La fotografía no es verdad. Ni siquiera se parece a la realidad. Y por este motivo, es fácil cambiar el sentido de una fotografía y confundir a todo el mundo. Muchas veces, hasta que no lees la historia de la imagen que estás mirando, no te das cuenta de su verdadero sentido. Vamos a descubrir la historia real de algunas imágenes históricas.
Cuando F. Arago presentó la fotografía en 1839, dijo que era la herramienta perfecta para registrar la realidad, que serviría para grabar en un instante todos los jeroglíficos de las pirámides, por ejemplo. Esa era su función, espejo de la verdad. Pero no es así.
La fotografía solo cuenta lo que tú quieres enseñar. Funciona como una ventana de la realidad. Y las imágenes que vamos a ver aquí son un ejemplo perfecto de cómo se puede enseñar otra cosa totalmente distinta a la que pensabas que estabas viendo. Vamos a empezar.
El 'Boulevard du Temple' y el primer hombre fotografiado (1838)
Ponemos esta fotografía como ejemplo del error en el que entraron muchos espectadores que no entendían la técnica fotográfica. Los tiempos de exposición eran tan largos que era imposible fijar en las placas sensibles todo lo que se moviera.
Por este motivo, en esta imagen de París (y cualquiera de la época) parece que estamos viendo una ciudad desierta. Más de diez minutos de exposición convierten a una ciudad populosa en algo abandonado. Es algo común a todas las instantáneas de la época.
Las ciudades bullían, pero no se podía registrar la vida. Ni los carros o las aceras llenas de gente corriendo, riendo o llorando... Y el único que apareció para siempre fue un caballero que aguantó diez minutos quieto mientras le limpiaban las botas. No estaba solo como en 'Soy leyenda', solo permaneció quieto el tiempo suficiente.
Retrato de un hombre ahogado (1840)
No estamos viendo a un hombre muerto, sino un autorretrato de alguien que se ha rendido por no obtener el reconocimiento (y el dinero) que cree que se merece.
En aquellos años, mediados del siglo XIX, el gobierno francés apoyó incondicionalmente a Daguerre como inventor de la fotografía. Y a él, Hippolyte Bayard, le olvidaron y le animaron a retrasar la presentación de su patente.
Daguerre pasó a la historia, y él estaba condenado al olvido. Y para certificar su muerte social, no tuvo mejor idea que demostrar que la fotografía era mentira con su muerte simbólica, ahogado por el desprecio del poder ante su trabajo en favor de otro.
Aquel muerto estaba vivo, no era más que un autorretrato. Convirtió una farsa en realidad, y descubrió antes que nadie el camino de la fotografía.
'Almuerzo en lo alto de un rascacielos' (1932)
Es una de las fotografías más icónicas del siglo XX. Muchos quieren ver a los trabajadores en un momento de descanso. Pero solo es una imagen publicitaria.
Estos trabajadores no comían así todos los días. El fotógrafo solo buscaba una imagen impactante y pidió a 11 personas desconocidas que posaran en semejantes posiciones.
Lo más curioso es que se ha convertido en una imagen para homenajear a los trabajadores, cuando en ese momento solo estaban siguiendo las indicaciones del fotógrafo.
El encuentro de los dictadores en Hendaya (1940)
El mundo se desmoronaba y dos dictadores decidieron reunirse para complicarlo aún más en el famoso encuentro de Hendaya, en la frontera con Francia.
El dictador español pidió tantas cosas para entrar en la II Guerra Mundial (como la cesión de los territorios de Marruecos y Argelia controlados por los franceses), que Hitler decidió rechazar a un aliado muy debilitado por culpa de la Guerra Civil.
Las fotografías de aquel encuentro están manipuladas. Los disparos fueron tan precipitados, que salieron mal. Donde uno de los dictadores salía bien, el otro aparecía con los ojos cerrados o la boca abierta.
Así que nos encontramos ante uno de los retoques más avanzados de la época, similares a los de la Rusia de Stalin, que hacía desaparecer de las fotografías a los que caían en desgracia.
Un trabajo concienzudo de laboratorio en el que se mezclaron, por lo menos, dos negativos, se borraron medallas y se simuló que uno era más alto que otro. Menos mal que se conservan los originales para ver la realidad del fotógrafo.
Henri Cartier Bresson en Dessau (Alemania), 1945
Al final, los dos que salían en la fotografía anterior no lograron sus oscuros objetivos. Y esta fotografía es un ejemplo. Pero si no lees el contexto te puede llegar a confundir. No reconoces a las dos partes.
En la muchedumbre, una mujer enfurecida zarandea a otra cabizbaja, mientras los demás observan de forma expectante. Hay algo extraño y no sabes con quién posicionarte. Pero sientes compasión por una de ellas.
La historia real es que la mujer de pelo corto era una colaboradora de la Gestapo y es reconocida por una mujer judía que no puede contener su ira. Y si conoces la historia, todo cambia. Y te planteas hasta tu humanidad, por mucho que te duela. Es uno de los mejores ejemplos de fotoperiodismo que podemos encontrar.
La vida no es blanca o negra, está llena de matices y tienes que vivir para intentar comprenderla. Nadie dijo que fuera fácil y la fotografía es la mejor herramienta que tenemos para hacernos las preguntas necesarias.
'El cuadro del escaparate' de Robert Doisneau (1948)
Estamos ante una broma, igual que la podemos ver hoy en día en las redes sociales. Solo que estamos en plena posguerra, cuando los desnudos escandalizaban. Lo que estamos viendo es una escenificación, forma parte de una serie.
Robert Doisneau pidió al dueño de la galería Romi de París que colgará un cuadro provocador en su escaparate. Escondió una cámara y esperó que la magia sucedería.
El fotógrafo forzó la situación para conseguir lo que quería. No es una imagen callejera, es una trampa para conseguirla. ¿Pierde su sentido? ¿Deja de ser una de las mejores fotografías del reflejo de una sociedad? Es mentira, pero no podemos dejar de alabarla.
'Sacando la lengua' (1951)
Es la viva imagen del profesor loco. El propio premio Nobel, Albert Einstein pidió nueve copias a Arthur Sasse para mandárselas a sus amigos. Acababa de celebrar su 72 cumpleaños y los periodistas le esperaban a la salida.
Muchas veces se cuenta que el célebre científico estaba enfadado, pero no era más que una broma, un juego después de la fiesta. Además, la fotografía siempre se publica recortada, quitándole todo el sentido.
El propio autor reconoció que, instantes después, Einstein se rio ante su ocurrencia cuando le pidieron que posara para celebrar su cumpleaños. En absoluto estaba enfadado. Estamos ante una imagen icónica del siglo XX en el que, a pesar de que el tiempo sea relativo, hay que reírse.
Walt Disney no fuma en las fotografías
Walt Disney murió de cáncer de pulmón en 1966. Y no querían que su imagen se relacionara con el cigarrillo. Así que los borraron de todas las imágenes que colgaron en sus parques.
A cambio, siempre le vemos haciendo un gesto extraño con sus dedos índice y corazón. No querían que se le relacionara con esta industria, así que en su empresa hicieron, en los años 70, uno de los mejores retoques que se han visto para cambiar la verdad, que era un fumador empedernido.
Seguro que no les costó encontrar técnicos especializados para eliminar el cigarrillo de su mano derecha. Lo único es que dejaron una señal que muchos interpretaron de forma errónea.
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