Ok, que Pedro Duque sea astronauta mola. ¿Pero de verdad es una buena noticia que sea ministro?

Ok, que Pedro Duque sea astronauta mola. ¿Pero de verdad es una buena noticia que sea ministro?
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El astronauta Pedro Duque será el próximo ministro de Ciencia, Innovación y Universidades de España y el recibimiento ha sido tremendo. No es para menos: Duque fue el primer (y único) astronauta del país y no ha ningún ingeniero que suscite mayor simpatía, respeto y reconocimiento. Para el gran público, él es la personificación de la ciencia española. La jugada de Pedro Sánchez parece redonda.

Pero más allá del hype y de la emoción, ¿de verdad Pedro Duque es una buena opción? ¿Qué queda si separamos al gestor del personaje? ¿Qué proyecto, qué visión de la ciencia, la investigación y la universidad tiene en la cabeza? ¿Hay un buen político detrás de ese traje de astronauta?

Un ministro debajo del traje de astronauta

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Las respuestas a todo esto son una incógnita, pero desde luego no son absurdas. Un excelente currículum investigador no es sinónimo de una buena gestión política. Y no hay que remontarse a Woodrow Wilson. Como señalaba Iñigo Saez Ugarte, el último investigador de alto nivel que fue nombrado ministro (Bernat Soria durante el gobierno de Zapatero) no fue muy exitoso.

Hay "técnicos" realmente excepcionales en sus áreas que han salido escaldados de su experiencia en política. Es cierto que a diferencia de otras ocupaciones (y de ministerios como el de Cultura) no hemos visto a muchos científicos saltar a la arena política. Pero no cabe duda que una cosa es escribir papers, coordinar proyectos o diseñar experimentos y otra saber manejarse por las procelosas aguas de la política.

Pero hay razones para ser optimistas. Y es que, pese a no tener experiencia política directa, Duque no es un científico normal. La Agencia Espacial Europea es un entorno de investigación que conlleva muchas negociaciones en múltiples niveles y su mujer, Concepción Femenía, es la actual embajadora de España en Malta. Por lo que está más que familiarizado con la diplomacia y la negociación.

Experiencia profesional en el sector tampoco le falta: durante estos años, el ingeniero aeronáutico y astronauta de la Agencia Espacial Europea, ha sido director de operaciones del E-USOC (un centro aeronáutico de investigación y desarrollo de la Universidad Politécnica de Madrid) y CEO de Deimos Imaging (donde puso en órbita el primer satélite español de observación terrestre) antes de volver a la agencia europea donde ha dirigido la Oficina de Operaciones de Vuelo y el departamento de proyectos futuros de la ESA para vuelos tripulados.

Lo que piensa Duque de ciencia, innovación y universidades

Pedro Duque

Más allá de su experiencia en la gestión universitaria, corporativa y pública, en los últimos años Pedro Duque ha asumido un papel público muy importante. Sobre todo, en la lucha contra las pseudociencias. En Redacción Médica, llegó a declarar que "defender la homeopatía es más sangrante que negar que pisamos la Luna". Quizás esta sea la mejor forma de acercarnos a lo que piensa el futuro Ministro de Ciencia, Innovación y Universidades.

Se ha mostrado muy crítico con la educación y la Universidad actuales, sobre las que decía que "creo que todos los padres, educadores y divulgadores podemos constatar que funciona cada vez peor - el talento se nos escapa por entre los dedos, sin poder moldearlo adecuadamente cuando es el momento". Más recientemente, ha manifestado su apoyo a la educación pública en repetidas ocasiones: "Soy defensor de la educación pública, pero no porque sea la mía (…) sino porque tengo comprobado que la gente buena, y genial, está distribuida por igual".

No es raro que, como astronauta primero y alto cargo de ESA después, siempre ha apostado por la investigación básica: "Tanto para asegurar la autonomía tecnológica, como la competitividad, como la capacidad exportadora, como los puestos de trabajo bien remunerados, han de existir siempre proyectos de tecnología en los que se vaya más allá". En 2005, decía que "los Gobiernos deben fomentar las condiciones para hacer rentables inversiones privadas en estos proyectos, y proporcionar fondos públicos donde sea apropiado. Nos jugamos mucho, y cuanto más tardemos en ponernos al nivel necesario más costará recuperar".

El problema era cómo hacerlo. Pero hace unos días en una entrevista a Las Provincias, se mostraba claro "No puede ser que estemos invirtiendo el uno por ciento en investigación y desarrollo cuando debería destinarse el tres. Es que yo la multiplicación la veo fácil: cojo el presupuesto y el año que viene el triple. Ya se verá de dónde quitas". No sabía que era él mismo el encargado de ver de dónde sacar ese presupuesto.

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