La fatiga de la suscripción es real, pero Adobe se ha quedado sin motivos para dejar de ofrecerlas

Adobe
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En Xataka, como en cualquier otro rincón de Internet, llevamos años hablando de la fatiga de la suscripción. Las empresas basadas en servicios online abrazaron el negocio MRR (Monthly Recurring Revenue, Ventas Recurrentes Mensuales) y su éxito contagió a otras industrias, a veces hasta extremos absurdos, a menudo hasta escenarios de hastío. De fatiga.

Sin embargo, los dólares, que suelen dar y quitar razones, están del lado de las empresas que apostaron por un modelo que rebaja la barrera de acceso a cambio de negarnos la propiedad, un modelo que suele ser amigable con quien necesita usar servicios de forma puntual pero que no sale a cuenta para quien quiere un producto de forma perpetua.

Dicho de otro modo: no hay ningún problema en pagar por usar un cuarto de baño cuando el apretón nos pilla lejos de casa, pero a nadie se le ocurriría poner un váter que funcione por un euro el uso en su propio hogar. Cada vez hay más empresas ofreciéndonos el equivalente a un váter de suscripción para nuestro cuarto de baño.

Un 93%

Hay varias empresas que han logrado aumentar su facturación abrazando el modelo de suscripción, ya sea reemplazando en buena medida sus anteriores ingresos por venta directa, como Microsoft con Office; o bien ampliando su facturación asociando servicios de suscripción a su venta de hardware habitual, como la propia Microsoft con Game Pass en las Xbox o Apple con cada vez más servicios que utilizar en sus iPhone; o bien emergiendo como nuevos negocios, caso de Spotify y su barra libre de música bajo suscripción, por ejemplo.

Sin embargo, si hay una empresa que ha cambiado su historia gracias al auge de las suscripciones, es Adobe, que ha reducido el uso de su software sin licencia reduciendo la barrera de entrada mediante las suscripciones. Y de esa forma ha logrado llevar su facturación anual a cotas jamás alcanzadas antes, y que difícilmente hubieran alcanzado de haber mantenido el modelo.

Adobe va a cerrar 2022 con casi 18.000 millones de dólares facturados, de los cuales más de 16.000 millones llegan mediante este modelo de negocio. El crecimiento de cada tipo de ingreso es muy dispar: la venta de licencias se estancó, también en parte por la crisis de 2008; mientras que las suscripciones no han hecho más que aumentar.

Hay otra forma de verlo: casi el 93% proviene de las suscripciones, que permiten a estudiantes, diseñadores, fotógrafos o editores utilizar sus aplicaciones sin tener que afrontar cientos de euros de factura inicial. Un vuelco al negocio de Adobe en unos pocos años.

No solo es que las suscripciones supongan cada vez más ingresos y más porcentaje de la facturación de Adobe, es que los ingresos por venta directa llevan tres años estancados en 1.200 millones de dólares, eran muy superiores años atrás, cuando rozaban los 4.000 millones; y un paseo por su web corporativa basta para entender que el enfoque de la empresa siguen siendo las suscripciones.

Puede que fatiguen, y con razón; pero no hay motivos para pensar que algunas empresas, hoy por hoy, tengan ningún motivo para replantearse la hoja de ruta en la que las suscripciones figuren como el núcleo de su negocio, o al menos una parte importante de él. Al revés.

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