España tiene la llave para resolver la gran crisis del gas de Europa. Pero también tiene un problema: Francia

España tiene la llave para resolver la gran crisis del gas de Europa. Pero también tiene un problema: Francia
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"No estoy convencido de que necesitemos más interconexiones gasísticas", ha afirmado el presidente Emmanuel Macron, en referencia al proyecto MidCat, el gran gasoducto por los Pirineos que iba a reforzar la interconexión de España con Francia, y de paso con el resto de Europa. Un rechazo que supone un varapalo para nuestro país, que sigue teniendo como objetivo la construcción de nuevas interconexiones para enviar más gas.

Si Europa quiere el gas de Argelia, debe pagarlo. España cuenta actualmente con dos gasoductos con Francia (Irún y Larrau). El MidCat sería el tercero, una gran tubería para ampliar el suministro de gas que a España le llega desde Argelia. Su capacidad se estima en unos 7.000 millones de metros cúbicos, pero el proyecto lleva parado desde 2019 porque Francia no está dispuesta a financiar su parte.

España ya es un gran granero de gas. En los meses de julio y agosto, España fue el primer importador mundial de gas ruso por barco. La importancia de España no es solo el hecho de que reciba una gran cantidad de gas por Argelia, sino que también es la puerta de entrada de la mayoría del gas natural licuado (GNL). Y la ventaja es que el 35% de la capacidad europea de regasificación pasa por España.

En comparación Francia dispone de un 14% e Italia un 5%. Estos datos dan muestra de la "necesidad" que tiene España de aprovechar su infraestructura y dar salida del gas al resto de países.

Cuáles son los argumentos de Francia. "Si mañana el presidente Sánchez me dice: ‘he aquí los hechos’, yo estoy dispuesto a revisar mi posición", ha asegurado Macron. Por el momento la posición de Francia es contraria a invertir en un gasoducto con España, pues considera que ya son suficientes.

Un dato que utiliza Macron es que los actuales gasoductos se utilizan al 53% de su capacidad. "Si hoy estuviésemos en el 100% de la utilización de nuestros gasoductos y hubiese hoy una necesidad de exportar gas hacia Francia, Alemania y otro lugar, les diría que sí, pero no es así", asegura.

Otro argumento es la cuestión ecologista, pues en su opinión la apuesta por el gas no responde a los objetivos de lucha contra el cambio climático. En su lugar Francia sigue confiando en la nuclear como elemento central.

El cuello de botella está en otros pasos. Del 60% que se alcanzó en agosto para la conexión en los Pirineos se pasa a porcentajes muy elevados como el 97% entre Francia y Suiza. Es decir, la infraestructura no se aprovecha al máximo en el camino de España a Francia, pero porque el tramo de Francia con sus vecinos por la zona sur tampoco es suficiente eficiente.

Además del MidCat, Francia y Alemania están discutiendo otros gasoductos como el de Obergailbach. El país germano necesita más gas y España puede colaborar, pero necesita el beneplácito de una Francia que opina que la apuesta por el gas es pan para hoy (relativamente), pero una mala estrategia de cara a los próximos años.

El hidrógeno verde como excusa para el futuro. La creación del gasoducto MidCat es una fuerte inversión, pero España lo justifica argumentando que también podría utilizarse para trasladar hidrógeno verde, una de las energías que entran dentro de los planes de la Unión Europea.

Sin embargo, Macron tampoco lo ve claro. "Lo que hay que transportar es la electricidad baja en carbono procedente de España para hacer la electrólisis en los lugares de producción que necesitan el hidrógeno”, explica. Es decir, no transportar el propio hidrógeno sino directamente la electricidad.

A vueltas con la "solidaridad europea". La ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, ha explicado que la postura de España "siempre será la de ayudar al resto de países de Europa" y que "hoy ya lo hacemos exportando gas y electricidad. En el futuro, con la exportación de hidrógeno verde".

La palabra más repetida estos días cuando se habla de la problemática del gas es solidaridad. La que se le pide a Francia para que decida hacerse cargo de la inversión necesaria para ampliar las interconexiones.

La disyuntiva de cara a España la define Joan Groizard, director del Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE) a El Periódico de España: "No tendría sentido que la ciudadanía, las empresas y las administraciones españolas tuvieran que ahorrar no solo un 7% de su propio consumo, sino además tener en cuenta que al otro lado de la frontera necesitan más energía por un problema suyo".

El plan B pasa por Italia. Las reticencias de Francia obligan a pensar en un plan alternativo, aunque lo cierto es que todavía hay esperanzas (cada vez menos) en que Francia recapacite sobre su posición y se pueda completar el gasoducto MidCat de cara a finales de 2023.

Más allá del MidCat, existe la posibilidad de un gasoducto submarino entre Barcelona y Livorno que unifique las plantas regasificadoras. Sería una conexión por el Mediterráneo con un coste aproximado de unos 3.000 millones de euros. Una obra, en opinión de la ministra Ribera, "más complicada".

Imagen: Jay Sterling Austin

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