Venecia es la historia de una muerte anunciada tantas veces que casi parece un cliché. Una de las grandes ciudades de la humanidad, sí; pero una que vive, a merced de los elementos, bajo la amenaza permanente de ser engullida por el mar. En 2019, la capital del Véneto vivió la peor sucesión de mareas desde 1872, cuando los venecianos empezaron a registrar sistemáticamente la altura de la marea; y, aunque no llegaron a superar la altura de 194 centímetros de la de 1966, la "devastación apocalíptica" sumergió el 80% de la ciudad en el agua y causó daños muy por encima de los 1.000 millones de euros.
El sábado 4 de octubre, el 'acqua alta' estaba de vuelta. Los sistemas de control preveían una marea de 135 centímetros a las 12 del mediodía. En un día normal, esa previsión sería sinónimo de inundación de la plaza de San Marcos y muchas otras partes de la ciudad. Pero no era un día normal: desde hace una década, Venecia tiene una bala en la recámara, una que ha costado euros, sudor y lágrimas. Era el momento de probar el MOSE por primera vez y, aunque no está acabado, las 78 compuertas de acero de esta inmensa obra de ingeniería han funcionado a la perfección.
¿Qué es exactamente MOSE?
La Laguna de Venecia se conecta con el mar Adriático por tres zonas (Lido, Malamocco y Chiggia), cuando hace más de una década los ingenieros empezaron a pensar en crear un sistema que les permitiera aislar la laguna y contener las mareas diseñaron un sistema, el Módulo Sperimentale Elettromeccanico (MOSE), que con 78 esclusas móviles de 300 toneladas y 60 metros de longitud cada una pudieran levantarse del fondo del mar y cerrar la laguna ante la amenaza de acqua alta.
Las compuertas permanecerían sumergidas todo el tiempo y solo emergerían a la superficie cuando el sistema las llenara de aire para crear el dique de contención. De esa manera, resolvían uno de los retos más complejos del proyecto: garantizar que la conexión entre la laguna y el mar fuera lo más "normal" posible. Romper de forma permanente las corrientes submarinas que garantizan la supervivencia del delicado ecosistema marítimo de la laguna podía tener consecuencias importantes también para la ciudad, por lo que se necesitaba algo mínimamente invasivo.
Desde su lanzamiento, el proyecto se convirtió en la joya de la corona del Véneto y en un enorme escaparate mundial para la industria y al ingeniería italianas. Hace seis años, no obstante, el Gobierno Italiano intervino el MOSE ante unas acusaciones de corrupción (comisiones ilegales, fraude y gestión desleal) que aún se están investigando, pero que explicaban por qué un proyecto estratégico llevaba años de retraso. Al principio de 2019 se anunció que el sistema estaba ya casi terminado, pero no fue posible usarlo para evitar las inundaciones de ese mismo año.
La prueba de fuego
Pero el sábado 4 de octubre, cuando los indicadores marcaron una marea por encima de 1.1 metro sobre el nivel habitual del mar, los equipos de MOSE estaban preparados. Iba a ser un día histórico, su gran prueba de fuego. Es mañana y aunque MOSE no estará completamente terminado hasta diciembre de 2021, las 78 compuertas amarillas se levantaron sin problema separando la laguna de las crecidas aguas del Adriático.
“Ha salido muy bien. Estamos muy satisfechos. Me han insultado porque creía en esta obra, pero hoy hemos frenado el mar, que tiene un nivel más alto fuera de la laguna. Hoy celebramos algo histórico”, decía el alcalde de la ciudad, Luigi Brugnaro, en la cadena Sky. No es para menos: es una enorme obra de ingeniería, sí; pero para Venecia, sobre todo, es un rayo de esperanza.
Imagen: Manuel Silvestri/GTRES
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