Es uno de los minerales más codiciados en estos momentos. Y México tiene mucho. Concretamente, 234.855 hectáreas que serán nacionalizadas para que "para que no lo puedan explotar extranjeros, ni de Rusia, ni de China ni de Estados Unidos". Así lo ha anunciado López Obrador, presidente del país, en un viaje por Sonora.
Se calcula que México tiene 1,7 millones de toneladas de litio sin explotar. Una cifra que está lejos de la que ofrecen países como Bolivia, Argentina o Chile, en América, pero que le sitúa como el décimo país del mundo con mayor cantidad de oro blanco a explotar.
El movimiento político lleva fraguándose desde abril para blindar el 2,3% de las reservas mundiales de este mineral, clave en la fabricación de baterías para vehículos eléctricos. La decisión es clave justo en el momento que Estados Unidos ha apostado por potenciar la fabricación de vehículos eléctricos.
Los fabricantes de Estados Unidos empezaban a mirar con buenos ojos al país vecino, pues se posicionaba como una región muy cercana donde minar el litio y trasladarlo a las fábricas de baterías que Joe Biden, presidente de Estados Unidos, quiere instalar en el país.
Además, también coincide con el supuesto interés de Tesla de construir una planta en México, así como los rumores recurrentes de que la compañía se estaría planteando minar por sí misma el mineral para reducir unos costes que Elon Musk ha llegado a considerar desproporcionados.
El problema no es extraerlo
La minería y extracción de litio está siendo demasiado lenta para el volumen de demanda que requiere el mercado del coche eléctrico y los planes de futuro. Lo propios fabricantes de coches eléctricos han pensado en reconvertirse en empresas de minería pero la puesta en marcha del sistema y la obtención del máximo rendimiento es demasiado lento.
No es que el litio sea escaso, es que el mineral está siendo minado a un ritmo muy lento. Un contexto que ha disparado las compras de pánico, elevado su precio y ha constatado el duro control que tiene China sobre la cadena de suministro.
Pero, además, México se está encontrando con un problema: ¿qué hacer con el litio? Y es que, en los últimos meses, el propio López Obrador ha reconocido que necesitan de inversión privada para convertir el litio en baterías, pues el coste es tan alto que no podrían asumirlo.
De poco sirve extraer litio si, posteriormente, se vende como materia primas para que otros lo manipulen y extraigan de él el mayor rendimiento económico de la cadena. Es un problema que se ha hecho patente en Extremadura, donde se ha puesto como condición a diversas empresas que, de extraer allí el litio, tendrán que emplearlo para fabricar baterías en la región y que el dinero no vuele a otras regiones y países.
La consecuencia es que la reforma de la Ley Minera del país, en la que se especificaba que sólo el Estado podría extraer y producir litio en el país, se votó en abril pero, desde entonces, el Estado no sabe cómo rentabilizar la inversión y no ha encontrado socios privados que estén dispuestos a embarcarse en la aventura del oro blanco mexicano.
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