¿Te sientes solo en un mundo repleto de rencor y violencia? ¿Observas cómo tu futuro se escapa entre tus dedos, entre alarmantes gráficas de desempleo y previsiones nefastas en la economía mundial? ¿Te preocupa el repunte de la xenofobia y la intolerancia? ¿Sigues echando de menos a Bowie y a Prince? Tranquilo, no estás solo. Si quieres llorar, ahora puedes hacerlo junto a otras 12.000 personas. Porque nos lo merecemos.
No es broma: el próximo 6 de abril más de 12.000 personas aspiran a congregarse en Barcelona y Madrid para llorar juntas, entre las 20:00 y las 21:00. ¿Por qué? La pregunta es absurda: estamos en 2016, porque sobran los motivos.
La convocatoria surge de dos eventos de Facebook paralelos. El primero, creado por David Bustos, acumula ya 12.400 asistentes, 11.000 interesados y más de 7.000 compartidos. La idea que aglutina a todos los confirmados es la misma: el planeta se está convirtiendo en un lugar horrible y nosotros, protagonistas de la generación triste, queremos llorar en amor y compañía, en Barcelona. El segundo comparte el mismo propósito, ha sido creado por Ubiquitous Flashmobs y propone replicarlo en Madrid.
¿Pero por qué queremos llorar tanto?
Quizá porque somos la generación triste. O quizá porque 2016.
Repasemos de forma breve: en el transcurso de este año, hemos visto morir a David Bowie, Prince y Leonard Cohen entre otros muchos; hemos visto cómo el Reino Unido saltaba por los aires votando en contra de la Unión Europea; hemos visto cómo Colombia rechazaba por un margen ajustado un referéndum que habría puesto paz tras más de cinco décadas de violencia y terror; y hemos visto a Estados Unidos votar a un hombre abiertamente xenófobo, misógino y con una limitada capacidad para el autocontrol.
2016 es una mierda. El consenso científico y mediático es abrumador:
Queremos llorar. Y quizá 2016 sólo es la excusa.
Quizá, la generación millennial quiere llorar porque vive en la encrucijada, como explicaba este brutal meme sobre la condición de toda una generación: nació demasiado pronto como para considerarse plenamente nativa de la revolución tecnológica en la que andamos inmersos, y demasiado tarde como para disfrutar del mundo estable y analógico de sus padres. Entre medias, afrontamos un mundo cambiante que definirá nuestro futuro pero al que hemos llegado en plena transformación.
O quizá por salir al mercado laboral en pleno desempleo. O quizá por ser la primera generación después de la Segunda Guerra Mundial en tener claro, como explicaba The Guardian el año pasado, que viviremos peor que nuestros padres.
Y esa tristeza lleva a esa maravilla generacional llamada Nihilst Memes, en la que siempre hay espacio para reconfortarse un poquito más en la irónica miseria propia y ajena, o en @textsfromyourexistentialist donde el amor siempre vive de forma permanente y fragmentada, al modo de Master of None, en un futuro donde las expectativas siemrpe son un fraude.
Pero quizás, sólo quizás, por todos estos motivos 12.000 personas quieren llorar. Y ahora, ¿te unes al drama?