La extensión del hielo en ambos polos está rompiendo récords. Aunque por motivos distintos. Mientras el Ártico está perdiendo hielo a marchas forzadas, en la Antártida la extensión de hielo se ha mantenido (o incluso está creciendo) en los últimos años. Desde los años setenta, la extensión del hielo antártico ha permanecido sorprendentemente estable. Sobre todo, si tenemos en cuenta el incremento de temperaturas que hemos observado durante los últimos cuarenta años.
Los científicos llevan décadas proponiendo numerosas teorías para explicar este fenómeno. Se ha especulado sobre el papel del agujero de la capa de ozono, sobre las posibles diferencias en el nivel de salinidad del mar y sobre el fortalecimiento progresivo de los vientos antárticos. Pero ninguna teoría daba en el clavo. Estaba claro que algo estaba protegiendo el hielo, pero no sabíamos qué. Hasta ahora porque un nuevo estudio de la NASA cree haber encontrado una respuesta.
Dos lugares tan parecidos y tan distintos
Un equipo de la NASA, la NOAA y algunas universidades ha identificado dos factores geológicos de la Antártida y del océano antártico que explican este extraño comportamiento del hielo en el Polo Sur. Son la topografía de la Antártida y la profundidad del océano que la rodea. Estos dos factores son críticos para entender cómo los vientos y las corrientes marinas ayudan a la formación y evolución del hielo antártico.
"Nuestro estudio aporta evidencias bastante fuertes de que el comportamiento del hielo en el océano Antártico es completamente consistente con las características geofísicas encontradas en la región polar sur. Características que difieren completamente de las que presenta el Ártico", explica Son Nghiem investigador del Jet Propulsion Laboratory de Pasadena y director del equipo.
En busca de los hielos del sur
La variación entre la extensión máxima del hielo (en septiembre) y la extensión mínima (en febrero) lleva siendo la misma desde que empezamos a medirla: un 17%. Esta estabilidad ha supuesto todo un reto para los científicos. Para superarlo, Nghiem y su equipo decidieron cambiar de enfoque. Han analizado todos los datos que recopiló el satélite QuickScat de la NASA entre 1999 y 2009. Gracias a ello han podido categorizar los distintos tipos de hielo e identificar patrones en los movimientos este.
Lo que han encontrado es realmente fascinante. Normalmente pensamos que el mar se va congelando de forma concéntrica desde el polo hacia el exterior: como si fueran capas de una cebolla. De esta forma, el hielo viejo queda protegido por el hielo joven que le sirve de coraza. Así crece y decrece el hielo en el ártico; en cambio, no es esto lo que pasa en el océano antártico.
Los nuevos análisis muestran que, por la geofísica de la Antártida y a diferencia de lo que ocurre en el norte, las corrientes y los vientos empujan al hielo más viejo, compacto y resistente lejos de la costa. De esta forma, crean una especie de capa protectora que permite al hielo más joven desarrollarse lejos de las zonas más cálidas del océano. Por eso, la extensión del hielo es mucho más estable: esta capa de hielo viejo (de entre 100 y 1000 kilómetros) aísla y protege al hielo más joven del calentamiento global.
De esta forma, y de confirmarse, acabamos de descubrir uno de los mayores misterios del Polo Sur. Pero no se preocupen, aun quedan muchos por resolver.
Imágenes | NASA
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