Neuralink va a cumplir ocho años, y su gran reto hasta ahora no ha sido la innovación. Ha sido ponerse al día

La empresa ha dado a conocer la tecnología entre el gran público, pero sus aportes van más allá de lo publicitario

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En unos pocos años Neuralink se ha convertido en uno de los pesos pesados en el sector de los implantes cerebrales y los interfaces cerebro-ordenador (BCI). Sin embargo este ascenso tiene algunos matices que convierten esta aparente revolución en una sencilla (pero importante) evolución.

Neuralink surgió hace casi ocho años, uno de los ya entonces numerosos proyectos del magnate sudafricano Elon Musk. Por aquel entonces el concepto de BCI ya contaba con más de una década, pero la industria todavía estaba en pañales.

Hoy en día no solo contamos con interfaces que nos permiten controlar herramientas digitales con nuestro cerebro, también contamos con implantes cerebrales que cumplen como interfaces en los cerebros de un puñado de personas, participantes en distintos experimentos.

Una de ellas, el participante en el primer ensayo clínico de Neuralink. El implante fue anunciado en enero y el mes pasado pudimos conocer algunos detalles más sobre su estado y sus primeras experiencias con el implante.

Sin embargo el participante ni es el único en recibir un implante a modo de BCI ni es siquiera el primero. El anuncio del comienzo de los ensayos clínicos en humanos fue realizado por Synchron hace ya unos años. Esta empresa (que tiene sedes den EE UU y Australia) ha ido ampliando este primer ensayo con nuevos pacientes en los últimos dos años.

Podemos añadir también que, al igual que no todos los BCI son implantes cerebrales, tampoco todos los implantes cerebrales son interfaces que nos conectan a computadoras. En este sentido, si ampliamos nuestra búsqueda a otros chips cerebrales, podemos encontrar también otros equipos científicos que han hecho notorios avances, como los que trabajan en chips de estimulación profunda del cerebro (DBS).

Entonces, ¿dónde está la innovación en Neuralink? El equipo de Neuralink ha hecho mucho más que “ponerse al día” en estos últimos ocho años. Pero si hay una innovación que debemos destacar de esta empresa, curiosamente, no se halla en los chips cerebrales.

Se halla en la técnica utilizada para implantarlos.

Durante su lustro y medio de andadura, Neuralink no solo ha desarrollado un implante funcional, también ha creado un mecanismo para implantarlo y “conectarlo” a nuestro cerebro. R1, que es el nombre de este aparato (el implante por su parte ha sido bautizado como N1) es capaz de manipular con precisión los diminutos cables del implante, finalizando su trabajo de conexión en unos 15 minutos.

Podemos aquí contrastar también el trabajo de Neuralink con el de Synchron, que se decantó por un sistema de implante más sencillo y basado en una tecnología preexistente. Esta empresa utilizó un stent, un mecanismo utilizado entre otros contextos en cirugías cardiovasculares para reforzar la estructura de venas o arterias. Mediante este mecanismo la empresa logra acceder al cerebro de una forma no-invasiva.

Hay algo más en lo que el trabajo de Neuralink ha destacado: dar a conocer esta tecnología al mundo. Las nuevas tecnologías no solo deben inventarse, también deben llegar al público. Para ello son necesarias inversiones que abaraten el producto, pero también que exista interés en él.

Son varias las historias de productos innovadores que han acabado en el olvido por la falta de interés del público. También ejemplos de tecnologías preexistentes que de repente despuntaron al ganarse atención del público sin grandes disrupciones.

La ciencia se hace a lomos de gigantes y muy a menudo las innovaciones son incrementales. Neuralink es una evolución y no una revolución, esto no es algo extraño. Ni algo carente de mérito.

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Imagen | Neuralink / Milad Fakurian

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