Una isla artificial rodeada de molinos de viento: el plan de Dinamarca para ser 100% renovable

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En su largo camino hacia la neutralización de sus emisiones contaminantes, la Unión Europea requiere de soluciones imaginativas. Dinamarca acaba de presentar una de las más audaces hasta la fecha: una isla artificial a 80 kilómetros de sus costas que funcione como "hub" energético para, una vez completado, abastecer a 10 millones de hogares en el norte del continente. El proyecto obligaría a una inversión de €26.000 millones, pero aseguraría una potencia instalada de 10GW.

Todos al agua. La isla representa el impulso más futurista, al mismo tiempo que factible, a la instalación de turbinas eólicas en alta mar. La generación de energía "offshore" (literalmente "fuera de las costas") ha ganado la atención de los gobiernos en su deseo de abandonar los combustibles fósiles. Como relatan en Xataka, la explicación es sencilla: los molinos de viento en alta mar son mucho más grandes que los terrestres y aprovechan mejor los fuertes vientos marinos.

El Hallade X, el más grande del mundo, tiene 230 metros de altura y puede producir él solo hasta 15MW.

Se habla danés. Es una carrera en la que Dinamarca lleva cierta ventaja. Suyo fue el primer parque de aerogeneradores marinos (1991) y suya es una de los fabricantes más poderosos del sector (Vestas). Completamente llana y desguarnecida frente a las corrientes del Mar del Norte, Dinamarca cuenta con las condiciones idóneas para exprimir los jugos de la energía eólica. En 2017 en torno al 50% de su electricidad provenía de sus granjas de aerogeneradores, con un creciente rol de las offshore.

El 32% de todas sus necesidades energéticas se cubren gracias al viento.

Las islas. Presentado ya en diciembre, el proyecto consta de dos islas, una artificial (Vindø) y otra ya existente (Bornholm). Ambas jugarán un rol clave recogiendo, procesando y distribuyendo hacia los hogares la energía recabada en las turbinas marinas de su alrededor. Hoy es posible instalar un aerogenerador en puntos cada vez más distantes de las costas, si bien el traslado de la energía a la red eléctrica es complejo cuando no imposible. De ahí la necesidad de una isla artificial.

El gobierno danés aspira a levantar unos 120.000 metros cuadrados de superficie. El territorio será de titularidad pública, si bien se contará con la participación de agentes privados.

Las dimensiones. Dinamarca hoy cuenta con unos ~7GW de potencia eólica instalada, de las cuales 1,5GW corresponden a parques marinos. En su primera fase, la suma de ambos "hubs" disparará esta última cifra a los 5GW. La isla artificial contará con unos 200 aerogeneradores a su alrededor. Se trata de un proyecto que excede las necesidades energéticas de Dinamarca: el país cuenta con 5 millones de habitantes, y la electricidad producida en las islas tendría el potencial para abastecer a más de 10.

El negocio. Es una decisión estratégica. Por un lado, el gobierno danés se ha propuesto llegar a 2050 completamente independizado de los combustibles fósiles. Por otro, la Comisión Europea desea instalar durante las próximas décadas unos 300GW de potencia en múltiples parques offshore. Pero el motivo subyacente es más prosaico: Dinamarca aspira a hacer un gran negocio con sus turbinas, revendiendo el excedente energético y eléctrico producido en las profundidades de sus mares.

Durante los últimos años Dinamarca se ha acostumbrado a producir, durante determinados periodos de tiempo, más de lo que necesita. En 2014, por ejemplo, sus molinos de viento estaban generando un 140% más de la electricidad demandada por su población. El excedente se destina (se vende) a países vecinos (Alemania, Suecia, Noruega) que necesitan cumplir sus necesidades energéticas... Y sostenibles.

Reconversión. La isla artificial también forma parte de una reconversión mayor. Dinamarca es el mayor productor de crudo de la UE (aunque su volumen es pequeño). El gobierno ha puesto ya fecha límite a la exportación de petróleo; la energía offshore es su sustituta. Una transición que debe ayudar al país a revertir su déficit energético: Dinamarca sigue siendo importadora de energía, al producir en torno al 80% de sus exigencias (una cifra comparativamente muy alta respecto a Europa).

Soberanía energética y verde. Suficiente aval para una isla artificial.

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