La influencia del narcotraficante más conocido de Colombia, Pablo Escobar, persiste en más sitios de los que te imaginas. Ya sea en el catálogo de Netflix, como nombre de restaurantes o incluso en camisetas. Pudo haber sido asesinado, pero su influjo se siente aún de formas inesperadas. Por ejemplo, en cómo la están liando en el país latinoamericano sus hipopótamos. Sí, aquellos que introdujo mediante contrabando como parte de su zoológico privado durante la década de los 80.
Ahora se han multiplicado y amenazan el medioambiente y a la población de la zona.
Invasión. En la década de 1980, el capo de la droga introdujo cuatro hipopótamos en su finca privada, la conocida como Hacienda Nápoles. Cuando fue confiscada a principios de la década de 1990, la colección de animales de Escobar se dispersó por los zoológicos de todo el país. Pero no los hipopótamos. Al principio, solo había cuatro. ¿Cuántos problemas podrían causar? Así razonaron los funcionarios colombianos encargados de desmantelar la extensa finca de Escobar. Se mostraban reacios a acercarse a los animales, cada uno muy agresivo y aproximadamente del tamaño y peso de un coche de cuatro puertas.
Ahora se cuentan por decenas y deambulan por los humedales al norte de Bogotá. De hecho, un estudio pronostica que la población de hipopótamos invasores aumentará a casi 1.500 individuos para el 2040. En ese momento, sus impactos ambientales serán irreversibles y su número será imposible de controlar. Los científicos advierten de que hay que hacer algo, y pronto.
Las consecuencias. Los lugareños han empezado a ver a los hipopótamos con cierto cariño. Pero para los científicos, son una amenaza ecológica que perjudica la vida silvestre nativa y contamina las vías fluviales locales. De vez en cuando, incluso, han atacado a humanos. El año pasado, por ejemplo, un ganadero fue sorprendido mientras recogía agua: el hipopótamo le mordió la pierna y lo lanzó por los aires, rompiéndole la pierna, la cadera y varias costillas.
En su hábitat natural, los hipopótamos pasan la larga temporada seca apiñados en cursos de agua que se han reducido a charcos. Allí, son vulnerables a las enfermedades. Pero la Colombia tropical es un paraíso para los hipopótamos. La lluvia es abundante, la comida también y no hay carnívoros lo suficientemente grandes como para representar una amenaza. Un estudio de 2020 de lagos habitados por hipopótamos reveló que los nutrientes en las heces de los animales alimentan grandes floraciones de bacterias y algas. Estos a su vez reducen el contenido de oxígeno del agua, haciéndola tóxica para los peces. Y ya existe la preocupación de que esto afecte a la industria pesquera de la región.
Una atracción turística. Mientras que la mayoría de las comunidades africanas desconfían de los hipopótamos —las criaturas matan a más personas al año que cualquier otro mamífero grande—, cautivan a sus vecinos colombianos. Las tiendas de regalos del cercano Puerto Triunfo venden llaveros y camisetas de hipopótamos. En el parque de atracciones que se construyó junto al antiguo palacio de Escobar, los visitantes pueden recorrer el lago donde ahora viven varias docenas de hipopótamos. El hipopótamo es la mascota del pueblo, dicen.
No se pueden cazar. Varios soldados han intentado dar caza a algunos de ellos en el pasado, pero los activistas de los derechos de los animales denunciaron la matanza y un juez emitió un fallo suspendiendo este tipo de caza. Se convirtió en ilegal matar hipopótamos en el país y fue entonces cuando los científicos, hartos del problema, decidieron que la única manera de detener esta invasión era esterilizarlos o castrarlos.
La solución. Los autores de un estudio publicado en la revista Biological Conservation incluso recomiendan que los hipopótamos sean sacrificados para evitar efectos negativos a largo plazo. Aunque la primera opción es un programa de castración para controlar la población. Así se ha iniciado una campaña de esterilización improvisada que no parece tener resultados. De 2011 a 2019, cuatro machos fueron castrados y dos hembras esterilizadas y no se ha visto ningún impacto importante en la reproducción, según el estudio. Los investigadores dicen que probablemente hay más de 80 hipopótamos en el área ahora mismo, frente a los 35 que había en 2012.
La investigación también revela que los hipopótamos estan en camino de cumplir con la capacidad de carga del ecosistema (alrededor de 1.418 animales) para 2039. Los funcionarios tendrían que aumentar el ritmo de esterilizaciones a alrededor de 30 por año, la mitad de ellas en hembras para tener algún efecto. Incluso entonces, simplemente se retrasaría el punto en el cual los animales hayan consumido toda la comida y espacio disponibles.
Un problema demasiado grande. No hay un lugar adecuado para colocarlos. La ciudad de Puerto Triunfo ya ha buscado zoológicos dispuestos a llevarse los hipopótamos durante años, sin éxito. Y no parece que ningún país africano vaya a arriesgar su propia población natural al reintroducir docenas de animales con orígenes misteriosos y comportamientos desconocidos. Ahora que el problema se ha hecho demasiado grande, ya no se puede seguir ignorándolo. La reubicación podría haber sido factible hace 30 años, cuando solo había cuatro ejemplares. Ahora la única opción que queda podría ser la más dolorosa. Y la que nadie quiere.
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