Renault fue pionera en la producción de tanques para la guerra. Y ahora va a empezar a fabricar drones para Ucrania

El hecho de que un fabricante de coches explore su conversión en productor de sistemas de combate marca una transformación profunda de la industria europea

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Miguel Jorge

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Ocurrió en las guerras mundiales del siglo pasado, y ha vuelto a pasar en Ucrania tras la invasión de Rusia. Hablamos de la conversión de fábricas automotrices en plantas de producción militar, una historia que volvió a ser noticia hace pocos meses en Alemania cuando la todopoderosa Rheinmetall, el mayor contratista de defensa, empezó a negociar con la mismísima Volkswagen para reconvertir una de sus plantas en productora de tanques. Sin embargo, la noticia que se ha conocido en las últimas horas es, quizás, aún más sorprendente.

Francia no quiere quedarse atrás. Lo hemos contado antes, la guerra de Ucrania ha transformado en apenas tres años el dron de combate en el arma táctica más influyente del siglo XXI, relegando muchas doctrinas tradicionales al archivo y forzando a las potencias europeas a adaptarse a una realidad bélica que se mueve a través de enjambres invisibles, inteligencia artificial y maniobras remotas. En ese contexto, Francia ha decidido no quedarse atrás.

El pacto. El anuncio más reciente y sorprendente: la colaboración entre Renault y una pyme francesa del sector defensa para producir drones de combate en suelo ucraniano, un movimiento que marca un giro radical en la estrategia industrial de París. Tal y como explicó el ministro de Defensa Sébastien Lecornu, se trata de un acuerdo “win-win” con Ucrania, en el que el grupo automotriz se une a una firma especializada para establecer líneas de ensamblaje dentro del país en guerra (no se han revelado las ubicaciones exactas por razones evidentes de seguridad).

Tampoco se ha especificado qué tipo de modelos, aunque sí se sabe que estarán destinados tanto a las Fuerzas Armadas ucranianas como al ejército francés, que busca entrenarse con sistemas desarrollados directamente en el entorno operativo real.

Producción local con cerebro ucraniano. La esencia del acuerdo está, no solo en el traslado físico de las cadenas de montaje a Ucrania, sino en la confianza explícita depositada en la experiencia de los técnicos, ingenieros y operadores ucranianos. Lecornu lo ha expresado con claridad: “Son mejores que nosotros diseñando drones y, sobre todo, desarrollando la doctrina que los acompaña”. De hecho, no se enviará personal francés a las fábricas: la producción será completamente nacional en términos ucranianos, reforzando al mismo tiempo la economía de guerra de Kiev y la capacidad de aprendizaje militar de Francia.

Sinergias. Esta sinergia entre conocimiento táctico en tiempo real y capacidades industriales pesadas pone a Ucrania en una posición central como polo de innovación bélica. El ejemplo más notorio: la operación “SpiderWeb”, en la que drones ocultos en camiones civiles se desplegaron a miles de kilómetros de la frontera, atacando aeródromos rusos en Siberia. Estas tácticas, imposibles de prever hace solo una década, hoy son materia prima para la estrategia militar de todo Occidente.

El tanque transformado en logo. Lo cierto es que Renault no está tan alejada del entorno bélico, como contamos hace un tiempo. De hecho, el famoso rombo de la compañía, hoy icónico y casi centenario, es una parte fundamental de esta asociación. Fundada en 1898 por los hermanos Louis, Marcel y Fernand Renault, la casa francesa inicialmente tenía un logo con dos 'R' entrelazadas. A lo largo de su historia, el logo evolucionó: en 1906, un Renault AK victorioso en el Gran Premio de Francia fue el protagonista, y sorprendentemente, en 1919, el emblema pasó a ser un tanque FT 17, un homenaje a la victoria aliada en la Primera Guerra Mundial y considerado el primer tanque moderno.

Es más, dicho tanque incluso tuvo presencia en conflictos españoles como la Guerra del Rif y la Guerra Civil. Finalmente, en 1923 se optó por un diseño que simulaba la parrilla de un coche con la inscripción Renault, y dos años después, en 1925, apareció el rombo que, con rediseños, se ha mantenido hasta hoy.

Una industria europea. Lo cierto es que Francia no es la única potencia que ha decidido fabricar en Ucrania. La tendencia viene de largo y lo contamos la semana pasada: Europa apuesta por hacer del país invadido por Rusia su nueva plataforma de defensa. Finlandia ya ha establecido una planta de producción de drones junto a socios locales y comenzará la producción en masa en 2025.

Los Países Bajos han comprometido 700 millones de euros a esta industria, el Reino Unido invertirá cientos de millones adicionales el próximo año, y Noruega ha redirigido fondos militares específicamente para el desarrollo y fabricación de drones ucranianos. En paralelo, la OTAN ha decidido institucionalizar este impulso con un mecanismo específico de producción de armamento, anunciado en la última cumbre de Ramstein. Qué duda cabe, para Ucrania, que planea fabricar más de 4,5 millones de drones para 2025, estos acuerdos representan una fuente vital de recursos, tecnología y legitimidad industrial.

Francia a contrarreloj. Pese a su influencia histórica en materia militar, Francia ha sido una de las grandes rezagadas en la carrera tecnológica del dron. Tal y como reconoció el general Jean-Paul Perruche, exdirector del Estado Mayor Militar de la UE, el país hablaba de drones ya en los años 80, pero la falta de conflictos "importantes" hizo que el desarrollo se estancara, mientras Estados Unidos, China e incluso Irán avanzaban.

Muchos drones. Hoy, el ejército francés dispone de alrededor de 3.000 drones, una cifra modesta comparada con la visión ucraniana de millones desplegados en los próximos meses. Un dato para situarlo en perspectiva: en el frente, el 70% de la destrucción de equipo ruso se atribuye ya a drones, no a tanques ni a artillería clásica. Francia, al igual que otros aliados, está reconociendo que la revolución no tripulada ya no es una promesa del futuro, sino un presente incuestionable.

La guerra como catalizador. En resumen, Francia ha tomado la decisión de ser actor principal en Ucrania con una colaboración que tiene varias lecturas y con la figura simbólica de Renault en el frente. Estos lazos entre una de las compañías de automóviles más históricas del planeta y la industria militar no es solo un ejemplo de adaptación pragmática a un conflicto prolongado: es también una señal de que la economía de defensa del siglo XXI ya no distingue entre civil y militar.

La alianza con Ucrania, basada en una lógica de complementariedad (experiencia en combate por parte de Kiev, capacidad industrial por parte de París) representa un nuevo modelo de cooperación europea frente a las amenazas híbridas y prolongadas. Mientras el campo de batalla se digitaliza y el espacio aéreo se convierte en un enjambre de sensores, municiones y cámaras, el dron ya no es solo un accesorio, es la columna vertebral de la estrategia militar moderna.

En ese tablero, Ucrania se posiciona como el laboratorio experimental más relevante del planeta, y Francia (con Renault) no quiere perder ese tren.

Imagen | Wikimedia, RawPixel

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