Un thomasson en mitad de Extremadura: la ciudad que construyó un puente y se le movió el río

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Parece que fue en 1518. Los historiadores aún discuten sobre si, en sus  cimientos, había o no un puente romano o medieval; pero parece que fue  en 1518 cuando, a los pies de la Catedral de la Asunción, el puente de  piedra de Coria empezaba a desafiar a las aguas del río Alagón.

Pero  el desafío no duró mucho. Según la tradición popular, el 1 de  noviembre de 1755 (justo mientras Lisboa sufría el gran terremoto que  hoy conocemos por su nombre) el agua dejó de correr bajo el puente.

Y así sigue hasta ahora: un puente solo en mitad de un montón de campos.

Cada  río ha sido muchos ríos. Es un complejo sistema que integra todo el  entorno que le rodea; su cauce, su llanura aluvial. Eso quiere decir  que, con el tiempo, a medida que ese entorno cambia, el río cambia.

En  zonas llanas, los ríos tienden a buscar el camino más sencillo: las  partes más fáciles de erosionar. Por ello es muy común que, al llegar a  una región como la que rodea a Coria, el río se empieza a dividir en  brazos, creando un sistema de “capilares” que convierte las vegas en  sitios muy fértiles y que facilita la aparición de meandros y brazos  secundarios.

Eso es lo que parece que ocurrió en Coria. Mucho  antes de aquel día de noviembre de 1755, las distintas inundaciones del  río habían dañado la estructura del puente y, casi con toda seguridad,  brazos secundarios. Esas son las conclusiones de Emilio M. Arévalo  Hernández, jefe de Servicio de Infraestructuras Hidráulicas de la Junta  de Extremadura que ha estudiado los registros históricos relacionados  con el puente.

Puede ser, no obstante, que fuera finalmente el terremoto lo que provocó que el agua dejara de pasar bajo el puente.

Ni un siglo después de su construcción, el Ayuntamiento ya se había visto obligado a comprar una barcaza para  facilitar la salida de la ciudad hacia el sur. Buena parte del ‘tráfico’  se había desviado por la barca, pero con el agotamiento del brazo del  río sobre el puente, Coria se había quedado sin puente y se quedaría sin  el hasta principios del siglo XX.

Unas décadas más tarde,  coincidiendo con una visita real, los mejores ingenieros de la provincia  trataron de devolver el río a su cauce original, pero fueron incapaces  de hacerlo. De ahí el dicho “Coria es una ciudad sin rio y un río sin  ciudad”.

Un thomasson en mitad de Extremadura. En los años  ochenta, el artista japonés Akasegawa Genpei acuñó el término thomasson  para las “unas reliquias o estructuras inútiles que se ha conservado como  parte de un edificio o del entorno construido” [transformándose en]  “una obra de arte en sí misma”.

Se refería a escaleras que no  van a ningún sitio, puertas que dan al vacío y balcones sin acceso. O  puentes sin río. Cosas que podrían pasar perfectamente por obras de arte  conceptual, pero que han sido creados por el azar, el destino o, como  me gusta verlo a mí, el sentido del humor del universo.

En Xataka | Cómo cambia el curso de un río a lo largo de los años, en una preciosa infografía de 1944

Imagen | Turismo de Coria

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