Todo abre menos los colegios: qué planes tiene el gobierno y cómo se comparan con Europa

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Discotecas, terrazas, cines, centros comerciales y clínicas de fisioterapia. Gran parte de la actividad social y económica de España ha vuelto a la normalidad durante las últimas semanas. Con una notable excepción: los colegios. Han sido numerosas las voces críticas sobre el cierre permanente o aún parcial de los centros escolares. El gobierno ha asumido una reapertura total y presencial ya en septiembre.

¿Pero qué planes tiene exactamente?

En Fase 2. Los planes de desescalada elaborados por el ejecutivo contemplaban una posible apertura de los colegios en fase 2. La decisión última recaería sobre las comunidades autónomas, competentes en materia de Educación. La desescalada asimétrica, los intereses dispares de los gobiernos regionales, y las diferentes restricciones aplicadas según los grupos de edad ha generado una situación poco homogénea.

Situación actual. Como resultado, en unas comunidades algunos niños han podido regresar a las aulas y en otras, no. Algunos ejemplos:

  • En Aragón las clases lectivas no se retomarán ya hasta el siguiente curso. Pero los alumnos de FP y del último curso Bachillerato han podido concertar tutorías con cita previa desde el 25 de mayo.
  • En La Rioja se han ofrecido clases de recuerzo para los alumnos por encima de 5º de Primaria, y también para aquellos que afronten "retos significativos" como Selectividad, FP o el graduado.
  • En Madrid la apertura se retrasó al 8 de junio, y sólo para alumnos de Primaria o Secundaria que "necesiten refuerzo", además de tutorías con cita previa. Los de Bachillerato no volverán hasta el 16 de junio.
  • En Cataluña se han abierto todos los centros, pero las clases lectivas son testimoniales. Los profesores pueden concertar tutorías y se ofrecen clases excepcionales para grupos críticos, como Bachillerato.

La tónica es similar en otras comunidades. La asistencia de los alumnos siempre es voluntaria; se deben respetar ratios muy reducidos por cada profesor (unos quince alumnos o menos); se permiten tutorías con cita previa; cada colegio tiene autonomía para marcar sus tiempos; y, en general, las puertas se abren para que los docentes retomen sus tareas. Nada de un regreso a la normalidad diaria, con las aulas llenas.

Protestas. Se trata de un término medio fruto de las presiones que afrontan las autoridades. Los padres desean que sus hijos regresen, pero los profesores y las asociaciones escolares juzgan la vuelta "precipitada". Una tensión evidente en guarderías y cursos primerizos (menores de 6 años). Miles de familias tienen difícil conciliar su vuelta al trabajo con el cuidado de un niño pequeño. Las escuelas saben que mantener las medidas de seguridad en clases infantiles es tarea imposible y arriesgada.

De ahí que muchas comunidades se hayan mantenido firmes en el cierre de las guarderías, pese a lo sugerido por el Ministerio de Educación.

Ya en septiembre. El miércoles Isabeel Celaá confirmaba que las clases no volvería ya hasta septiembre. Lo hizo marcando algunas condiciones: el curso "absolutamente" será presencial; se establecerían pequeños grupos o "burbujas" de convivencia entre profesorado y alumnado de hasta 10 años, de entre diez o quince niños; y la mascarilla sería obligatoria para todo el mundo pero con "flexibilidad" para los más pequeños.

Las burbujas permitirán reducir distancias y aligerar contactos entre sus miembros. Las ratios pasarán de los 15 alumnos por profesor previstos originalmente a los 20, aunque es un asunto por cerrar. Se promoverá la instalación de mamparas o paneles protectores, además de la distancia de seguridad general; y si hubiera que confinar se priorizará "la presencialidad en los niveles y etapas inferiores". Hasta los 14 años.

Dificultad. La apertura o cierre de las escuelas opera a dos niveles distintos y en muchos sentidos irreconciliables: por un lado, una política restrictiva permite reducir el riesgo de contagio. Fue la opción adoptada por el gobierno cuando decretó el "aprobado general", la suspensión práctica del tercer trimestre. A escasas semanas de terminar el curso, y exceptuando Bachillerato, era preferible cancelar las pruebas.

Por otro, la brecha educativa. Al menos el 10% de los alumnos no cuenta con las herramientas para seguir las clases telemáticas. La escuela es un gran igualador porque distribuye recursos hacia niños que, de otro modo, no tendrían. Es una lógica que se ha roto y que afecta desproporcionadamente a las familias con menos recursos. Abrir las escuelas es una cuestión crítica, como explicaba Save The Children en abril:

Muchas familias no tienen los dispositivos necesarios ni, lo que es más importante, las habilidades y el nivel cultural para acompañar a los niños y niñas en un aprendizaje mucho más autónomo. Así es imposible garantizar la igualdad de oportunidades. Una parte del alumnado no está siguiendo el ritmo y corre el riesgo de desvincularse de la escuela, e incluso, de abandonar.

En Europa. ¿Qué se ha hecho en el continente? Dinamarca reabrió las escuelas a mediados de abril, con ratios reducidas y monitorizando la evolución de la epidemia. Tras un repunte puntual, la situación sigue controlada. Francia vivió un proceso similar: 120 brotes durante la primera semana de reapertura (con sus respectivas 120 escuelas cerradas) y estabilización posterior.

Casi todos los países han priorizado el regreso de los alumnos más pequeños (aunque muchos padres se opusieron con vehemencia). Pero aquel con las condiciones más similares a España, Italia, ha postergado la reapertura hasta septiembre para minimizar riesgos. Una decisión que ha espoleado críticas al gobierno en todo el país, esgrimiendo argumentos similares a los esbozados por los partidarios de la reapertura en España.

Imagen: Daniel González/GTRES

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