Euro 7 está en marcha. La Unión Europea quiere sacar adelante una nueva normativa de emisiones contaminantes que reduzcan los límites máximos permitidos a los vehículos homologados dentro de su territorio. Uno de los objetivos, mejorar la calidad del aire de sus ciudades. Una opción: la geolocalización.
Cambio de paradigma. Euro 7 es la futura normativa de emisiones que la Unión Europea quiere sacar adelante y en la que se esperan duras restricciones a los vehículos de combustión, siendo los automóviles diésel los más afectados. Serán los primeros pasos que allanarán el camino a una importante prohibición: vender coches con motores de combustión a partir de 2035.
Euro 7 no es definitiva pero ya se encuentra en la fase para ofrecer sugerencias a los responsables europeos. Es decir, podemos leer un primer borrador en el que se dejan ver las exigencias con las que tendrán que cumplir los automóviles como, por ejemplo, reducir sus emisiones NOx a 60 mgr/km (75 mar/km para los más ligeros) mientras que los actuales se encuentran en unos 114 mgr/km de NOx en condiciones reales de uso.
La transición. La transición propuesta pasa por el híbrido enchufable. Los límites son tan estrictos para los próximos años que la industria necesitará electrificar los motores de combustión hasta el punto de limitar su consumo por debajo de los 2 litros/100 km y esto sólo se puede conseguir con los PHEV.
El problema es que los híbridos enchufables no garantizan que el coche se esté utilizando como un vehículo eléctrico en asiduamente. Es un automóvil ideal para la transición al coche eléctrico pero algunas instituciones europeas han decidido retirar las ayudas asegurando que son coches tan contaminantes como los vehículos puros de combustión.
Euro 7G. Aunque generalmente hablamos de Euro 7, cuando nos referimos a esta denominación lo hacemos para explicar las novedades de todo el cambio normativo en su conjunto. Pero Euro 7 también cuenta con un interesante apartado en su interior: Euro 7G, encargado de homologar los vehículos híbridos enchufables.
Esta homologación contará con sus propias exigencias, entre las cuales se encuentra la posibilidad de utilizar el geoposicionamiento de los vehículos para controlar sus emisiones contaminantes. Más concretamente, dónde expulsarán estas sustancias contaminantes.
Te detengo el coche. La gran novedad que está bajo el título de Euro 7G es la de poder detener el coche si el vehículo está obligado a moverse con el motor eléctrico y su batería es insuficiente para garantizarlo. Igual que sucede con la falta de AdBlue, el coche no se moverá por ciudad si no tiene batería.
La novedad aquí es que se utilizará el posicionamiento GPS para determinar qué motor debe primar y el coche lo elegirá de forma obligatoria. Si no tiene batería y detecta que ha entrado a una ciudad, mandará un aviso que, en caso de ser desoído, detendrá el coche por completo pasados cinco kilómetros.
Planificando. Hay dos motivos para preocuparse, al menos en 2022. La primera es lo mal distribuida la red de enchufes española, lo que puede complicar en las ciudades de nuestro país las recargas. Confiemos que esto cambie una vez el cumplimiento de la norma sea obligatorio.
Lo segundo es que será obligatorio planificar cada viaje. Primero, deberemos tener batería suficiente para salir del lugar de origen donde nos hayamos pero, además, será imprescindible situar en el navegador del coche nuestro destino, pues de esta manera el coche puede calcular la batería que nos quedará en el destino, si es necesario recargar o si debe el mismo generar electricidad quemando combustible para llenar sus baterías en marcha.
Las ciudades. Euro 7G recoge dos sensibilidades: que los fabricantes puedan seguir desarrollando e implementando motores de combustión (que servirán para sostener el negocio de la automoción en la transición al coche eléctrico) y el objetivo de mejorar la calidad del aire dentro de las ciudades. Este último objetivo se repite en diferentes ocasiones a lo largo de los textos preliminares de la norma.
Garantizar que un híbrido enchufable funcione de exclusivamente en modo eléctrico no es una idea nueva. Algunas ciudades, como Madrid, ya han probado radares de emisiones. Controladores que verifican el volumen de sustancias contaminantes expulsados por los tubos de escape de los vehículos y que cruzan los datos con los organismos correspondientes para verificar que sus cifras entran dentro de lo previsto.
También servirán para reducir el ruido en las ciudades, otro tema que preocupa a las autoridades sanitarias. Pese a ello, hay que tener en cuenta que los coches seguirán emitiendo un sonido a su paso, pues se considera que es necesario para alertar a los peatones.
Por aquí no pasas. Esta decisión va en la misma línea que los movimientos que se están dando en buena parte de los países europeos: reducir el volumen de coches en las ciudades y priorizar el uso de otros medios de transporte.
En España, todas las ciudades con más de 50.000 habitantes deberán tener una zona de bajas emisiones activa a partir del próximo 1 de enero de 2023. Una obligación que muchas ciudades no cumplirán pero que algunas urbes están implementando con cortes al tráfico rodado en algunos espacios. Madrid irá reduciendo los lugares por los que los coches más contaminantes y vetustos podrán pasar. Barcelona sigue la misma línea y algunas otras ciudades como León han planteado que existan calles por las que solo se pueda circular en modo eléctrico o con vehículos ECO.
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