En su lucha contra el spoiler, Juego de Tronos grabará varios finales alternativos de la última temporada

En su lucha contra el spoiler, Juego de Tronos grabará varios finales alternativos de la última temporada
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Cierto es que Juego de Tronos se ha deleitado en el camino, en la exploración de los personajes, en los largos trayectos que atravesaban el continente y a través de los que conocíamos paisajes, culturas, diversas formas de violencia y un sinfín de intrigas políticas. Pero también lo es que el final siempre ha sido lo más importante.

La serie ha jugado desde su primera temporada con la expectación como arma definitiva, con el asegurado clímax en el noveno episodio para mantener a millones de espectadores enganchados. La dinámica ha servido para alimentar el fenómeno spoiler, y a miles de personas tratando de huir de ellos desesperadamente cada lunes. En Juego de Tronos el final es sagrado. Y un bien a proteger.

De ahí que para su octava temporada, la última a airearse dentro de ¡año y medio!, los productores estén tanteando la posibilidad de grabar varios finales alternativos. El objetivo es limitar los daños de las costosas filtraciones que tanto han marcado a la séptima temporada, lanzar diversos cebos que imposibiliten saber de antemano cuál será el desenlace final y definitivo.

La idea busca proteger, ante todo, el rodaje. Durante los últimos años han proliferado los fotógrafos furtivos tomando imágenes de actores regresando de formas inesperadas (Gendry, Joe Dempsie) o de escenas que podían alentar suposiciones sobre el camino que tomaría la trama (Jon Snow y Daenerys juntos con un dragón), además de drones que, desde el aire, pueden desvelar parte del importante pastel.

Final
¿Y si gana él?

Dada la importancia del final como fenómeno, y en especial del cierre definitivo y último a todas las tramas aún abiertas y al que la serie se ha encaminado de forma fascinante desde el minuto uno, la grabación de múltiples escenas finales impide saber a los filtradores cuál es exactamente la buena. Cuál terminará siendo la verdadera. A la confusión hay que sumar la bala de plata que ganan los guionistas con dicha táctica: elegir a su conveniencia, se filtre o no, una de las variadas resoluciones.

No es algo que Juego de Tronos haya inventado (ni siquiera que haya confirmado: en Vanity Fair han intentado hablar con los creadores de la serie y no han soltado prenda). Los Soprano o en especial Perdidos optaron por estrategias similares. En este último caso, la serie lanzaba spoilers ficticios que permitían confundir a los seguidores, particularmente obsesivos con el desenlace final de la trama global, y mantenía entretenida a su hiperactiva audiencia entre semana.

The Walking Dead optó por una estrategia similar. En particular, grabó diversas escenas en las que todos los personajes principales acababan muriendo, lo que permitía no sólo confundir a quien estuviera espiando el rodaje, sino asegurar que la historia pudiera tomar cualquier dirección. Balas en la recámara que, además, servían para imaginar en la mente del protagonista principal, Rick, cómo podía ser la muerte de sus colegas.

Para una serie como Juego de Tronos la estrategia puede ser particularmente cara, de ahí que cebos anteriores (como el citado dragón de Daenerys y Jon Snow) fueran hábilmente identificados por los seguidores más obsesivos. El final de Juego de Tronos no va a ser barato, ni parco en recursos, de modo que el rodaje de cinco o seis a la vez podría disparar el presupuesto, el tiempo y los recursos. Lo cierto es que, de consumarse la idea, ni los actores estarían enterados.

Dragones

Para nosotros, seguidores, es una maldición y un alivio: una maldición porque tendrá literalmente a todo el mundo teorizando sobre cuál podría haber sido el final alternativo y por qué la serie se decantó finalmente por el que sea que nos espere, alimentando las seguras críticas y las ensoñaciones; alivio porque, aunque las filtraciones sean inevitables, es probable que prácticamente toda la humanidad llegue al último capítulo sin saber qué pasará.

Sea como fuere, tendremos que esperar demasiado. Hasta 2019, pan, agua e impaciencia.

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