Guerra de Ucrania

A principios de los 90, tras el colapso de la URSS, Ucrania se convirtió en la tercera potencia mundial en armamento nuclear. El país decidió entregar su arsenal a cambio de que se respetasen sus fronteras.

Una estrategia utilizada durante los conflictos bélicos para debilitar al enemigo requiere dañar sus infraestructuras esenciales, y las centrales eléctricas son un recurso fundamental para cualquier país desarrollado.

La clave: aprovechar la tecnología inversa.

Varias empresas rusas ofrecen jugosas recompensas en efectivo por destruir o robar tanques occidentales en Ucrania: "Así habrá más entusiastas", señala el Kremlin.

La Agencia Internacional de la Energía Atómica (IAEA por su sigla en inglés) no se entretiene con rodeos: la central nuclear de Zaporiyia está en peligro debido al recrudecimiento de los combates en sus inmediaciones.

Su flota en la sombra no es lo suficientemente grande como para transportar todo su petróleo a Asia. Putin necesita necesita grandes barcos. Y eso supone una amenaza para el comercio mundial.

La estética marcadamente soviética de 'Atomic Heart' da problemas a sus autores.

Buques cisterna de la “flota fantasma” iraní han comenzado a transportar crudo ruso desde que en diciembre entraran en vigor las nuevas sanciones occidentales.

Rusia no solo ataca sobre el terreno, también lo hace en la red.

El recorte será de 500.000 barriles diarios, es decir, un 5% de la producción total de crudo ruso.

Starlink, la compañía espacial estadounidense fundada por Elon Musk, ha sido clave en la guerra de Ucrania ya que su servicio ha permitido a los ucranianos beneficiarse de acceso a Internet. Hasta ahora.

Las cinco petroleras más importantes de Estados Unidos y Europa han presentado unos 200.000 millones de beneficios netos en conjunto. Son cifras superiores al PIB de países como Argelia o Marruecos.