En 711 las tropas musulmanas tomaron la Península Ibérica ayudadas por un factor externo: la sequía

La segunda de cuatro grandes sequías que asolaron la península en tan solo 500 años precipitaron la caída de los visigodos y la llegada de los omeyas.

Batalla Guadelete
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Roma no se construyó en un día, pero la caída de los visigodos y la conquista musulmana de la práctica totalidad de la península Ibérica fueron dos procesos que se desarrollaron con inusitada celeridad para la época. En algo más de una década el Califato Omeya no solo conquistó el sudoeste europeo sino que sentó las bases de una presencia que se prolongaría por casi ocho siglos.

¿Y cómo fue posible esto? Con la ayuda de un cambio en el clima peninsular, según un nuevo estudio realizado por un equipo de investigadores en el que han trabajado tanto  expertos Instituto Andaluz de Ciencias de la Tierra. Concretamente, habría sido un proceso de aridificación el que habría condenado a la cultura visigoda.

Según observaron los autores, entre mediados del V y mediados del X, una serie de sequías afectaron gravemente la agricultura de la península y con ello contribuyeron a la inestabilidad política en la región, primero a la cultura visigótica, causando en última instancia su caída; y más tarde a Al Ándalus, tanto al Califato Omeya como a su sucesor en la región, el Emirato de Córdoba.

Los autores basaron su análisis en un estudio paleoclimático de de la península. Estudiaron para ello el polen fosilizado en un centenar de puntos de la península Ibérica y baleares (y otros siete en Marruecos). Concretamente, recurrieron a plantas del género Artemisia (al que pertenece la artemisa o Artemisia vulgaris).

Éstas son plantas que se adaptan mejor a las condiciones secas, lo que hace que los periodos de aridez se caractericen por dejar tas de si mayor concentración de este tipo de polen en el registro fósil. Los detalles del trabajo del equipo fueron publicados en un artículo en la revista Nature Communications.

Combinando los resultados de este análisis del polen con otros registros arqueológicos, paleohidrológicos e historiográficos, consiguieron proponer una reconstrucción de los eventos climáticos y sus ramificaciones en la política y sociedad de la época.

Cuatro sequías

A través de este análisis descubrieron cuatro periodos áridos que afectaron a la península en un periodo de 500 años. Estos periodos de aridez comprendieron los años 545-570, 695-725 CE, 755-770, y 900–935.

El primero de estos periodos coincidió con un periodo de inestabilidad y guerras civiles entre los visigodos. Este intervalo de tiempo coincide parcialmente con la llamada pequeña edad de hielo de la antigüedad tardía, un periodo frío cuyo origen parece estar en erupciones volcánicas sucedidas en la primera mitad del siglo. Se tiene también constancia hisotriográfica también de varias epidemias como la plaga de Justiniano, que habrían podido afectar a la región ibérica.

El segundo de los periodos pudo haber sido el desencadenante de los eventos que llevarían a la conquista musulmana. Según el registro dejado por el polen, la aridez de este periodo habría alcanzado un máximo no solo en el periodo de referencia sino en los últimos 5000 años. De este periodo también se tiene constancia como una era fría en la baja edad media, previo al periodo cálido medieval, así como de hambrunas y plagas.

Los investigadores señalan que lo visigodos trataron de adaptarse a la nueva situación y ponen como ejemplo la construcción del primer sistema de acuíferos de Europa, en Sierra Nevada. Estas condiciones habrían causado la caída de la cultura visigoda y habrían facilitado la llegada de la árabe, más dotada de herramientas con las que adaptarse a estas nuevas condiciones de aridez.

Sin embargo ni sequías ni inestabilidad acabaron ahí. La rápida conquista no permitió la consolidación del califato en la península. El segundo periodo árido se prolongó hasta el año 725, pero un tercer periodo dio comienzo en el 755.

Esta sucesión de periodos áridos pudo haber estado en el origen de una nueva serie de enfrentamientos que aceleraron la caída de los Omeyas y su sustucución por el Califato Abasí; así como el surgimiento de un nuevo poder en Al Ándalus: el Emirato de Córdoba. Esta relación entre aridez e inestabilidad se habría también propagado al cuarto periodo, este ya acontecido en el siglo X.

Los cambios en el clima pueden tener fuertes ramificaciones en muchos aspectos. Incluso en la era industrial el ser humano depende de la agricultura para su sustento y esta depende del clima, por lo que a este se le pueden atribuir grandes eventos sociales y políticos como migraciones y guerras.

Según recuerdan los autores, este es el primer estudio paleoclimático realizado a escala local en la península. Estudios como este podrían ayudarnos a entender si el clima ha podido contribuir a otros eventos semejantes. Aunque seguramente, pocos serán tan abruptos como la caída de los visigodos y la llegada de los musulmanes en la península Ibérica.

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