En noviembre de 2023, el Ayuntamiento de Esponellà (en la comarca gerundense del Pla de l'Estany) se dio cuenta de que estaba superando los 230 litros por persona y día que podían consumir según la ley. Ese mes, por ejemplo, de media se gastaron 291 litros por cabeza. Por compararlo, la media en España son 133 litros.
Y, claro, con la enorme sequía que atraviesa Cataluña (y especialmente el sistema Ter-Llobregat), no podía ser.
Tras el rastro de agua. Ayuntamiento y empresa distribuidora se pusieron a investigar con la idea de entender qué estaba pasando. En seguida descubrieron consumos elevados en algunos negocios; especialmente, ciertas explotaciones ganaderas que "por la naturaleza de su actividad es perfectamente posible que esto no esté aparejado a ningún mal funcionamiento ni a ningún mal uso".
Sin embargo, algo llamaba la atención: los cinco millones de litros que había gastado un solo vecino.
Algo no cuadraba. Es decir, hablamos de una casa individual que sí, tenía jardín y piscina, pero como muchas otras casas de la localidad. Esponellà no es un pueblo muy grande (467 habitantes), conocían al vecino y, por lo que sabían, era alguien concienciado con la sequía. ¿En que se había gastado cinco millones de litros de agua?
Así que se pudieron a revisar los datos, mirar fugas y examinar contadores. Pero no, todo parecía en orden. A falta de que encuentren otra cosa, la explicación parece sencillísima: aun estando concienciado por el problema, no había tomado ninguna medida (ninguna) para reducir su consumo. El riego automatizado y el modo de mantenimiento de la piscina producían un gasto de agua descomunal.
Infracción muy grave. Visto lo visto, el Ayuntamiento abrió un expediente al vecino con vistas a imponerle una multa por lo que según el reglamento regulador del servicio municipal de agua sería una infracción muy grave. ¿En qué se traduce esto? En una cantidad que va desde los 1.501 hasta los 3.000 euros.
¿3.000 euros? Como máximo. Además, según ha explicado el Ayuntamiento, si el vecino no pone remedio estudiarán desconectarlo de la red y quitarle el contador. Y ya está.
Una anécdota que va más allá. La situación pone en evidencia nuestra forma de gestionar el agua: muestra cómo la concienciación no se traduce directamente en acciones de ahorro, muestra los problemas que tenemos para sancionar este tipo de conductas, pero sobre todo muestra los agujeros del sistema.
No deja de ser curioso que en un país que lleva sufriendo sequías severas desde hace décadas, sea posible gastar cantidades descomunales de agua sin que salte ninguna alarma. Y es que, aunque sabemos que "más del 15% del agua destinada a consumo urbano se pierde en fugas por el mal estado de las cañerías y una mala gestión", no parece que esto sea una prioridad.
Imagen | Josep Maria Viñolas Esteva
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