El fantasma de una humanidad infértil: la calidad de nuestro esperma se ha desplomado en sólo 40 años

HIJOS DE LOS HOMBRES
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Tener hijos en el futuro va a convertirse en un desafío. Si la tasa de natalidad ya estaba cayendo, otros problemas se suman a una crisis reproductiva que lleva años cociéndose inexorablemente. Los hombres van a tener problemas para ser fértiles ya que la cantidad de espermatozoides por eyaculación no ha dejado de bajar desde hace casi un siglo. Y no está claro qué está causando este fenómeno y cómo podemos revertirlo.

El estudio. Un estudio realizado por la Universidad Hebrea de Jerusalén y publicado en la revista Human Reproduction Update ha estudiado los casos de 153 hombres de 53 países que probablemente desconocían su fertilidad, y sugiere que la concentración media de espermatozoides cayó de 101,2 millones por mililitro a 49 millones por mililitro entre 1973 y 2018. Eso significa una caída del 51,6%. Y el recuento total de espermatozoides cayó un 62,3 % durante el mismo período.

Su concentración también ha bajado a menos de la mitad que hace 50 años, acercándose al umbral de la infertilidad. Y el ritmo del descenso se ha acelerado en lo que va de siglo, doblándose. Al observar los datos recopilados en todos los continentes desde 1972, los investigadores vieron que las concentraciones de esperma cayeron un 1,16% por año. Sin embargo, la disminución anual es del 2,64% desde el año 2000.

¿Por qué? Según el profesor Hagai Levine, autor del estudio, no está claro qué podría estar detrás de esta tendencia. Una hipótesis que han barajado varios científicos es que los químicos disruptores endocrinos u otros factores ambientales pueden desempeñar un papel importante, actuando sobre el feto en el útero. Es decir, la exposición a químicos y contaminantes ambientales que provocaría una disrupción hormonal del eje hipotálamo-hipófisis-gónadas. La capacidad total de espermatozoides se determina durante el desarrollo fetal, por lo que la exposición a sustancias químicas creadas por humanos, el estrés y la mala alimentación durante el embarazo podrían ser factores contribuyentes.

Además, hábitos como fumar, beber y la obesidad también podrían tener consecuencias graves. El exceso de peso cambia los niveles hormonales, agregando más estrógeno al cuerpo. Y el exceso de grasa alrededor de los órganos reproductores masculinos podría aumentar el calor allí, lo que disminuiría la producción de esperma. Un estilo de vida saludable, sin duda, puede ayudar a aumentar la cantidad de espermatozoides.

Peligro a la larga. Estudios anteriores indican que la fertilidad se verá comprometida si la concentración de espermatozoides cae por debajo de los 40 millones por mililitro. Si bien la última estimación aún está por encima de este umbral, los expertos señalan que esta es una cifra media y que el porcentaje de hombres por debajo de este umbral habrá aumentado. "Esta es una señal de que algo va mal y que debemos hacer algo al respecto. Creo que es una crisis que es mejor abordar ahora, antes de que llegue a un punto de inflexión que puede no ser reversible", explicaba Levine.

Otra consecuencia: enfermedades. Las implicaciones van más allá de la caída de la fertilidad. El recuento bajo de espermatozoides está vinculado con más enfermedades (cardiovasculares, diabetes y cánceres testiculares) y una esperanza de vida más corta, según apuntan varios estudios. Y esto tiene su impacto negativo para la salud masculina en general, relacionado con otras tendencias adversas, denominadas genéricamente síndrome de disgenesia testicular.

Un futuro infértil, un futuro envejecido. Estos problemas no son sólo un obstáculo para las parejas que intentan tener hijos. También son un gran desafío para la sociedad, ya que cada vez habrá menos jóvenes para trabajar y la población se envejecerá aún más. Según advierten los expertos, el pico de población mundial se alcanzará en la década de 2060, con 9.700 millones. Y luego se irá reduciendo hasta los 8.800 en 2100. Esta caída de nacimientos hará que la edad media mundial siga aumentando y afectando negativamente a las economías, con un sistema de pensiones mucho más inestable y una fuerza de trabajo reducida.

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