El "verano eterno" de 2022 ya tiene sospechoso: la mayor erupción de un volcán en la era moderna

El "verano eterno" de 2022 ya tiene sospechoso: la mayor erupción de un volcán en la era moderna
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El 27 de agosto de 1883, los habitantes de la isla de Mauricio escucharon un extraño ruido "que venía del este, como el rugido lejano de pesados cañones". El único problema es que al este de Mauricio solo hay agua, kilómetros y kilómetros del vasto océano. ¿Qué podían estar escuchando? Lo que escuchaban era el Krakatoa destruyendo todo a su alrededor a más de 5.000 kilómetros de distancia. Esta erupción, como la del Pinatubo en 1921 o la del Tambora en 1815, provocaron un enfriamiento súbito de todo el planeta. A 1816, de hecho, se le llamó "el año sin verano".

Y es que eso es lo que hacen los volcanes más salvajes. Vertiendo miles de toneladas de gases a la atmósfera, tienen la rara capacidad de enfriar el el planeta entero. Por eso, hasta hace poco nadie había pensando que este calor pegajoso pudiera tener algo que ver con el Hunga Tonga, el volcán tongano que entró en erupción el enero pasado. Ahora sabemos cómo pudo hacerlo.

La columna volcánica más alta jamás registrada. Lo que pasó en Tonga no fue una erupción normal. Se trató de uno de esos eventos que ocurren una vez cada milenio: una de las erupciones más grandes (si no la que más) que hemos visto en la era moderna. Si pasó algo desapercibida (pese a que provocó devastadores tsunamis, se tragó una isla entera y afectó a más de 100.000 personas) fue sencillamente porque ser submarina.

Sin embargo, como publica hoy la revista 'Science' ni siquiera teniendo todo el océano Pacífico encima de él fue suficiente para pararlo. Los datos demuestran que el Hunga Tonga fue capaz de levantar la mayor columna volcánica nunca vista. Precisamente eso es lo que "ha cambiado las reglas del juego".

¿Puede un volcán calentar todo el planeta? Lo normal, como decía, hubiera sido que el Hunga Tonga nos empujara a un año realmente frío. Como nos explican desde Meteocat, “cuando las erupciones volcánicas cerca del ecuador inyectan muchos gases y aerosoles en la estratosfera aumentan la radiación solar reflejada por el planeta y baja la temperatura en la superficie". De hecho, este fenómeno está muy bien estudiado

Sin embargo, con esta erupción algo cambió. Concretamente el vapor de agua. Es muy raro que las erupciones volcánicas inyecten mucha agua en la atmósfera. Si repasamos el histórico reciente, solo dos erupciones (la del Kasatochi estadounidense de 2008 y la del Calbuco chileno de 2015) han enviaron cantidades apreciables de vapor de agua a altitudes tan altas. E incluso en esos casos, el vapor se disipó rápidamente.

58.000 piscinas olímpicas. No fue el caso del Hunga Tonga. Las cifras son elocuentes por sí solas: un estudio publicado en 'Geophysical Research Letters' estimó que el volcán envió alrededor de 146 teragramos de vapor de agua; esto es, el equivalente al 10% del agua de la atmósfera. Para hacernos una idea, eso es cuatro veces la cantidad de vapor de agua que envió la erupción del Monte Pinatubo de 1991. 146 teragramos de agua es lo suficiente para llenar 58.000 piscinas olímpicas.

Ff7hrpgx0ae6uyl Meteocat - Anomalía térmica de 2022 en Barcelona

¿Está el Hunga Tonga detrás de este verano eterno? Eso es lo que se está discutiendo ahora mismo y todo parece indicar que ha jugado un papel muy importante en la anomalía térmica de 2022. Lo que está por ver es qué ha hecho exactamente y por qué ha afectado a algunos lugares y no a otros. No hay que olvidar que mientras en Europa vivía "olas de calor" históricas, América del Sur viene sufría friajes y bajas de la temperatura no menos históricos. Es decir, la respuesta no es tan sencilla.

Nunca lo es. Pero, en este caso, tampoco podemos decir que sea sorprendente. Al fin y al cabo, hemos aprendido que la atmósfera es un sistema tan complejo que los cambios que se dan en una parte del mundo pueden acabar provocando desastres naturales en otro lugar. Y pueden hacerlo incluso años después. En los próximos años descubriremos qué pasó con el Hunga Tonga y eso nos acercará aún más a uno de los sueños más viejos del ser humano: la geoingeniería, el poder para controlar el clima a escala planetaria.

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