, algo que sí ocurre con Google o Facebook. Ellas recolectan datos sin pudor, pero lo cierto es que Apple también recolecta datos aunque ellos aseguran que lo hacen con un único objetivo: mejorar sus servicios.
Ocurre por ejemplo con Siri: "los datos que se procesan o guardan en nuestros servidores se vinculan a un identificador aleatorio, que es una larga secuencia de letras y números. Esta información nos sirve únicamente para mejorar el funcionamiento de Siri, y nunca se comparte ni se vende".
Sea más o menos cierto, todas las empresas recolectan datos y todas, si tienen altavoces inteligentes, nos escuchan (un poco) a través de ellos. Apple no se salva de esa acusación, y de hecho hace tiempo se produjo una polémica importante por los clips de audio que recolectaban en sus HomePod y cómo los gestionaban.
Lo cierto es que la empresa no solo los usa para eso, y reconocen que además de usar esos datos "para crear mejor experiencias para ti" aprovechan la conocida privacidad diferencial para "mezclar tus datos y combinarlos con los de millones de personas. Así vemos patrones generales, en lugar de datos específicos que puedan ser rastreados hasta ti".
Esos patrones generales se pueden usar ciertamente para mejorar ciertos servicios, aplicaciones u opciones del sistema operativo. Apple lo hace "para identificar el emoji más popular o las mejores sugerencias para QuickType", y Google para saber que cuando buscamos por "Aguanchu bi fri" estamos en realidad buscando la canción "I want to be free" the Queen.
Sin embargo, Apple también vende anuncios, aunque lo haga a menor escala: lo indican en su web de soporte: "utilizamos información sobre tu cuenta, tus compras y descargas en las tiendas para ofrecerte publicidad y tener la seguridad de que los anuncios Apple Search Ads de App Store y los anuncios de Apple News y de Bolsa te resulten interesantes".
De hecho, aclaran en su apartado sobre publicidad, "Creamos grupos de personas, llamados segmentos, que comparten características similares, y utilizamos esos grupos para ofrecer publicidad segmentada. Para determinar a qué segmentos asignarte y, por tanto, qué anuncios recibirás, utilizamos información sobre ti".
Es en esencia lo mismo que prometen Google o Facebook en sus políticas de recolección de datos con fines publicitarios: todas ellas utilizan esos datos recolectados para ofrecerte anuncios más interesantes para tu perfil personal. Microsoft también hace algo parecido e indica si queremos "experiencias personalizadas" durante el proceso de instalación.
Lo cierto es que todos esos mensajes de las grandes (y no tan grandes) tecnológicas en el ámbito de la protección de nuestra privacidad son por supuesto discutibles. Como explicaban en The Boston Globe, estas empresas no están cambiando su forma de recolectar o usar los datos: lo que están cambiando es la forma en la que otros lo hacen.
Tenemos un ejemplo en la reciente batalla entre Apple y Facebook. Los cambios en iOS en cuanto a la llamada IDFA (IDentifier for Advertisers), similar al AAID de Android, harán que cada aplicación que quiera recolectar esos datos avise al usuario para que este pueda dar o no su consentimiento.
Es el último ataque a Facebook —antes habían hecho algo similar con WhatsApp— y sus sistemas de recolección de datos en iOS, algo que ha sentado muy mal a Zuckerberg, cuya empresa ya aprovechó para atacar a Apple por otros motivos en este particular toma y daca. El cambio desde luego protege a los usuarios, pero favorece en último término al ecosistema de Apple.
Es cierto que los usuarios ganamos alguna batalla, pero la guerra parece perdida y esas empresas no hacen más que hacerse más y más grandes y dominantes. El discurso de la protección de la privacidad es fantástico para la imagen de marca, pero esas posturas son lógicamente interesadas y están dirigidas a impulsar la relevancia de cada empresa... y sus ingresos.
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