Ford ideó un coche movido por energía nuclear en 1962. Otras de sus locas ideas están más presentes que nunca

  • El Ford Seattle-ite XXI adelantaba un coche con posicionamiento GPS ya en los años 60

  • Aspiraba a contar con una carrocería intercambiable para pasar de 60 a 400 CV

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En Xataka hemos hablado de prototipos de todo tipo de coches. Los hay más o menos cercanos a la realidad pero debemos reconocer que tenemos un especial cariño por los más "locos" o las ideas más disparatadas.

En 2018 repasamos los proyectos más avanzados respecto a coches voladores. Unos eVTOL que todavía tienen el reto de posicionarse como una verdadera herramienta de movilidad. Mercedes presentó en 2021 un vehículo que aspiraba a ser conducido con la mente. Dos años antes, en 2019, Kia se adelantó a un futuro donde todo es pantalla en el interior del coche. Su solución pasaba por dotar al habitáculo de hasta 21 paneles en el salpicadero.

Pero claro, cualquiera de estas propuestas si juntamos las palabras "coche" y "energía nuclear". Porque en los años 60 Ford sí lo hizo.

Hablamos del Ford Seattle-ite XXI.

Seis ruedas movidas por energía nuclear

Si eres aficionado al automóvil o eres frecuente lector de Xataka es posible que ya sepas la historia del Ford Nucleon.

Ya en los años 50, Ford había coqueteado con la idea de imaginar cómo sería un vehículo movido por energía nuclear. El Nucleon era un prototipo de vehículo, que quedó en una maqueta, que sirvió como ejercicio de diseño para imaginar a un automóvil que no necesitara de combustibles fósiles para moverse.

La viabilidad del proyecto pasaba por algo tan nimio como miniaturizar un reactor nuclear para instalarlo sobre un chasis con cuatro ruedas e incluir el uranio suficiente para disponer de un coche que con una sola carga pudiera recorrer 8.000 kilómetros.

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En Ford ya imaginaban un futuro sin gasolineras. Lo que no tenían del todo claro era cómo sería la recarga de uranio en el vehículo. Problemas, suponemos, que ya solucionarían con el tiempo.

Años después, Alex Tremulis, diseñador industrial que trabajaba para Ford, rescató la idea y volvió a presentarla en la Century 21 Exposition, en Seattle. El concepto llegaba bajo el nombre de Ford Seattle-ite XXI y, de nuevo, aspiraba a que los asistentes imaginaran un futuro donde el coche no fuera movido por combustibles fósiles. Un momento, ¿a qué me suena esto?

Tremulis apostaba por la energía nuclear. Según la compañía, llegaría el momento en el que se consiguiera un vehículo que no emitiera sustancias contaminantes y cuyos pasajeros no acabaran muertos por la radiación que desprendía el propio vehículo. Esto no lo debieron contar así pero, básicamente, esa era la idea.

Podíamos pensar que Ford había identificado los problemas del Nucleon... y en parte lo hizo. El concepto de Tremulis lo tuvo claro, instalar un doble eje delantero para dar cabida a un total de seis ruedas. De esta manera, el reactor nuclear del Ford Seattle-ite XXI contaría con la estructura necesaria para suplir su peso.

Tres pasos por delante

Sí, la idea de utilizar energía nuclear para mover un vehículo puede sonar a chiste y hasta merece que hagamos alguna pequeña broma. Pero Tremulis tenía muy claro cómo iba a ser el futuro de la automoción. En algunas acertó de lleno. En otras puede hacerlo.

Por ejemplo, el Ford Seattle-ite XXI ya manejaba la idea del aire acondicionado. Vendido entonces como un elemento completamente disruptor, era inconcebible que un aparato pudiera acabar con el calor en el interior del habitáculo. Además de sostener mejor el reactor nuclear, Ford aseguraba que dotar al coche de cuatro ruedas delanteras mejoraba la seguridad de los pasajeros, pues si una pinchaba el coche podía seguir girando y, además, mejoraba su dinamismo.

Sí, es cierto que esto último no se ha impuesto y que Tyrrel, quien llevó el concepto de las seis ruedas a la Fórmula 1, no tardó en desechar su proyecto. Pero Tremulis empezó a imaginar un futuro con dos caras para los conductores. Dentro y fuera de la ciudad.

Su Ford Seattle-ite XXI estaba pensado como un coche modular cuya carrocería y motor se podía intercambiar fácilmente para hacer de él un coche con 60 CV de potencia para la ciudad y un gran motor para los grandes viajes, que elevaba la potencia hasta los 400 CV.

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Curiosamente, sesenta años después no estamos tan lejos de aquello. La Unión Europea está trabajando duro para que los nuevos vehículos pongan todas las trabas posibles a que los conductores superen los límites máximos permitidos.

Incluso, el ingeniero de Ford dotó el interior del coche de una pantalla que mostraba la posición del vehículo mediante seguimiento GPS en tiempo real.

Las vibraciones de que Tremulis era un adelantado a su tiempo nos vuelven a llegar. No sólo la Unión Europea está poniendo trabas a la velocidad. Apuntar a los híbridos enchufables como el paso intermedio antes de la electrificación completa del parque móvil deja la puerta abierta a que los vehículos sólo puedan funcionar en modo eléctrico dentro del entorno urbano y se limiten a encender el motor de combustión fuera de poblado.

De hecho, técnicamente es posible. Algunos híbridos enchufables cuentan con esta opción si utilizamos su navegador. Incluso trabajan como generadores de electricidad en la carretera, quemando combustible para, una vez llegamos a una urbe, contar con la electricidad suficiente para movernos.

No solo eso. La propia Ford ha propuesto que se utilice el posicionamiento GPS para limitar la velocidad máxima de los automóviles, reduciendo el riesgo de atropello. Es decir, "geovallar" una ciudad para evitar la tentación de que el conductor pise demasiado el pedal derecho.

Visto en perspectiva, aquel Ford Seattle-ite XXI no parecía un coche tan raro.

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Foto | Ford

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